ÉRASE UNA VEZ LA COSTA DEL BEAGLE es una serie de publicaciones en torno a una expedición a pie que partió desde Ushuaia conectando Ea. Harberton y Tolhuin, en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Esos nombres propios poco tienen que ver con lo que sigue. Lo que se cuenta aquí habla más sobre las costas del Canal Beagle: su historia y también el polémico corredor actualmente en marcha (obra de vialidad que originalmente conectaría la bahía de Ushuaia y Cabo San Pío). En un futuro ese lugar va a ser otro, se transformará radicalmente. De eso tratan parcialmente estos artículos de publicación quincenal.
El texto que sigue es el que cuenta lo sucedido en la senda Lucas Bridges, un camino construido con hacha y sudor en el año 1898. Su objetivo era el arreo de ganado hasta Najmishk (hoy Estancia Viamonte), al otro lado de la cordillera pasando por la cabecera este del Lago Kami (conocido también como Lago Fagnano), donde el paisaje se vuelve más estepario y la cría de animales es más productiva. El objetivo era poder mover las majadas entre diciembre y abril. El camino dista de ser llano y pensar en semejantes arreos desde hoy exige un gran esfuerzo de imaginación al recrear esas duras condiciones. Pero ya nos adentraremos en esa historia, primero hablaremos de nuestro recorrido por el sendero.
Cruce de los Andes fueguinos – Rollo B&N 35mm 50 ASA
Senda filosa – Rollo B&N 35mm 50 ASA
El mismo comienza al costado de la ruta en la puerta de un pequeño campo arrendado con algunos vacunos. En la entrada está el ilustrativo cartel de ingreso pero hay un alambrado, de tal manera que aplicamos las clásicas palmas para ver si acudía alguien que nos dejase pasar y quizás nos diera alguna recomendación sobre el cruce de la cordillera hasta Tolhuin. Como nadie contesto aprovechamos para almorzar y aguardar la aparición de algún hombre del lugar.
Al rato de la espera apareció quien nos abrió y de quien recibimos las indicaciones necesarias para iniciar el recorrido. Dimos comienzo a la travesía y en el interín se nos adelantó el puestero en un cuatriciclo, pues iba a pispear sus animales que estaban más adentro en las primeras lomadas que asomaban por delante. Al rato el susodicho retrocedió nuevamente con el rostro serio y luego paso en busca de los animales pero esta vez con el fusil cruzado a sus espaldas.
Había un toro cimarrón que tenía a las vacas mansas acorraladas contra el alambrado. Este suele ser un problema en esa área para los ganaderos ya que los ariscos suelen lastimar a las vacas, servirlas con una genética no deseada para la cría y dañar los alambrados. Mientras caminábamos escuchamos el disparo, fue uno solo. Fue asombroso tocar al animal aún tibio y ver lo imponente de su porte, la fibra de un animal acostumbrado a las pendientes de la cordillera y a los inviernos de Tierra del Fuego es cosa seria. Estaban apartando las achuras para luego colgar esos ochocientos kilos de un gran Nothofagus. Los selknam tenían la misma costumbre. Cuando se daba muerte a un guanaco y no se estaba bien acompañado el animal se colgaba de un árbol y lo tapaban con hojas a fin de que zorros y cóndores no se hagan un festín.
Continuamos ascendiendo dejando el campo y sus alambrados por detrás. Al rato ingresamos al bosque nativo fueguino que parece ser más de cuento que cosa real. Un bosque atestado de obstáculos: ramas y árboles caídos, turba, picadas empinadas, flujos de agua por doquier además de las destructivas castoreras.
Arquitectos foráneos – Rollo B&N 35mm 50 ASA
Los dientes afilados – Rollo B&N 35mm 50 ASA
Así es como de alguna manera volvimos a un caminar más auténtico, sin las facilidades del ripio. Volvimos hacia ese transitar atento que debe divisar el rumbo en cada nuevo accidente geográfico. Cuando estaba cayendo el sol en un cielo encapotado nos sorprendió la mirada espía de un toro arisco, nosotros caminábamos por una loma y por nuestra izquierda apareció aquella bestia como si fuera una estatua. Nos miraba fijamente y sin vacilar ambos nos observábamos en lo blanco de los ojos. Así fue que siguió nuestros pasos durante un buen trecho. El caminar con ese animal a las espaldas hacen que el acecho y la vigilancia sea mutua. Esa inquietante mirada es la que nos revelaba como unos extraños en sus dominios.
