En la madrugada del 4 de mayo de 1982, un avión Neptune de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración descubrió al “Sheffield”, y a media mañana los Super Etendard piloteados por el Capitán Bedacarratz y el Teniente de Fragata Armando Mayora despegaron de Río Grande rumbo a las Malvinas y armados con misiles Exocet.

—¡¡Lanzar, ahora!! —ordenó Bedacarratz. Mayora no escuchó bien la orden, pero vio el lanzamiento, pulsó su gatillo, el misil se desprendió. La tripulación del “Sheffield” no detectó el ataque hasta que un oficial en el puente de comando divisó, casi al ras del mar, su estela.

Cinco segundos después, el Exocet impactó justo en el centro del buque, donde está la sala de operaciones, dos metros y medio sobre la línea de flotación. Del agujero que quedó salió fuego y una columna de humo de 30 metros, incontrolable, que incendió el buque y obligó a abandonarlo. El “Sheffield” agonizó 6 días y el 10 de mayo se terminó hundiendo.

Aquella batalla constituyó un hito táctico porque nunca antes en la historia se había usado la combinación explorador-avión de ataque y porque fue el primer buque que perdió en combate la Real Marina Británica desde la Segunda Guerra Mundial.

Hay una foto. Se ve rústica e íntima. La imagen es icónica porque a partir de ella se puede contar cómo fue la Guerra de Malvinas para la Aviación Naval: audacia y coraje en cada batalla, pero con un profesionalismo reconocido mundialmente.

La foto fue tomada el 4 de mayo de 1982 en Río Grande, la tarde después de haber atacado al primer buque que perdió en combate la Real Marina Británica desde la Segunda Guerra Mundial.

En la imagen, un piloto aeronaval sostiene un stencil sobre el fuselaje del Super Etendard 3-A-202 para pintar la silueta negra del destructor HMS “Sheffield”. El dibujo va con una equis roja encima, de hundido.

El que sostiene la plantilla es el Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz, uno de los dos pilotos de la Armada Argentina que atacaron y hundieron al buque británico.

Fuente: Mi Argentina

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