Hace 25 años el padre Zink decía estas palabras sobre cómo ayudar a la juventud de Río Grande:

Nosotros los salesianos tenemos la vocación de trabajar con los jóvenes.
Yo comparo esta época que viven los adolescentes con la nuestra y me maravillo de como estudian ahora nuestros muchachos. Creo que antes no nos costaba mucho, pero ahora los chicos tienen televisión, radio, video y un montón de cosas.

Que [los jóvenes] andan en la droga es cierto, pero tendríamos que ir a la raíz de las cosas y buscar el porqué ya que nadie hace las cosas sin motivo. Por lo poco que conozco de los jóvenes en la “falopa”, en muchos casos he visto que el mal comenzaba en la familia, o que no tienen padres, o estos ya no son padres y están en mil cosas o qué se yo… y el muchacho necesita hacer algo. ¿Quién les da trabajo? Nadie, entonces el muchacho ¿qué hace? Me parece a mí que esa es una de las causas, pero todo nace en los problemas personales del muchacho y eso siempre viene por la falta de cariño, de afecto y del amor de hogar.

[…] A veces me consultan algunos “cachorros” que andan medio boleados; es un tema muy complicado porque el que mete la pata hasta el cuadril, ¡miércoles que le va a costar!, solos no van a salir. Ellos necesitan un acompañamiento muy inteligente a base de diálogo y cariño, pero no de condena.

Piden alguna orientación y con lo poco que uno sabe les puede decir algo. Pero yo creo que aquí debería haber una información, una educación específica destinada a nuestros adolescentes. Información sobre el comportamiento personal y que cada uno sea él mismo y no parte de una patota: que haya integración, un trabajo en conjunto y confiar en nuestros adolescentes.

Primero quererlos, darles nuestra confianza y enseñarles a desarrollarse; creo que más que una vida de imposición debe haber una vida de diálogo que es lo que construye y que nunca fallará.

Extractos de una entrevista publicada en EL SUREÑO, el 7 de agosto de 1994.

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