La adaptación de estos baguales a semejante paisaje es notable. Se internan y transitan el bosque con gran agilidad, bajan y suben las laderas con una potencia inaudita. Son animales picaros y se esconden para luego rodear al extraño, al rato de verlos por delante aparecen por detrás, no escapan sino que rodean. Así lo contaba Lucas Bridges y así lo pudimos apreciar. Acostumbrados a ver el ganado manso de las pampas que tienen sus instintos en desuso es grata experiencia verlos en estado salvaje como animales exóticos en un bosque fueguino.
Y así nos internamos en el bosque para llegar al cruce del Río Varela y nuestro primer lugar de acampe. Difícil será que olvidemos aquel río y el siguiente (Río Rancho Lata) ya que debimos cruzarlos docenas de veces. Si bien la intención era hacer algunos kilómetros más tuvimos que acampar antes de lo programado como consecuencia de los rodeos preliminares cuando ingresamos al campo. Paramos en una explanada luego del vadeo.
Rancho de Lata – Rollo B&N 35mm 3200 ASA
Senda señalada – Rollo B&N 35mm 3200 ASA
El sendero tiene larga historia. A principios de 1898 Lucas Bridges, dos de sus hermanos y dos selknam cruzaron la cadena de montañas que dos veces antes se había resistido a sus intentos, una a fin del otoño y otra en pleno invierno. Este tercer intento con asistencia de los selknam fue la base de la senda que aún persiste.
Secarropas – Rollo B&N 35mm 3200 ASA
Pensar que hicimos el mismo camino, las mismas huellas, vimos lo que vieron sin demasiados cambios, hasta quizás los mismos árboles. En varias de las turbas había troncos enormes enterrados por esforzadas manos para afirmar el camino. Llegamos a preguntarnos si eran los mismos que ellos habían colocado. La esencia del sendero se mantiene así como se gestó en aquel entonces: una huella. La terrible novedad son las castoreras que dificultan el andar y dan tristeza por el enorme daño que causan.
Vientos de altura – Rollo B&N 35mm 50 ASA
Pequeñas figuras – Rollo B&N 35mm 50 ASA
Esta senda fue la primera obra de conexión entre el sur y el norte de la isla por parte del hombre blanco ya que los selknam cruzaban ocasionalmente la cordillera. Previo al camino la comunicación y traslado era por agua. Sin los selknam, que conocían la zona, la traza jamás hubiese sido posible, al menos en aquellos tiempos. La distancia entre Harberton y Najmishk era de ochenta kilómetros en línea recta pero debido a los casi eternos cruces de ríos y rodeo de cornisas la distancia se duplica. El recorrido era intrincado y pasaba por terrenos cenagosos, boscosos y de escarpadas pendientes. En un comienzo la trabajosa apertura de la huella se realizaba durante el día y retornando hacia la estancia para hacer noche. Pero a medida que se fueron adentrando en la cordillera debían acampar utilizando los refugios hechos con pieles de guanaco a las que se le quitaba el pelo y se las afinaba raspándolas para hacerlas más livianas y transportables.
El primer tramo se hizo a principios de invierno con algo de nieve ya que la turba se endurecía por el frío y facilitaba el traslado. Esto sucedió hasta que la espesa acumulación de nieve hizo imposible proseguir las labores. Pensar en abrir un sendero sin más herramienta que las hachas es algo llamativo. Más curioso es imaginar a un hombre blanco descendiente de ingleses haciéndolo en conjunto con un grupo de selknam. El trabajo se realizó en distintas temporadas y se ejecutaba de manera inconstante. En una ocasión llegó la noticia de una ballena encallada en la costa norte que suponía una gran provisión de carne, grasa y aceite que no podían despreciar. Eventos como este ralentizaban el avance del sendero.
La brisa mañanera – Rollo B&N 35mm 50 ASA
Aparentemente, según relata Lucas Bridges, la colaboración de los selknam era recompensada con alimentos “civilizados” sobre los cuales habían desarrollado cierto gusto. Principalmente, arroz, azúcar, maíz, café, té y galletas marineras. Ansiaban tales provisiones sobre todo luego del invierno en que la carne de guanaco era muy magra. En cambio, a fines del otoño con las primeras nevadas los guanacos bajaban de las montañas bien alimentados. Esos eran momentos en que no se pasaba hambre.
