En la ciudad de Trelew funciona uno de los espacios más importantes del país para analizar la calidad de los suelos y del agua en la región patagónica. Se trata del Laboratorio de Suelos en Patagonia, que desde abril forma parte de la Red Mundial de Laboratorios de Suelos (GLOSOLAN), una iniciativa impulsada por la FAO que busca armonizar metodologías y mejorar la información sobre los suelos a nivel global.
El reconocimiento no es menor. Significa que este laboratorio, con base en el Centro Regional Patagonia Sur del INTA, no solo presta servicios clave para la producción local, sino que también integra una red internacional donde se comparte información científica, se estandarizan procedimientos y se articulan nuevas formas de evaluar uno de los recursos más valiosos y amenazados: el suelo.

Qué hace el laboratorio
El Laboratorio de Suelos realiza estudios físico-químicos sobre suelos de toda la región. Determina propiedades como pH, conductividad eléctrica, textura y permeabilidad. Evalúa nutrientes esenciales como fósforo, nitrógeno, potasio, carbono orgánico y materia orgánica. También analiza aguas destinadas a riego y consumo animal. Estos datos permiten conocer el estado real de los campos y tomar mejores decisiones de manejo.
Los servicios están destinados a técnicos, productores, instituciones y estudiantes. Además, el laboratorio apoya trabajos de investigación y extensión, tanto dentro del INTA como en colaboración con organismos públicos, privados y educativos.
En zonas áridas y semiáridas como la Patagonia, donde la producción depende en gran medida de la salud del suelo y la disponibilidad de agua, contar con estos datos no es solo útil: es estratégico.

Qué implica ser parte de GLOSOLAN
La Red Mundial de Laboratorios de Suelos (GLOSOLAN) fue creada por la Alianza Mundial por el Suelo (FAO) para mejorar la calidad de los datos y fortalecer la gestión sostenible de suelos a escala global. Participar en esta red permite acceder a capacitaciones técnicas, compartir experiencias con otros países y validar metodologías bajo estándares internacionales.
También permite que los resultados de los análisis del laboratorio de Trelew puedan ser comparables con los de otros centros del mundo. Esto es clave para detectar patrones comunes, comprender mejor los efectos del cambio climático sobre el suelo y avanzar en prácticas más resilientes.
En términos prácticos, la red organiza ejercicios de comparación entre laboratorios, armoniza metodologías y promueve el fortalecimiento institucional para mejorar los sistemas de información sobre el suelo.

Un recurso vital que no vemos
Los suelos son mucho más que “tierra”. Son sistemas vivos que almacenan agua, nutrientes y carbono. Filtran contaminantes, sostienen la biodiversidad y son la base de cualquier sistema productivo. Pero también son finitos y, si no se manejan adecuadamente, se degradan.
En la Patagonia, el avance de la desertificación, la erosión eólica y los incendios forestales son amenazas concretas. Por eso, conocer la salud del suelo no es solo una herramienta productiva, sino también una forma de anticiparse a posibles crisis ambientales.
“Analizar suelos no es solo para grandes empresas. Es también una herramienta para pequeños productores, para escuelas agrotécnicas, para proyectos comunitarios que trabajan con la tierra”, destacan desde el INTA.