Además, la gente no tenía qué comer y se moría de hambre y padecía gran escasez, al extremo que los caballos no podían utilizarse. Fue tal la pena y el desastre del hambre, que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras y otras sabandijas; hasta los zapatos y cueros, todo tuvo que ser comido.
Sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas; y así que esto se supo, se les prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se les colgara en una horca. Así se cumplió y se les ahorcó.
Ni bien se los había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno se fue a su casa, algunos otros españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí los comieron.
También ocurrió entonces que un español comió a su propio hermano que había muerto. Esto ha sucedido en el año de 1535, en el día de Corpus Christi, en la referida ciudad de Buenos Aires.

fragmento de RELACIÓN DEL VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 1534-1554, de Ulrico SCHMIDL, 1567

 

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