Al segundo día luego de internarnos en el bosque seguimos andando por ríos que se cruzan y valles que se bifurcan. Al vadear el Varela tomamos rumbo por el valle del Río Rancho Lata. El objetivo era llegar al pie del cerro Spion Kop para encarar el ascenso al día siguiente. Gran parte del día transcurrió pasando por terrenos fangosos y turbas. Cruzamos los ríos tantas veces que mojarnos con agua helada dejo de ser un problema para ser un hábito.
La senda Selknam – Rollo B&N 35mm 3200 ASA
Siguiendo el río encontramos que en un tramo el valle se bifurcaba. Tanta vegetación y accidentes en la geografía hacen que los mapas se tornen confusos y terminen siendo interpretaciones disímiles entre los expedicionarios. Uno decía que el cerro K-Juepen es aquel que posa por delante, detrás de la loma pelada, pero otro apuntaba que no era así, que había que girar hacia el Este porque lo de adelante es tan solo una lomada sin nombre. La cuestión toma grado de seriedad a partir del momento en que para decidir hay que volver hacia atrás o hay que avanzar con la posibilidad contingente de tener que desandar los pasos ante un error. En los años de expediciones y errores apilados hemos aprendido que la herramienta más útil no es la fácil tecnología sino la paciencia ante el paisaje. Mirar, detenerse lo necesario, pensar e intentar ubicarnos en el mapa. Por lo general así se toman buenas decisiones en el camino. En cambio, los apuros del cansancio y el hastío de la mochila suelen ser malos consejeros.
Así sucedió cuando estábamos en medio de esa turba con un gran valle que se dividía en frente y se bifurcaba hacia dos direcciones. Dudamos. En primera instancia apuntamos hacia el valle orientado al noreste. Suerte fue que algunos aconsejaran una parada de descanso a fin de no seguir sin la certeza de un rumbo correcto. Si no fuera por esa pausa seguramente hubiéramos tenido que volver sobre nuestros pasos ya que el valle a seguir era el que apuntaba al noroeste.
El camino tiene varios tipos de turba. Vale la pena comentar acerca de aquella que presenta un color rojizo y sobre la cual se puede caminar sin hundirse. En principio parece que se camina plácidamente sobre ella, cual si fuera sobre un colchón, pero a los pocos metros cuando las piernas empiezan a arder la mirada va en busca de un camino más firme. Pero eso es ciertamente preferible a las interminables turbas cenagosas en donde se avanza tan solo dos kilómetros por hora. Para todo expedicionario de Tierra del Fuego las distancias no han de medirse en kilómetros sino en variedad de terrenos. Algo similar sucede con los bosques achaparrados o con los renovales (árboles jóvenes que crecen pegados el uno al otro). El avance se hace en continuo zigzag y la mochila encuentra trabas en cada rama.
Ya más cerca de nuestro objetivo apuramos el tranco mental hacia el esbozo de alguna reflexión acerca del corredor costero. Ciertamente el recorrido por la senda Lucas Bridges fue provechoso en este sentido. Una senda realizada por los pasos y huellas que los propios selknam utilizaban, una senda cuyo objetivo era de gran importancia: conectar el sur y el norte de la isla por tierra, una senda que podía ser aprovechada por todos los fueguinos. Estas miradas sobre lo que significa ese espacio nos lleva a desear que la traza del camino este marcada por la historia, para que ella se mantenga viva junto con el bosque nativo. Que el camino represente una identidad y que su desarrollo no sea un avasallamiento sino una reafirmación de lo fueguino.
Estancia invisible – Rollo B&N 35mm 3200 ASA
Consideramos que hay una manera alternativa a pensar el corredor que supere la dicotomía de “corredor sí” o “corredor no”. El Corredor del Beagle si bien no está terminado ya es un hecho pero aún es un proyecto que esta recién naciendo porque el mismo no finaliza con el trazado y mejoramiento del camino. Lo sustancial del proyecto es el objetivo que se le va a dar al camino y la manera en que se van a distribuir o no las tierras aledañas al mismo. Una manera de hacerlo es que todo ese proyecto dialogue con la historia, con el paisaje y con la identidad de Tierra del Fuego.
