En la región austral de Chile, la industria del salmón de piscifactoría encendió una alarmante controversia ambiental que podría tener repercusiones para la Patagonia y, por extensión, para Tierra del Fuego. Recientemente en la Legislatura el bloque libertario presentó un proyecto que busca ampliar las restricciones vigentes para la salmonicultura en la provincia más austral de Argentina.
Un reciente artículo del New York Times titulado “En Chile, el salmón es fuente de polémica y oposición” destaca cómo esta actividad, que convirtió a Chile en uno de los principales productores de salmón del mundo, está generando preocupaciones significativas por sus impactos en el ecosistema.
El dilema del salmón chileno
Chile, conocido por su prístino entorno natural, experimentó cómo su industria salmonera crecía hasta convertirse en una de las mayores del mundo. Sin embargo, esta expansión trajo aparejada una serie de problemas ambientales. Según el NYT, la cría de salmón a gran escala está dañando los ecosistemas chilenos y amenazando la fauna autóctona. “La salmonicultura ha sido muy criticada por el uso intensivo de antimicrobianos, la contaminación de vías fluviales y la proliferación de algas nocivas”, señala el artículo.
Salmoneras en Chile – foto de Daniel Casado
En la región de Magallanes, al sur de Chile, donde la industria se extendió a áreas hasta ahora vírgenes, el impacto es particularmente preocupante. En abril, un informe realizado para las Naciones Unidas calificaba la salmonicultura de “una de las principales amenazas para el medioambiente que enfrenta la Patagonia”. El autor del informe David R. Boyd, profesor asociado de la Universidad de Columbia Británica, recomendó suspender “la expansión de la acuicultura del salmón a la espera de un análisis científico independiente de los impactos medioambientales adversos”. Esta recomendación fue rechazada por la industria, lo que provocó una creciente preocupación entre los sectores ambientalistas.
Uno de los motivos por lo que esta industria es tan contaminante es el uso de antibióticos. Según el artículo de NYT, el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura de Chile constató que en 2023 se utilizaron más de 338 toneladas métricas de antibióticos en las piscifactorías de salmón chilenas.
Salmones en el interior de las jaulas – foto de Corin Smith
Otro experto consultado por El New York Times fue el profesor de microbiología e inmunología en la Facultad de Medicina de Nueva York, Felipe Cabello: “Chile y Estados Unidos analizan la carne de salmón chileno en busca de antibióticos, pero Cabello dijo que ninguno de los dos analiza las muestras en busca de bacterias, lo que podría representar un riesgo para la salud pública. Si alguna bacteria tuviera genes resistentes a los medicamentos, explicó, estos podrían transferirse al tracto intestinal de los humanos y transmitir la resistencia a los antibióticos en un proceso conocido como transferencia horizontal de genes, en el que el material genético puede transmitirse de una bacteria a otra”. El texto también destaca que “El aumento de la resistencia a los antibióticos ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud como una amenaza grave para la salud pública mundial.”
Preocupaciones en Tierra del Fuego
Esta problemática no es ajena a los habitantes de Tierra del Fuego. La reciente noticia de que el bloque libertario, compuesto por el legislador Agustín Coto y la legisladora Natalia Gracianía, presentó un proyecto que elimina restricciones vigentes sobre la producción de salmónidos, puso a las organizaciones ambientales de vuelta en alerta.
Además, la iniciativa va en consonancia con las pretensiones de Newsan, una empresa argentina, que está impulsando la cría de salmón en la región fueguina. La posible llegada de esta industria a Tierra del Fuego podría traer consigo los mismos daños ambientales que se vieron en Chile.
Organizaciones locales nucleadas en el colectivo “No a las Salmoneras” están organizando encuentros para debatir y defender la ley que regula la salmonicultura desde el año 2021. Esa normativa que fue sancionada por unanimidad y contó con amplio consenso social, regula la actividad, autorizando la producción de salmónidos únicamente en tierra, con serias restricciones en favor del cuidado ambiental. Estos espacios tienen el objetivo de evitar que el daño que ya es evidente en Chile se repita en Tierra del Fuego. La preocupación es que, con el avance del proyecto libertario, esta industria pueda encontrar facilidades en el entorno fueguino, provocando daños irreversibles y afectando la biodiversidad local.
El artículo del New York Times retoma las palabras de Arturo Clément, presidente de SalmonChile, la asociación de la industria. Clément reconoció que el sector había “cometido errores en el pasado y que aún queda un camino por recorrer” y agregó: “Estamos convencidos de que se puede compatibilizar el cuidado del medioambiente con el desarrollo económico”.
Esas palabras son muy similares a las que empleó Ruben Cherñajovsky, titular del grupo Newsan, en el stream “La Fábrica del Podcast”, cuando defendió la actividad de la salmonicultura y en donde anticipó que su empresa ya está realizando inversiones en la materia.
Industria salmonera – foto de Corin Smith
Reflexiones sobre el futuro
El impacto de la salmonicultura en Chile muestra que la expansión de esta industria no siempre es tan beneficiosa como se presenta. En la Patagonia, la contaminación de las aguas y el deterioro de los ecosistemas son evidentes, y la resistencia a los antibióticos es una amenaza creciente para la salud pública global.
El Rompehielos
Crédito foto de portada: Salmones en el interior de las jaulas – foto de Corin Smith