Nuevo estudio científico señala que, para alcanzar un futuro justo y sostenible, es necesario incluir los múltiples valores de la naturaleza en las decisiones económicas y políticas

El trabajo publicado en Nature, en el que participó el investigador del CONICET Christopher Anderson, destaca que la valoración meramente instrumental de la naturaleza redunda en una crisis de biodiversidad y emergencia ambiental.

Un nuevo estudio internacional, que contó con la participación de 85 científicos y científicas de distintos países del mundo, publicado en el día de hoy en la prestigiosa revista Nature, señala la perentoria necesidad de incorporar las diversas formas de valorar la naturaleza a la toma decisiones políticas y económicas, si se desea alcanzar un futuro más justo y sostenible.  El trabajo, en el que participó Christopher Anderson, investigador del CONICET en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET) y profesor en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF), tiene su antecedente en el Informe de los Múltiples Valores y Valoraciones de la Naturaleza, elaborado en el marco de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), en julio de 2022 en Bonn, Alemania, respaldado por sus 139 países miembros.

El trabajo evaluó más de 50 mil publicaciones académicas, documentos de políticas públicas y fuentes de información indígena y local, demostrando que en todas las sociedades hay modos diversos de valorar la naturaleza que van más allá del uso económico de los recursos naturales, y que son frecuentemente subestimados en el ámbito de toma de decisiones políticas y económicas. En este sentido, el estudio reconoce que existen diferentes formas de valorar la naturaleza profundas y muy arraigadas, que se relacionan con normas sociales e incluso normas legales. Entre estas formas, resalta tres tipos de valores atribuidos a la naturaleza: los “instrumentales” (por ejemplo, cuando la naturaleza es percibida como un activo económico), “intrínsecos” (por ejemplo, cuando se quiere cuidar la naturaleza desde un punto de vista ético o moral), y “relacionales” (por ejemplo, los valores que surgen de una relación profunda con la naturaleza, como el sentimiento de pertenencia a un territorio o las identidades colectivas).

Según el estudio, la crisis ambiental mundial radica en una ‘crisis de valores’, donde se ha priorizado un subconjunto valores, particularmente aquellos “instrumentales” basados en el mercado económico, los cuales se imponen sobre otros, generando una “subvaloración” de la naturaleza en total, que deviene en las problemáticas de la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático.

De acuerdo con los autores y autoras, es urgente comprender la diversidad de valores y generar mecanismos que contribuyan a que éstos sean contemplados en los ámbitos de toma de decisiones privadas y públicas, facilitando procesos inclusivos y participativos, que reorienten las acciones y políticas ambientales y de desarrollo.

El estudio identifica cuatro “enfoques centrados en valores” que pueden fomentar las condiciones necesarias para un cambio transformador hacia un futuro más justo y sostenible: 1) reconocer la diversidad de valores respecto a la naturaleza; 2) incorporar esos valores diversos a la toma decisiones en todos los sectores; 3) reformar las políticas y marcos institucionales, y 4) cambiar las normas sociales para respaldar los valores alineados con la sostenibilidad.

Según indica Anderson, el trabajó realiza un aporte significativo al demostrar “que el ser humano tiene diversas formas de concebir y valorar la naturaleza, y no solo prioriza usos egoístas o valores monetarios. Desde América Latina, estamos bien posicionados para reconocer esta diversidad e incorporarla en acciones. Por ejemplo, en nuestro continente tenemos el Acuerdo Escazú, que nos garantiza el derecho en lo referido a lo ambiental, al acceso a la información, a la participación en la toma de decisiones, y a la justicia. También, en la Argentina, vemos la transversalización del ambiente en nuestras políticas públicas, por ejemplo a través de la Ley de Cambio Climático, que generó un Gabinete Federal entre todos los ministerios sobre este tema. Pero para alcanzar estas metas se requiere consolidar una aproximación de gobernanza y toma de decisiones que contemple procesos inclusivos, participativos y equitativos, y así incorporar y expresar los múltiples valores de la naturaleza, para lograr un futuro más justo y sostenible”.

Fuente: CONICET

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