Hay varios aspectos que pueden tenerse en cuenta. Esas costas, montañas y bosques son cosa singular en el mundo y como tal serán una atracción de gran valía para atraer turistas nacionales y extranjeros. Y seguramente poco a poco el corredor irá creciendo en infraestructura lo cual es beneficioso para el pueblo fueguino pero es menester que sea un crecimiento sustentable, que se respete el bosque nativo, que cada desagüe hacia el canal tenga los tratamientos necesarios (en Almanza hay quienes los tienen) y que la tierra sea accesible para quienes quieren emprender en proyectos productivos. Es muy importante que el territorio no se facilite a aquellos que gustan de la especulación con la tierra sin ni siquiera habitar o pisar esos suelos. Esas acciones inmobiliarias solo tienen relación con los bolsillos de algunos pocos y no suelen atender cuestiones de sustentabilidad.
Asimismo, hay que aceptar algo inevitable: el crecimiento acelerado de Ushuaia. La capital de la provincia se convirtió en un renoval de cemento. Todos pegados y buscando una salida en medio de un espacio escaso y cada vez más finito. Como lo afirma el periodista fueguino Gabriel Ramonet en su podcast “Nosotros los Fueguinos” de GAMERA.com.ar , hay una guerra territorial por la supervivencia urbana, en donde la batalla más difícil es la habitacional: “Gente que invierte sueldos enteros en alquileres de pequeñas casillas, dueños que construyen en el fondo para cobijar a sus familias crecientes, resignados que se adentran en el bosque para construir sus propias casas siempre reducidas (…) de habitaciones superpobladas y ventanas que dan a otras ventanas. (…) Todos guerreamos permanentemente por ese lugarcito que no está, que no alcanza.” La falta de espacio es uno de los grandes temas de la ciudad y la pregunta que emerge es hacía donde debe crecer la misma. Como ya hemos hablado en artículos anteriores el punto cardinal que queda para que la ciudad avance sin peligros y de manera sustentable es el Este.
Al abrigo del humo – Rollo B&N 35mm 3200 ASA
Por la mañana afrontamos el ascenso y el rodeo de la cima del cerro Spion Kop (nombre exótico que remite a un cerro en el que se luchó una cruenta batalla durante la guerra de los Boer contra el Imperio Británico en Sudáfrica). Ya desde la base pudimos analizar la ladera y marcar un recorrido imaginario. Luego de separarnos del Río Rancho Lata subimos atravesando el típico bosque de piedemonte fueguino y apuntamos hacia el paso que hay entre este cerro y el cerro K-Juepen. Luego comenzó el rodeo de la cumbre caminando por piedra laja de tonos grises. En los andares por Tierra del Fue el agua que corre por los ríos suele tener un color muy oscuro, pero en la cordillera se encuentran las nacientes que salen del interior de la montaña. Aprovechamos para cargar nuestras cantimploras con agua del manantial.
Ahí arriba vimos las nacientes del Río Valdez que luego se interna en el valle en donde se extiende una gran turba. El recorrido se hace por un costado entre la montaña y la turba. A partir de ese momento y hasta que finalizamos el recorrido llovió intermitentemente lo que hizo los traslados más entrecortados y las castoreras más barrosas.
El camino nos llevaba hasta la ruta que va a Tolhuin pero antes pasamos por las Termas. Sabíamos que existían y que estaban en desuso pero desconocíamos en que estado estaban. En algún momento estuvieron activas pero por conflictos en la concesión no se encuentran habilitadas. Nos sorprendimos al ver que estaban bien mantenidas, el pasto cortado, algunos de los piletones con aguas termales cristalinas y humeantes. Las mismas están en un lugar sin igual, lejos del pueblo en medio del valle y del bosque.
Ese día terminamos la expedición y esa fue seguramente la última vez que recorreríamos la costa del canal sin vehículos a la vista. De alguna manera eso nos duele porque esa es una de las pocas costas montañosas que quedan en el mundo en un estado casi natural. Pero entendemos que el camino se vuelve necesario como consecuencia del crecimiento demográfico de la capital. La ciudad no debe continuar creciendo de manera desordenada y perjudicial para los habitantes y para el entorno natural.
Expedicionarios – Rollo B&N 35mm 3200 ASA
Entre la capital y Almanza se puede pensar en una planificación territorial que atienda a las necesidades de la expansión poblacional de Ushuaia, del turismo y de la conectividad del creciente desarrollo del pueblo pesquero. Desde Almanza hasta Moat se puede propiciar un cuidado del paisaje que habilite a la presencia del turismo y de un uso agropecuario sustentable. Opinamos que hacia el Este de Moat la denominada Península Haush (conocida como Península Mitre) debe quedar intangible y protegida.
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