En los últimos años, se ha corrido la voz de que vacunarse es “una decisión personal”, una creencia que trae consigo un impacto negativo en la salud mundial, ante los nuevos casos de enfermedades que se consideraban erradicadas.
Se estima que las vacunas salvan la vida de 3 millones de niños al año: desde hace 2 siglos, brinda beneficios a la humanidad y la expectativa de vida se ha extendido entre 10 a 15 años debido a su utilización. El agua potable y el sistema vacunatorio han sido avances científicos que potenciaron el desarrollo humano.
En el 2016, América Latina se convertía en la primera región del mundo proclamada por la Organización Mundial de la Salud como “libre de sarampión” (el último caso endémico -es decir, que no se produjo por una cepa importada del virus, fue en 2002 en Venezuela).
La responsable del Programa Provincial de Inmunizaciones del Ministerio de Salud de Tierra del Fuego, Luciana Bellone, fue consultada por el panorama mundial que se avecina. En declaraciones a FM MASTER’S de Ushuaia, la especialista explicó que durante el año 2017 se observó que en Europa se desencadenó un alarmante brote de sarampión: “Fundamentalmente en Italia, Rumania, y algunos casos esporádicos en Francia”. En vista de lo que pasa en el resto del mundo, Argentina ha tomado la decisión de volver a recordar la importancia de las vacunas, sobre todo la Triple Viral.
En este sentido, sostuvo que “si bien el 2016 se declaró a América libre  de casos autóctonos, eso no significa que la enfermedad está erradicada, hay que intensificar acciones para mantener ese status, eso es lo que hacemos con las coberturas adecuadas, vigilar los casos de enfermedades con síntomas de fiebre, y se está en alerta con los casos internacionales”.
Una de las causas que alertamos durante el año pasado en Argentina es que hubieron casos importados, de gente que se fue a otros países y no estaba debidamente vacunada” por lo cual Bellone indicó que “hacemos los esfuerzos para que no ocurra eso”, en especial teniendo en cuenta que “si la gente que viaja se preocupa en vacunarse contra la Fiebre Amarilla, también debería preocuparse en saber si tiene la dosis correspondiente de la Triple Viral. Todas las vacunas del calendario nacional son obligatorias y gratuitas por ley en la Argentina. La vacuna del sarampión se aplica a los dos meses de vida y después al ingreso escolar. Pero si no se cuentan con las dos dosis, se puede aplicar, no tiene límite de edad, salvo los que hayan nacido antes de 1965, que se considera inmunizados porque la mayoría la tiene”.
La profesional aseguró, que “Tierra del Fuego ya se expidió a favor de la vacunación y no tenemos el problema que ocurre en algunos lugares del país, como El Bolsón, donde hay comunidades anti vacunas”.
Acerca de estos movimientos en contra de la vacunación, la jefa del área sanitaria aseveró “ningún niño muere por la aplicación de una vacuna, pero sí hay casos de muertes por no vacunarse; ese es el mensaje que hay que dejar. En la vacunación no puede opinar cualquiera, se debe buscar información en las fuentes fidedignas, pero Google no es para eso. Hay que consultar, pero no a cualquier médico naturalista. Hay cuestiones que no se discuten. Si bien médicamente las vacunas pueden tener efectos adversos, el beneficio supera ampliamente el riesgo de la muerte. Está demostrado que el agua potable y las vacunas son las medidas sanitarias que más impactaron en la salud de la sociedad”.
Los peligros del movimiento “anti vacunas”
En varias ciudades del mundo, se ha notado un fuerte crecimiento del llamado “movimiento antivacunas”: personas que deciden no vacunarse, basados en el antiguo mito de que las vacunas producen autismo. En un trabajo realizado por el médico, biólogo y divulgador cordobés Ezequiel Arrieta y publicado por la revista de divulgación científica El Gato y la Caja, Arrieta explica en palabras cortas, claras y concisas la historia de ese “mito”: “Uno de los argumentos más repetidos por los anti-vacunas es que ‘las vacunas producen autismo’. A pesar de que nadie sabe exactamente qué produce el autismo, ellos afirman con seguridad que el incremento del número de niños con autismo se debe al aumento del número de vacunados. Esta historia empieza con un paper que publicó un tal Wakefield en 1998. A este señor se le ocurrió que el autismo de unos niños que habían sido vacunados con la triple viral tuvo su origen en ésta. ¿Evidencias? ¿Estadísticas? Nah, eso es para la gilada. La tiró así como cuando Hanneman escribió los postulados de la homeopatía. A pesar de que el artículo haya sido retractado y recontraremilrefutado con bocha de estudios, algunos medios de comunicación, una vez más, echaron moco con las noticias científicas. No hace falta ser periodista cirujano nuclear de cohetes inteligentes para entender que la correlación no indica causalidad. Así como ellos dicen que los niños tienen autismo porque fueron vacunados, también puedo decir que los niños que tienen autismo tienen juguetes y entonces los juguetes son la causa del autismo. Cuidado, Playmobil, que van por vos”. (Si te interesa leer el trabajo completo, podés leerlo en su web)
El artículo de Wakefield fue publicado en su momento por la revista médica británica The Lancet. Y allí comenzó el mito. Luego de múltiples estudios que trataron, sin éxito, de replicar el resultado, la revista se retractó y el artículo fue calificado, recién en el 2010, como “fraudulento”. Ese mismo año las autoridades médicas británicas le quitaron la licencia al autor. El daño ya estaba hecho.
Si bien en Argentina el grupo de anti-vacunas es minúsculo, existe. Cabe recordar que en junio del 2017 la diputada por la Unión Pro Paula Urroz propuso que las personas acepten o no el acto médico de la vacunación en “cumplimiento del derecho al consentimiento establecido en la Ley 26.529”, proyecto que, afortunadamente, no prosperó.
En Colombia, el Ministerio de Salud reportó, esta semana, el primer caso de sarampión importado desde 2015. El paciente es un bebé de 14 meses que llegó de Caracas a Medellín vía Cúcuta. Este episodio se suma a la alerta mundial por esta eruptiva que está disparada en Europa, en donde en 2017 aumentó el número de contagios en 400 por ciento con respecto al año anterior, y que ya ha llegado al continente americano. En 2017 se reportaron más de 21.000 casos en Europa, 120 casos en Estados Unidos, 70 en Venezuela, 45 en Canadá y 3 en Argentina. La alerta está en rojo, pues la enfermedad ha entrado a varios países por diferentes fronteras.
Muchos padres, por temor a causar daños neurológicos en sus hijos -un temor sin argumentos científicos reales, pero repetido hasta el hartazgo por el “movimiento naturalista anti vacunas”-, han decidido no vacunarlos. En la última década, esta tendencia ha ido en aumento, sobre todo en países desarrollados y estratos sociales altos, en los que el esquema de vacunación había demostrado una efectividad casi absoluta. La consecuencia: el regreso de enfermedades controladas y hasta erradicadas.
Es necesario seguir recordando que el Plan de Vacunación es obligatorio en la Argentina (y en casi todos los países del mundo). No vacunar a nuestros hijos es punible por la ley, además de poner en riesgo no sólo la salud de nuestros seres queridos, sino de toda la sociedad en la que vivimos.
Silvana Minué
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