Tierra del Fuego fue la provincia pionera en la prohibición de la pirotecnia. Lo que hace 20 años resultaba una excentricidad fueguina hoy es tendencia en todo el país. A veces, avanzar hacia una calidad de vida superior implica ir en contra de costumbres muy arraigadas en nuestra cultura.
Ya hemos hablado en este espacio de la contaminación acústica. Se trata de un fenómeno producido por la saturación de ruidos en un ambiente determinado. Es una de las contaminaciones menos tenidas en cuenta pero cuyos efectos son altamente perjudiciales para el ambiente y la salud humana. Por lo general, la contaminación acústica responde a la actividad humana urbana, siendo consecuencia de los ruidos producidos por maquinarias, vehículos y otras fuentes, donde el ruido suele ser un efecto secundario no deseado. Pero hay una fuente de contaminación acústica que, paradójicamente, es buscada para generar entretenimiento. Estamos hablando de la pirotecnia.
En el año 1996, a través de la Ley Provincial 306, Tierra del Fuego se convirtió en la primer provincia de Argentina en prohibir la utilización de fuegos artificiales y pirotecnia, quedando reservado su uso para eventos especiales y festividades. Para quienes nos criamos aquí, lo raro son las explosiones y los destellos de colores en el cielo nocturno de las fiestas norteñas. Era común escuchar a los visitantes de otros puntos del país opinando cosas como “el brindis navideño es un poco insulso sin los fuegos artificiales”. Hoy son numerosas las provincias y municipios que han avanzado en medidas similares a la de Tierra del Fuego e incluso hay un proyecto de ley para la prohibición del uso particular de la pirotecnia en la provincia de Buenos Aires. Incluso existen movimientos que piden por una Ley Nacional que prohiba los fuegos de artificios en la República Argentina.
El tema genera debate. Las fuegos artificiales y los “cohetes” han formado parte de la cultura festiva argentina desde prácticamente siempre. Se trata de una costumbre sumamente arraigada alrededor de la cual gira una sustanciosa actividad económica. No es de extrañar la fuerte resistencia de una gran parte de la sociedad a la prohibición del uso de fuegos de artificios. Sin embargo, los argumentos en contra de la pirotecnia son sólidos. En principio, el nivel de ruido provocado supera ampliamente los estándares establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Estos niveles son los parámetros utilizados por todas las ordenanzas de ruidos molestos del país. Pero el estruendo de las explosiones tiene consecuencias sobre el ambiente y la salud que justifican sobradamente la necesidad de su prohibición. Los efectos sobre los animales, tanto domésticos como silvestres, son variados y altamente dañinos. Los perros suelen sentir temor y al huir pueden ser víctimas de accidentes o perderse. Las aves reaccionan frente a los estruendos con taquicardias que pueden provocarles la muerte, los insectos y otros animales pequeños poco pueden hacer para no ser dañados, la pirotecnia es para ellos un explosivo de gran tamaño. Al mismo tiempo, la pirotecnia tiene efectos contaminantes, ya que se trata de combustión de químicos que liberan diferentes subproductos que contaminan el aire, el agua y el suelo.
En los seres humanos los efectos también son variados y peligrosos. Como principales daños se ven los que se suscitan en el cuerpo y la salud, sobre todo en niños: amputaciones, quemaduras y daños auditivos, debido a que la intensidad del sonido de una explosión se encuentra sobre el umbral de dolor, y produce daños irreparables en el sistema auditivo. Las quemaduras en manos, dedos y el rostro son las consecuencias más frecuentes del uso indebido de pirotecnia. A todo esto debemos sumar los efectos negativos que el fuerte sonido de las explosiones tienen sobre niños y niñas con autismo.
Más allá de la nostalgia por los tiempos pasados que puede generar la ausencia de fuegos artificiales en las fiestas, como ciudadanos responsables y comprometidos con la calidad de vida no podemos hacer vista gorda sobre el impacto negativo del uso de pirotecnia sobre la salud y el ambiente. Sin embargo, y a pesar de mas de 20 años de prohibición, en la noche navideña ushuaiense resonaron los estruendos por todo el éjido urbano. Aun hay gente que no quiere comprender, a la que le importa muy poco el otro, y elije piratear y utilizar estos productos que nuestra sociedad ya habia erradicado. Es primordial que tomemos conciencia de que se trata de la calidad de vida de todos y todas y debemos ser responsables y respetuosos de las normas de convivencia que con mucho trabajo hemos construido.
Abel Sberna