José Bonomi, técnico de campo del equipo de Conservación de Parque Patagonia, trabaja monitoreando especies clave como el puma y el gato del pajonal. Su labor incluye generar información para la conservación, fortalecer vínculos con la comunidad local y transmitir la importancia de preservar ecosistemas funcionales.
José siempre supo que quería trabajar con fauna salvaje. Desde pequeño, en su Uruguay natal, pasaba horas estudiando guías de mamíferos, aves y reptiles, imaginando un mundo donde las especies que habían desaparecido de su país, como el yaguareté o el oso hormiguero, pudieran volver a habitarlo.
“Me daba mucha pena saber cuántas especies están extintas en Uruguay. Siempre tuve la esperanza de poder verlas en libertad, ya sea en mi país o en otro lugar”, cuenta.
Su conexión con la Fundación Rewilding Argentina comenzó cuando tenía 16 años. “Vi una publicación en Facebook sobre los proyectos de reintroducción en Iberá y quedé fascinado. Ahí supe que esto era lo que quería hacer”, recuerda. Aunque entonces no pudo participar por su edad, esa chispa no se apagó.
Años después, Bonomi logró unirse como voluntario al proyecto Cambyretá en Iberá, donde trabajó en el proyecto de reintroducción de guacamayos rojos y aprendió técnicas de monitoreo y manejo, que definieron su camino.
“Llegar a Iberá fue un sueño. Estar rodeado de fauna salvaje y aprender de ella todos los días fue increíble”, dice. Y fue esa experiencia la que le abrió las puertas a San Alonso, el corazón del proyecto de reintroducción del yaguareté, donde pasó semanas completamente inmerso en el trabajo de campo.
En 2024, la Patagonia apareció en su horizonte. “Cuando me ofrecieron venir al Parque Patagonia, acepté enseguida. No había escuchado tanto sobre este proyecto, pero quería conocerlo. Después de trabajar en los calurosos esteros, la idea de un cambio también me entusiasmaba”.
En la Patagonia, encontró un paisaje completamente diferente al que conocía. “La estepa, los cañadones, el silencio. Todo me impactó mucho. Es un lugar impresionante”.
Hoy, Bonomi es técnico de campo del equipo de Conservación del Parque Patagonia. Su trabajo se centra en el monitoreo de especies claves como el puma y el gato del pajonal.
“Mis tareas diarias consisten en monitorear, mediante telemetría, los individuos equipados con collares satelitales, estudiar sus comportamientos y generar información que ayude a tomar medidas de conservación efectivas”, detalla.
Además, trabaja con los vecinos de la región, la comunidad local y los visitantes del parque para transmitir la importancia de conservar ecosistemas funcionales. “Creo que una de las cosas más importantes es comunicar el valor de cada especie, no solo a instituciones o autoridades, sino también a las comunidades locales”, explica.
Bonomi también tiene grandes expectativas para el futuro del Parque Patagonia. “Me encantaría en unos años poder crecer como profesional, aprender más sobre manejo activo de fauna y mejorar en la comunicación de proyectos para colaborar con la conservación más allá del parque”.
“También creo que es fundamental fortalecer los vínculos con las comunidades locales, especialmente con quienes tienen conflictos con los animales, y lograr que aprecien su importancia. Sería increíble cambiar esa perspectiva”, reflexiona.
José no escatima en hablar sobre el gran potencial que tiene el involucrar a los jóvenes de la región. “Creo que pueden encontrar oportunidades en el turismo o la producción de naturaleza. Si trabajamos en este proceso, podría suceder aquí algo como en Torres del Paine, donde el puma se ha convertido en la economía principal de la región. Acá, en la estepa patagónica, tenemos todo para lograrlo”.
Una de sus anécdotas favoritas ocurrió durante una jornada de monitoreo, en “una mañana como cualquier otra”, según cuenta, pero que se convirtió en una postal imborrable. “Salí con una persona que estaba conociendo el proyecto y, mientras caminaba en la estepa, algo captó mi atención a lo lejos: un cachorro de puma descansaba”.
Decidieron acercarse sigilosos, y al llegar, mayor sería la sorpresa cuando descubrieron que había dos cachorros más, “tranquilos y sin incomodarse por nuestra presencia”.
“Fue un momento único”. Los animales estaban tranquilos, observándolos desde el otro lado del cañadón Caracoles, sin inmutarse. “Capturamos el momento mediante imágenes y charlamos sobre el rol fundamental de estos animales en el ecosistema. La persona quedó encantada, aunque le aclaré que no era algo que pasara todos los días. Fue un poco de suerte”, recuerda con una sonrisa.
Para Bonomi, uno de los aspectos más gratificantes de su trabajo es el tiempo que pasa observando a los animales. “Es muy emocionante poder estar cerca de un puma o un gato de pajonal y verlos tranquilos, en su hábitat natural. Es un privilegio aprender de ellos mientras hago mi trabajo” dice.
Pero su inspiración no viene solo de la fauna y los paisajes. “Lo que más me inspira es ver cómo, a través del rewilding, se pueden recuperar ecosistemas que estaban muy degradados”.
“Es gratificante ser testigo de ese proceso”, reflexiona. Además, destaca el aprendizaje constante. “Los compañeros con los que trabajo tienen historias impresionantes y un amor profundo por estos lugares. Eso es algo que motiva mucho”.
El camino de José Bonomi desde Uruguay hasta la Patagonia es una historia de compromiso con la conservación. “Para mí, esto es un sueño. Es poder dedicarme a algo que me importa profundamente, en un lugar que tiene tanto para ofrecer y enseñar”, finalizó.
El Rompehielos