Especialistas del CONICET analizaron la interrelación histórica entre vegetación, eventos climáticos y actividades humanas en la sierra El Alto Ancasti (Catamarca), con el objetivo de ayudar a responder a desafíos actuales. El trabajo fue publicado en una revista internacional.
Un equipo interdisciplinario de investigadoras e investigadores del CONICET del Instituto de Estudios Socio-culturales (IRES, CONICET-UNCA) y del Instituto de Investigaciones en Producción, Sanidad y Ambiente (IIPROSAM, CONICET-UNMdP) trabaja en la reconstrucción de la historia de la vegetación de la sierra El Alto-Ancasti, ubicada en la provincia de Catamarca. El objetivo central de la investigación es obtener información acerca de la dinámica ambiental local en el pasado, para conocer y comprender más sobre las prácticas de gestión del ambiente por parte de las comunidades prehispánicas que habitaron el área. Esto es, saber más sobre las acciones y decisiones que llevaron adelante destinadas a preservar y utilizar de manera sostenible los recursos naturales del entorno. En este sentido, el equipo de investigación publicó recientemente un trabajo en la revista Quaternary Science Reviews, que explora cómo las comunidades antiguas de la mencionada región montañosa interactuaron con su entorno, e indaga sobre las estrategias que escogieron para adaptarse a condiciones climáticas cambiantes.
“Al integrar enfoques de diferentes disciplinas –con aportes de especialistas que asocian saberes derivados de ámbitos como la biología, la arqueología y la antropología- se pueden conocer las transformaciones ambientales pasadas y sus implicancias en las estrategias de gestión del ambiente de las poblaciones prehispánicas. A partir de estos conocimientos, es posible desarrollar planes de mitigación y adaptación al cambio climático, utilizando la sabiduría ancestral para la toma de decisiones actuales”, afirma Ana Soledad Meléndez, investigadora del CONICET en el IRES y una de las protagonistas de la investigación que abarca la dinámica ambiental de la sierra desde el año 400 d.C hasta la actualidad.
Para avanzar en esta dirección, el equipo empleó el Hindcasting Ecosystem Model (HEMO), una herramienta de retrodicción paleoambiental que posibilitó reconstruir y analizar las condiciones de la vegetación del pasado y presentar una visión detallada de los ecosistemas de la sierra del Alto Ancasti desde hace 1600 años hasta la actualidad. Al respecto, Lidia Susana Burry, investigadora del IIPROSAM y una de los artífices del estudio, señala: “El modelo se centra en la vegetación, y emplea programas de Redes Neuronales Artificiales (ANN, por las siglas en inglés) para retrodecir el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), que permite evaluar y monitorear la dinámica de la vegetación en el pasado”.
El estudio en cuestión utiliza dos conjuntos de datos: el NDVI, calculado a partir de imágenes de satélite que abarcan desde 1982 hasta 2015; y las cronologías de anillos de crecimiento de árboles del Noroeste de Argentina obtenidas del Banco Internacional de Datos de Anillos de Árboles. El NVDI retrodicho (paleoNDVI) proporciona una reconstrucción de los patrones históricos de la vegetación en la Sierra de El Alto Ancasti. Esta información, sumada a los elementos arqueológicos que muestran cómo vivía la gente en el pasado, se consideran dos aspectos que contribuyen a la comprensión de cómo las poblaciones antiguas gestionaron los recursos naturales en respuesta a determinadas condiciones climáticas.
“La investigación reveló anomalías de NDVI negativas significativas alrededor del año 600 d.C., que pueden atribuirse a la erupción del volcán Tres Cruces en Catamarca”, explica Meléndez, y añade: “Surgieron además extensas anomalías positivas a partir del año 1600 d.C., que sugieren un aumento significativo de la vegetación alineado con la erupción del volcán Huaynaputina, en el sur de Perú en 1600 d.C.”.
En cuanto a las anomalías negativas más intensas de toda la reconstrucción del paleoNDVI, registradas por los especialistas -y que indican, por ejemplo, diferentes momentos de sequía-, la investigadora del IRES señala que coincide con la cronología de los hallazgos de sistemas agrarios adaptados a los diferentes ambientes y que son evidencias de manejo y conservación del agua. Estas conclusiones son importantes, ya que muestran la relación entre momentos de stress ambiental y la aparición de soluciones técnicas por parte de las poblaciones prehispánicas para conservar un recurso escaso como el agua.
Decodificar el pasado para afrontar desafíos actuales
La investigación del equipo científico se adentra en el pasado al utilizar evidencia arqueológica de aldeas agrícolas prehispánicas de esta región argentina. Hasta ahora, los hallazgos dan cuenta del conocimiento y manejo que se hizo de entornos diversos, así como de las fluctuaciones experimentadas a lo largo del tiempo. “En regiones donde faltan datos sistemáticos, el conocimiento del estado de la vegetación a partir del uso de la teledetección proporciona información actualizada y altamente precisa sobre la dinámica ambiental local”, remarca Burry, y acentúa que, a través del enfoque de modelado, lograron reconstruir los escenarios ambientales en los que se desarrollaron las antiguas poblaciones en La Sierra de El Alto-Ancasti. La investigadora destaca que esto permitió la evaluación del modo en que las poblaciones pasadas enfrentaron condiciones climáticas y ambientales fluctuantes, las transformaciones antropogénicas del entorno y los procesos que fomentaron la resiliencia humana.
Para finalizar, Meléndez reflexiona: “La comprensión de cómo las comunidades interactuaron con el ambiente y modificaron el uso de la tierra a lo largo de los siglos se convierte en un componente fundamental para ofrecer información valiosa, que puede contribuir a abordar los desafíos ambientales actuales”.