RÍO GRANDE – El cielo plomizo, los 11 grados y el viento prácticamente calmo anuncian una jornada agradable. Desde temprano, con los actos escolares, las familias se van preparando para la cita. Nadie pregunta la hora ni el lugar. Nadie espera una invitación. No hace falta revisar el cronograma. Simplemente hay que estar ahí.
La Carpa de la Dignidad se sacude el polvo, aguanta los embates del clima, se prepara para recibir a su pueblo. Las horas van andando y el destino de todos (o casi) es el mismo. No hay preguntas. Es todo decisión.
Apenas se va llegando al mediodía cuando la Fanfarria Militar Alto Perú llena el aire de acordes. Los niños miran sorprendidos, los adultos cantan a viva voz las canciones patrias. La sensación, a los pies del general don José de San Martín, es de emoción. Todos quieren captar el momento. El coro suena fuerte “su vida rinde, haciéndose inmortal”.
Inmortales, como Cabral, los 649 héroes que adobaron la tierra malvinera con su sangre. Los que quedaron en la cruda estepa, a merced del viento. Los que quedaron en el mar, con 44 nuevos custodios. Inmortales, como el reclamo legítimo de cada uno de los fueguinos.
Los guardapolvos blancos tapizan el cemento. Detrás de la cortina de alumnos asoma el monumento que rinde homenaje a los que están y a los que no volvieron. Un paseo eterno que recuerda en cada movimiento la vivencia propia. Madres que le cuentan a sus hijos sus historias. Hijos que le cuentan a sus padres lo que aprendieron hoy en el colegio. Todo se resume en el sentido inacabable de pertenencia.
Con el caer de la tarde los placares se revuelven. Se buscan las camperas de abrigo, se rescatan las bufandas y los gorros. El Servicio Meteorológico avisa que la lluvia no será intensa, pero será insistente. Los planes de a poco se van acomodando. Aparece el termo con bebidas calientes, la mochila con algo para saciar el hambre. O la ansiedad. Las familias ponen en práctica sus propias estrategias.
El punto de reunión siempre tiene una mezcla extraña de nostalgia y felicidad. Es encuentro con el otro. Con el vecino que tapaba las ventanas, con la vecina que organizaba la merienda, con la maestra que te hacía practicar la posición de resguardo debajo del pupitre, con el padre de familia que era jefe de manzana, con la madre que era madre de sus hijos y de los otros. De los que estaban solos a miles de kilómetros de sus casas. A cada paso hay un relato. En cada metro hay un recuerdo. Todos son, todos somos Malvinas.
Como si se tratara de una danza de la que todos nos sabemos los pasos, comienza en las pequeñas lomas que rodean el BIM 5 la recreación de Operación Rosario. La misión era tomar el aeropuerto con el apoyo de las fuerzas helitrasportadas del Regimiento de Infantería 25, desde el rompehielos Almirante Irízar; limitar los obstáculos de la pista y permitir que, a partir de las 8.30 de la mañana, comenzaran a aterrizar los C-130 Hércules de la Fuerza Aérea.
A las 7.30, el jefe del 25 informó que había capturado el aeropuerto y despejado la pista. A las 8.45 aterrizó el primer Hércules. A las 9, los ingleses se rindieron. Su bandera fue arriada y, luego de 149 años de usurpación, se izó nuestra bandera en Malvinas.
La bandera argentina flamea en el viento sur y baila en la brisa del Atlántico, como hace 37 años.
El pronóstico era cierto y la lluvia insiste, pero más insiste el pueblo y nadie se mueve de su sitio. Como si el paisaje fuera de una ciudad extraña, aparecen en el horizonte algunos paraguas. La falta con aviso del aire patagónico permitió un fondo novedoso.
El chocolate caliente se manifiesta como invitado infaltable. Nadie sabe el secreto, pero cada quien asegura que es el mejor que probó en su vida.
Las cámaras proliferan y los teléfonos se levantan porque nadie quiere perderse ningún detalle. Las autoridades se mezclan entre el gentío. Esta noche no hay rencillas y, si las hay, se soportan. El objetivo es uno y es claro, no son los que ostentan cargos públicos, hoy, los protagonistas.
Llegan las doce. Otra vez ya es mañana. Otra vez es 2 de Abril. La sirena suena para abrirle paso a la entrada del nuevo día. Suena. Insistente. Suena. Angustia. Casi no hace frío, pero la piel erizada se vuelve carne.
“Permítanme que me apodere de sus mentes”, pide el veterano de guerra de Malvinas, Sergio Marroco, y se lleva a cada uno a los coirones que enmarcan el cementerio de Darwin. “Hoy nos acompañan todos los que quedaron allí y los dos mil compañeros que no pudieron soportar la invisibilización”.
Ser invisible. 37 años después. Mientras las políticas de soberanía son cartón pintado. “Que se pongan restricciones a esta vergonzante entrega que hace la nación”, pide Marroco y los aplausos reafirman el pedido. Y redobla la apuesta “le pedimos (a los funcionarios) que se genere un espacio para poder desarmar lo que fue el pacto I y II de Madrid y el pacto Foradori-Duncan”.
Acuerdos que burlan la memoria de los que perecieron y que daña el espíritu de los que sobrevivieron. Indiferencia ante el grito que parte desde la provincia de Malvinas. Entrega de recursos. De presencia. De soberanía nacional.
Sergio tiene un último mensaje, que reservó especialmente para los y las jóvenes “te necesitamos formado, comprometido, con los ojos abiertos para que no te vendan gato por libre, tené la fortaleza de cambiarlo por algo mejor, te prometemos que en ese momento estaremos con vos”.
La primera explosión rompe el silencio del cielo nocturno. Serán 37 las salvas. Una por cada año desde el inicio de la guerra. ¡Viva la patria! Veteranos y caídos en Malvinas ¡presente!
En el fondo del escenario las cucharas gigantes de madera revuelven el locro que calentará el cuerpo y el alma. Parece que todo termina, pero es solo una pausa. En menos de 8 horas la actividad volverá a ser incesante. Los guardapolvos y los uniformes se multiplicarán por cientos y será el momento de desfilar ante los héroes. Que como cada año lucen sus medallas en un pecho ancho y orgulloso.
Y mañana también habrá sensación de final, pero hay una certeza. Malvinas es cuero duro. Está en las paredes, está en las pieles, está en las calles, está en las bolsas, está en los cuadernos, está en las vidrieras, está en los estantes, está en los autos, está en las oficinas, está en las escuelas, está en las solapas, está.
Malvinas es el 2 de Abril, el 3, 19 o el 30. Es el 25 de Mayo. Es el 10 y el 14 de junio. Es el 12 de octubre. Es el 25 de diciembre. Está. Es. Siempre. Somos nosotros.
María Fernanda Rossi
Imágenes: El Rompehielos