Cuando hablamos de paridad y de cupo femenino de ninguna manera nos referimos a una cuestión caprichosa y, mucho menos, a lo que se ha querido instalar como una especie de “discriminación positiva”.

Diversas organizaciones feministas se mostraron preocupadas por el impacto mediático que ha tenido el lanzamiento de la campaña “Mujeres al Concejo” en la ciudad de Ushuaia, que tiene como único objetivo visibilizar la desigualdad reinante dentro de ese espacio deliberativo y que es solo una muestra de la forma en la que se ignora a la Constitución Nacional que, con su reforma de 1994, incorporó en el artículo 37 lo siguiente: “La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral”.

“Lo que más nos preocupó al ver el cariz que tomaba el debate de la indignante ausencia de mujeres concejalas, fue la liviandad y profundo desconocimiento de la normativa que garantiza el derecho a la igualdad y no discriminación a las mujeres”, expresaron en el comunicado publicado en los últimos días y acompañado por numerosas firmas que representan al colectivo feminista en nuestra provincia.

La Secretaría de la Mujer del Municipio presentó en la Universidad Nacional de Tierra Del Fuego (UNTDF) su iniciativa para garantizar la presencia femenina en el Concejo Deliberante

La titular de la Secretaría, Laura Ávila, sostuvo al respecto: “uno de los principios de la Constitución Nacional es que todos, varones y mujeres, somos libres e iguales. Sin embargo, esa igualdad no siempre se hace efectiva. El cupo femenino busca garantizar el acceso de las mujeres a la política. Por ejemplo, con anterioridad a la existencia del cupo, el Congreso Nacional contaba con un 6% solamente de representación femenino. Es decir, la igualdad entre varones y mujeres era formal y no real. El cupo busca hacer efectivo el principio igualitario y hacer realidad la presencia de mujeres en la política”.

“Esa es la discusión que estamos dando hoy en Ushuaia. Lo que buscamos es debatir y encontrar la mejor manera para garantizar la presencia de mujeres en el Concejo Deliberante. Hoy el Concejo está compuesto por 7 varones, y en los últimos 14 años solo 3 mujeres accedieron a las bancas. Queremos revertir esa situación y hacer efectiva la participación de mujeres en el Concejo Deliberante”.

Uno de los principales argumentos que se utilizan para intentar responder a la escasa representación de mujeres es la “falta de oferta”. Si no hay suficientes mujeres que quieran encabezar listas entonces no puede afirmarse que no estén suficientemente representadas.

Otro argumento largamente esgrimido es “se debe elegir por capacidad y no por género”; el sitio Elespanol.com publica una serie de estudios que se han realizado sobre el tema (por ejemplo, en Francia o en el Parlamento de Cataluña) en los que se demuestra que la presencia de mujeres seleccionadas a través de cupos no tiene un impacto negativo en términos de calidad. Es más, tanto en Italia como en Suecia, los datos parecen apuntar al efecto contrario: en ambos casos, una mayor presencia de mujeres tiende a incrementar la educación media de los políticos. Esto sucede al aumentar la cantidad de mujeres con alto nivel de educación y reducirse el número de “hombres mediocres”.

Mercedes D’Alessandro, autora de Economía Feminista, dice al respecto “las mujeres hoy ocupan un lugar diferente en la producción social; en los ’60 solo 2 de cada 10 mujeres trabajaban fuera del hogar, hoy son 7 de cada 10, pero lo hacen en condiciones adversas que es ganando menos, con menores posibilidades de ascenso, haciendo el trabajo doméstico no remunerado. Eso hace que las mujeres hoy estemos en una situación que muchas veces te impide participar en política, te impide participar en el sindicato porque te tenés que ir a cuidar a los chicos y no te podés quedar en la reunión hasta las doce de la noche o incluso en tu trabajo que no podés viajar porque te tenés que quedar con la familia o cuidar a tu mamá o tu papá que está enfermo.”

“Hay un montón de cosas que impiden que las mujeres puedan desarrollarse en los lugares donde se hace política, se generan ascensos, etc., y esas cosas forman parte de las demandas que tienen que ver con los cuidados, con la reorganización en el interior del hogar entre mujeres y varones; pero las mujeres que están solas también necesitan guarderías, geriátricos y cosas que le permitan, de alguna manera, resolver esa correlación entre el hogar y trabajo”.

No basta con tener mujeres legislando, sino generar una agenda que tenga que ver con el género que permita generar oportunidades para que mujeres puedan acceder a trabajos dignos, que le permitan compatibilizar con sus vidas familiares y de esa manera destrabar el camino para que puedan romper ese techo de cristal y acceder a cargos más altos.

A nadie escapa que las tareas de cuidado son predominantemente sostenidas por mujeres y culturalmente está aceptado que así sea. De esta manera se grafica claramente cómo la oportunidad deja de ser equitativa y muchas mujeres deben dejar de lado el ascenso aspiracional tanto en la faz laboral como en la faz política, pues “deben ocuparse de lo que les corresponde” por mandato social.

En el mismo sentido se expresa Ariane Aumaitre, alumna de posgrado en Estudios Europeos en la Universidad de Maastricht, al afirmar que “a nivel simbólico, la introducción de cuotas de género en cámaras legislativas puede contribuir a normalizar la presencia de mujeres en la esfera pública, al actuar estas como role models para las futuras generaciones, algo que podría tener un efecto positivo de cara a incrementar la igualdad en el medio y largo plazo”.

Más allá del efecto simbólico, parece que un aumento en la representación descriptiva podría afectar positivamente a la representación sustantiva de las mujeres. La evidencia empírica sugiere que las mujeres tienden a ser más sensibles en lo que se refiere a legislación que afecta a otras mujeres. Esto incluiría, por ejemplo, leyes sobre el aborto, contracepción, igualdad, o violencia de género.

Las representantes femeninas también tienden a favorecer legislación en materias de política familiar y conciliación. En un estudio realizado en el Congreso de Estados Unidos puede observarse cómo, cuanto más afecta un asunto a las mujeres, más importante es el género a la hora de determinar el voto de los políticos. En resumen: aumentar la representación descriptiva femenina en un parlamento aumentaría el peso de las políticas que afectan a las mujeres.

 

María Fernanda Rossi

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