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El origen del papel moneda
De Renata Lerina Ferreira

Nada más común y rutinario que ir al quiosco cerca de casa con unos cuantos billetes en el bolsillo para comprar unos caramelos, una gaseosa o el pan y la leche para la merienda. Intercambiar productos por unos rectángulos de papel parece la cosa más natural del mundo, pero no siempre fue así.

La primera forma de comercio fue el trueque donde las personas intercambiaban los productos entre sí: un tarro de cerámica por una docena de huevos, por ejemplo. Pero las cosas se ponían complicadas cuando lo que querías cambiar era demasiado valioso, como una vaca con su ternero, ¿cuántas docenas de huevos necesitarías tener para realizar el trueque? Entonces empezaron a surgir elementos que pudieran condensar en pequeñas porciones un gran valor. En este rol tenemos los metales y las piedras preciosas, entre otros, y durante muchos siglos la humanidad comercializó mediante el pago en oro, plata, cobre, perlas o diamantes.

En los principios del Imperio Chino, los comerciantes que viajaban por las extensas rutas que unían el vasto territorio que cubría el imperio, recibían de los representantes del emperador una carta donde garantizaban cada pertenencia que cargaba la caravana, responsabilizándose el gobierno reponer el cargamento en caso de que fuera robado.

En la dinastía Tang (618 – 907 d. C.) la carta/garantía pasó a ser utilizada también como una promesa: al comprar un producto, el comprador no necesitaba cargar con pesadísimas bolsas de monedas. Esas monedas o metales preciosos estaban bajo custodia. El comprador portaba una carta con los datos del valor guardado, la fecha de la entrega y el responsable de la custodia. De este modo, el comprador entregaba el documento al comerciante, quien se dirigía al local mencionado y retiraba el metal.

¿Te suena? Sí, esta era una forma primitiva de banco.

Además, con el tiempo, la carta de garantía fue utilizada como una carta promesa, un compromiso de pago a posteriori que se basaba en la reputación del emisor. Con el tiempo, ambas cartas pasaran a ser usadas de forma corriente, o sea, el señor Shing recibía una carta de pago del señor Shang, pero no realizaba el cobro sino la utilizaba él mismo para comprar de un tercero, que a su vez puede elegir en cobrar o comprar con este documento.

Así se inició la circulación del papel moneda.

En el siglo IX, en la dinastía Song, hubo una gran escasez de cobre (metal con que se producían las monedas chinas de entonces). El emperador, sin otra solución, oficializa el uso del papel como moneda por todo el territorio chino, pasando a la responsabilidad del gobierno su fabricación y distribución.

En el ¨Libro de las Maravillas¨ de Marco Polo, se encuentra mencionado este estilo de pagamento utilizado en China y nunca antes visto en Europa, pero tal novedad no generó interés entre los europeos.

300 años después, en el año 1661, un banco sueco emitió billetes como comprobantes del depósito bancario en oro o plata. Cien años más tarde esta práctica se generalizó por toda Europa, dejando de ser un comprobante personal de depósito en metales preciosos para ser el propio papel moneda en contener el valor indicado.

¿Cómo funcionaba esto?

El gobierno guardaba en sus cofres una cuantidad de metal precioso y emitía el corresponde de su valor en papel moneda. Así, cada billete que circulaba correspondía al valor indicado en oro guardado en las bóvedas del gobierno.

Pero estos billetes deberían cumplir con determinados parámetros para ser válidos y evitar falsificaciones: El sello del banco central y la firma de su responsable. Esto era posible ya que no eran muchos los billetes que circulaban en los siglos XVIII y XIX, siendo confeccionados a mano.

Hoy sabemos que ya no es así. El papel moneda moderno no es una promesa de pago como en la China imperial, ni una representación del oro guardado por el gobierno como el caso mencionado en Europa. Es una creencia. El dinero de hoy es llamado fiat, que viene del latín y quiere decir “hágase”. Por lo tanto, para producirse papel moneda basta que el gobierno del país así lo quiera, y de hecho lo hace todo el tiempo. Su valor es un complejo entrecruce de datos económicos, políticos y sociales, se relaciona con el desarrollo industria del país, su credibilidad internacional, y la confianza de la población en la estabilidad interna de la nación, para decirlo de una manera bastante simple.

Renata Lerina Ferreira, master en historia por la PUC de Rio Grande do Sul, docente de la UNTDF, maestra en el colegio ¨Los cauquenes¨ de Río Grande.

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