En jurisdicción de la Administración de Parque Nacionales, frágiles y estratégicos, su preservación es una política pública destinada a nosotros y a quienes nos siguen.

Podría afirmarse que el patrimonio cultural es la herencia que recibimos del pasado, que vivimos en el presente y que debiéramos asegurarnos de transmitir a las futuras generaciones. No debiera pensarse sólo como un mero relevamiento de monumentos y objetos. Son también las expresiones vivas legadas por nuestros antepasados.

Se considera patrimonio material a toda demostración tangible que nos brinde información sobre las actividades y su interacción con el ambiente, que haya llevado a cabo cualquier grupo humano. Sitios arqueológicos, arte rupestre, estructuras, objetos aislados, construcciones, conjuntos arquitectónicos y paisajes culturales son algunas de las expresiones consideradas como recursos culturales.

Las tradiciones orales, expresiones artísticas con sus saberes y técnicas, costumbres sociales, ceremonias, celebraciones, junto a los conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, son algunas de las actividades humanas consideradas como patrimonio inmaterial.

Sus dos dimensiones, la material y la inmaterial, deben ser conservadas con igual dedicación, debido a tu extrema fragilidad. La investigación, la conservación y la posibilidad o no del acceso público con fines educativos o recreativos deben ser ejes de su gestión. Su carácter no renovable así lo exige.

A través de su “Programa de Manejo de Recursos Culturales”, la Administración de Parques Nacionales (APN) destina una red de trabajo interinstitucional a la gestión y conservación del patrimonio cultural existente en las áreas protegidas nacionales. Técnicas y técnicos trabajan en la evaluación, actualización del inventario, monitoreo periódico de los bienes y la capacitación a personal del organismo. También desarrollan planes de intervención, analizan las solicitudes de permisos para investigación y evalúan los impactos ambientales de obras o prestaciones.

Este programa es parte del “Sistema de Información sobre Biodiversidad” de la APN. Fue creado en 2002 “para iniciar un proceso de recopilación, clasificación, ordenamiento y puesta a disposición de la comunidad, de la información de carácter biológico de las áreas protegidas bajo su jurisdicción y su posterior extensión al resto del país”.

El “Registro Nacional de Recursos Culturales” (RNRC) de la APN ha desarrollado una base de datos que ha permitido establecer que en bajo su jurisdicción posee 740 recursos culturales, de los cuales 304 son estructuras y construcciones, 216 son concentraciones de hallazgos, 118 son expresiones rupestres, 31 son enterratorios, seis colecciones y 65 entre hallazgos aislados y de otras características. Del total de esos patrimonios, 243 se ubican en la Región Centro, 73 en la del Noroeste, 70 en la Noreste, y 211 en la Patagonia Norte. En los seis parques nacionales de la Patagonia Austral se han podido registrar 152.

La base de datos está actualizada a diciembre de 2020 y su localización “es confidencial por cuestiones de seguridad, son bienes únicos, frágiles y no renovables. Sólo se difunde la ubicación de aquellos que están en uso público o han sido refuncionalizados”, expresó Natalia Spaggiari, de la Dirección Técnica de Conservación de la APN.   

Recursos culturales en los parques nacionales de la Patagonia Austral

En seis de las nueve áreas protegidas bajo jurisdicción nacional, ubicadas en las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego, se ha podido relevar la existencia patrimonial, el estado de conservación y la etapa de manejo en que se encuentran los recursos culturales materiales.

En Santa Cruz, el PN Los Glaciares encabeza la nómina en la región con 39 hallazgos, seguido por el PN Bosques Petrificados de Jaramillo con 33, el PN Perito Moreno con 30. Cierran la lista el PN Monte León con 20 y el PN Patagonia. El PN Tierra del Fuego ostenta 27 vestigios culturales. Sumados equivalen al 20,5 % del total del país.

“Hoy en día el patrimonio cultural está intrínsecamente ligado a los desafíos más acuciantes a los que se enfrenta toda la humanidad”, expresó la Unesco en su documento “Indicadores de cultura para el desarrollo”. Desde el cambio climático a los conflictos entre comunidades, la educación, la salud, la emigración, la urbanización, la marginación o las desigualdades económicas son solo algunas de las facetas humanas por las que habría que considerar al patrimonio cultural “esencial para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible”. Con su riqueza, nuestra Patagonia nos ofrece otra oportunidad.

Daniella Mancilla Provoste
Foto de portada: Claire Barthet

EL ROMPEHIELOS
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