“Bitácora de Viaje” es una serie de artículos que cuentan en primera persona las crónicas de navegación del proyecto CAOBA – RUMBO SUR que une Buenos Aires y Ushuaia. Se trata de un proyecto que articula navegación, ecología, socialización y educación, en una experiencia integral a vela.
09/03/2021
El día 18 de febrero llegaron los nuevos tripulantes al Caoba: Federico y los dos Pablos. Se suman a mí –a bordo desde noviembre- y a José –embarcado desde hace poco-.
Ni bien bajaron del avión ya se pusieron con los preparativos para zarpar: hacer las compras, acomodar el barco y algunas visitas de último momento.
A la noche tuvimos un inolvidable asado despedida con nuestros amigos del club AFASyN en el barco Angel B.
Sólo dormimos un par de horas y el día 19 a las 4:30 am los cinco zarpamos en el Caoba desde Ushuaia rumbo a Mar del Plata; a último momento se sumó el San Patricio para realizar la travesía en conserva.
El objetivo era llegar alrededor de las 4 am del 20 a la boca del temido Estrecho de Lemaire para aprovechar la estoa de la baja de las 6:20 am y cruzarlo.
Luego de hacer el Paso Guaraní, visitar la pingüinera de la Isla Martillo y saludar a nuestros amigos de la Estancia Harberton, llegamos a las 3 am del 20 a la boca del estrecho. Sorprendentemente no encontramos corriente en contra y pegados a la costa W lo remontamos a motor hasta la Bahía Buen Suceso.
Llegados a ese punto, el viento rotó al NW y cruzamos el estrecho hacia el NE con velas de proa, haciendo hasta 10 nudos de velocidad. En un mar algo arbolado y con escarceos, el Caoba parecía deslizarse en un suave tobogán. De este modo, haciendo un excelente tiempo, a las 11 am, fondeamos al abrigo en Caleta Hoppner en Isla de los Estados, popa hacia tierra y dos cabos largos hacia árboles en tierra.
Quedamos abarloados con el San Patricio para descansar, jugar al truco y reírnos en medio de una naturaleza increíble.
La llegada a la isla, que se mostraba con sus picos cubiertos de nubes, nos daba una sensación extraña, mezcla de misterio, algo amenazante, difícil de describir, como llegando al fin del mundo, a un lugar absolutamente desconocido, inhóspito y tétrico. Nos contó Pablo que, al descender a tierra para establecer el cabo, sintió algo parecido a la indefensión, una cierta vulnerabilidad.
Con la noche y la rotación del viento llegarían –una vez más- los williwaws.
Más información sobre el proyecto en www.caobarumbosur.com.ar