Investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) impulsaron un estudio sobre las consecuencias del glifosato, el herbicida más utilizado en la industria agrícola de nuestro país, sobre el desarrollo de las larvas de las abejas de miel.

A mediados de 2018 la noticia sobre la repentina muerte de 70 millones de abejas en la provincia de Córdoba a causa de la aplicación de un pesticida puso en agenda el impacto de los agroquímicos sobre los insectos, en especial aquellos que tienen un rol importante para actividades productivas, como lo son las abejas. Argentina es el segundo exportador mundial de miel, pero actualmente la actividad apícola enfrenta una grave problemática, ya que anualmente se pierden un 30% de las colmenas, debido principalmente al impacto de los agroquímicos y al cambio climático.

Las abejas interactúan con los cultivos agrícolas constantemente, ya que son las polinizadoras primarias de muchos de ellos. Esto las hace vulnerables a la exposición de diversos químicos utilizados por los agricultores. Es por ello que un grupo de investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) impulsaron un estudio sobre las consecuencias del glifosato, el herbicida más utilizado en la industria agrícola de nuestro país, sobre el desarrollo de las larvas de las abejas de miel. Los estudios llevados adelante en laboratorios consistieron criar larvas proporcionándoles alimentos con glifosato. Al analizar los resultados los científicos detectaron que estas larvas tardaron más en convertirse en adultas y alcanzaron pesos más bajos que aquellas que no ingirieron glifosato. 

Según Walter Farina, docente del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas (Fcen) e investigador del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (Ifibyne-Conicet), “Los resultados muestran que, aun cuando las dosis que se utilizaron no fueron letales, las consecuencias a largo plazo serían negativas para la supervivencia de las abejas

La exposición al glifosato podría provocar que muchas abejas no lleguen a desarrollarse hasta llegar al estado adulto y que otras lo hagan con un tamaño reducido. El sistema inmune de los insectos también se vería empobrecido, lo cual reduce la probabilidad de que la colmena sobreviva a períodos de bajos recursos y se pueda alterar su dinámica poblacional.

Argentina, un país donde la actividad agrícola es una de las más importantes, es uno de los países que más utiliza glifosato en todo el mundo. En la actualidad aplican unos 240 millones de litros de glifosato sobre más de 28 millones de hectáreas cultivadas. La Organización Mundial de la Salud considera a este agroquímico como “probablemente cancerígeno para seres humanos y animales”. Hasta hace un tiempo atrás, se creía que el glifosato sólo afectaba a las plantas, pero en su investigación los científicos observaron los genes de las abejas para confirmar que tuvo un impacto tóxico (y negativo) para ellas.

Pudimos detectar efectos negativos a pesar de que usamos dosis de glifosato más bajas, incluso, que las que encontramos en las colmenas a campo” explica Jorge Zavala, docente de la cátedra de Bioquímica de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba). De acuerdo a Farina, “a partir de investigaciones similares a la nuestra sabemos que las abejas expuestas al glifosato pueden tener dificultades para percibir el dulzor de un néctar y también para aprender la relación entre un olor floral y la recompensa. Esto agrava la situación de las polinizadoras, ya que la flora nativa en los agroecosistemas está empobrecida y cada vez se deben esforzar más para hallarla”.

Abel Sberna
Fuente: Foro Ambiental

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