Fue declarado el 10 de agosto al conmemorarse el aniversario de la muerte del Teniente Coronel de Marina Luis Piedrabuena, como homenaje a tan grande defensor de los derechos argentinos en la Patagonia austral.

Por Ley Nº 25.150, sancionada el 25 de agosto de 1999 y promulgada el 13 de septiembre de ese año, fue declarado el 10 de agosto como Día Nacional de la Isla de los Estados, al conmemorarse el aniversario de la muerte del Teniente Coronel de Marina Luis Piedrabuena, como homenaje a tan grande defensor de los derechos argentinos en la Patagonia austral.

Separada de la Tierra del Fuego por las 18 millas de ancho del Estrecho de Le Maire, se presenta la Isla de los Estados protegida constantemente por espesas brumas.

Estrecha y alargada en sentido Este – Oeste, la isla posee una superficie de 556 km2, situados entre los paralelos 54º 38′ y 54º 54′ de latitud sur y los meridianos 63º 47’ y 65º 46’ de longitud oeste, aproximadamente.

En efecto, esta porción insular resulta permanentemente azotada por témpanos de hielo, perforada por violentos oleajes, y sacudida por impetuosos vientos y nevadas.

La “Isla de los Sueños” o “Isla del Diablo”, según la experiencia de cada uno que puso un pie en ella, fue descubierta el 24 de enero de 1616 por una expedición holandesa.

A fin de encontrar un nuevo paso hacia el Pacífico, para quebrantar el privilegio otorgado por las Indias Orientales de navegar en exclusiva el Estrecho de Magallanes, Jacobo Le Maire emprendió viaje hacia “el fin del mundo”; y no solo halló el tan ansiado paso, sino también la isla austral que tanta trayectoria tendría en nuestra historia naval.

La isla fue llamada “Tierra de los Estados”: «Tierra», en la creencia de que se trataba de una península de la Terra Australis Incognita; y «de los Estados», en honor a las siete provincias de los Países Bajos que estaban luchando por su Independencia.

De aquí en más, varios fueros los heroicos hombres que jalonaron la historia de la Isla e hicieron en ella soberanía. En 1829 la recorrió Luis Vernet y el 6 de octubre de 1868 fue cedida por Mitre a Luis Piedrabuena como premio a su labor patriótica.

Unos meses después, el 19 de febrero de 1869, el Capitán Piedrabuena izó por primera vez la bandera argentina en la isla, en cercanías de Puerto Cook.

Así era el faro que el 25 de mayo de 1884 libró al servicio en la isla de los Estados la División Expedicionaria al Atlántico Sur al mando del Comodoro de Marina Augusto Lasserre.
Vista actual del faro San Juan de Salvamento. Puesto nuevamente en servicio el 26 de febrero de 1998.

En abril de 1884, la División Expedicionaria al Atlántico Sur, al mando del Comodoro de Marina Augusto Lasserre, arribó a San Juan de Salvamento, con el fin de establecer una Subprefectura e instalar un faro. El 25 de mayo se inauguró el faro de San Juan de Salvamento –bautizado el Faro del Fin del Mundo- construido en cumplimiento de la ley 1390, promulgada en octubre de 1883. Posteriormente fue designado Monumento Histórico Nacional.

Tiempo después, en el puerto San Juan de Salvamento comenzó a funcionar en 1884 una colonia penal que dejó de operar definitivamente el 14 de marzo de 1899, luego de su traslado a Puerto Cook, en la misma isla. En 1902 fue reubicada a la Prisión Militar de Ushuaia para prevenir las enfermedades causadas por la extrema humedad y frío del lugar.

Actualmente la custodia de la Isla de los Estados la lleva a cabo la Armada Argentina, que mantiene un Puesto de Vigilancia y Control de Tránsito Marítimo (PVyCTM) ubicado en Puerto Parry, único asentamiento humano en la isla establecido el 4 de diciembre de 1978 bajo el nombre de Apostadero Naval Puerto Parry y rebautizado en 1997 como “Comandante Luis Piedrabuena”.

Desde el puesto se cumple con la misión de controlar el tránsito marítimo en su área de influencia y estar prestos a brindar ayuda a las embarcaciones que navegan por la zona. Se utiliza además para dar apoyo logístico a investigaciones científicas y tareas de recuperación del patrimonio histórico nacional.

La Isla de los Estados fue designada como reserva ecológica por la Constitución Provincial de Tierra del Fuego en 1991, mediante el Art. 54.

Por Decreto N° 929/16 se transformó en una Reserva Natural Silvestre a fin de garantizar la protección de las 52.736 hectáreas que abarcan la isla y el archipiélago de Año Nuevo y, de esta forma, aumentar la superficie de las áreas protegidas en el territorio nacional como contribución al cuidado del ambiente.

El suelo y el clima

El suelo es montañoso con agudos y escarpados picos, algunos de los cuales mantienen sus cumbres nevadas durante la mayor parte del año, alcanzando algunas hasta los 825 metros de altura. La costa presenta una sucesión de bahías y fiordos, con acantilados y pendientes abruptas.

La isla exhibe sorprendentes contrastes: las montañas aparecen agrestes, en tanto que los valles interiores se hallan cubiertos por una frondosa vegetación, originada por la abundante humedad que producen los más de 1000 milímetros de precipitaciones anuales.

El suelo está cubierto por turba y tupidas selvas, características éstas de la región andina, ya que se trata de un afloramiento de ese origen.

El clima es similar al de la parte occidental de la Tierra del Fuego: húmedo y variable son sus características principales. A esto se le agrega el frío que se mantiene entre los –6º y 10º centígrados. Los vientos constantes y perseverantes hacen que las aguas bañen y azoten sus costas de manera casi permanente, formando así la característica bruma que envuelve a la isla.

Los animales

La fauna, por su parte, posee las limitaciones propias de la condición insular. Abundan pingüinos, lobos marinos, nutrias y un representante de la familia de los roedores.

En lo que concierne a las aves, el espectro es más variado, encontrando en ella gran variedad de aves marinas y continentales. Gaviotas, cormoranes, albatros, palomas de mar, ánades y algunas carroñeras, entre otros, se han adaptado a las adversidades del clima.

Especies de la fauna patagónica calificadas como vulnerables, también habitan la Reserva, como el carancho austral y la paloma antártica. Habita la isla un pequeño roedor nativo endémico –el ratón de los guindales– así como también otras especies llevadas por el hombre, como el ciervo colorado y la cabra.

Los primeros habitantes de la Isla de los Estados la denominaron «tierra de la abundancia».

Fuente: Gaceta Marinera

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