Si revelar fotos sobre hojas de árboles no es alquimia, entonces no sé bien a qué se define magia. A través de la cianotipia, un proceso fotográfico alternativo (que tiene más de 150 años) la artista neuquina radicada en Córdoba, hace aparecer imágenes sobre las mismísimas nervaduras. Su último proyecto, “Habitar la pausa”, invita a tomar un descanso del aturdimiento pandémico, con mensajes tan sutiles como la fragilidad de la memoria.

Amo la fotografía. Amo las hojas de los árboles. Amo las hojas de los árboles prensadas y sus nervaduras salientes. Amo ir viendo cómo las hojas de los árboles prensadas van cambiando sus colores, y van desvaneciéndose en matices desaturados.

Alguien comparte una imagen en Instagram: una fotografía impresa sobre una hoja de “pezuña de vaca” seca, prensada. Una imagen antigua, monocromática, se distingue sobre el soporte vegetal como una sutil aparición espiritual.

Ariana Kletzel es la autora de esas imágenes que llaman mi atención entre el infinito bombardeo gráfico digital y condensan todo eso que me gusta de las hojas de los árboles, las fotos y los matices. El proyecto de Kletzel es como disfrutar el silencio de la poesía, entre tanta vorágine.

La neuquina, que vive y trabaja en Córdoba hace casi 20 años, recorre diversos lenguajes artísticos: el video, la escritura, el arte de acción y la fotografía. Bucea, dice, en los límites para buscar otras posibilidades en la construcción de las imágenes.

Hace casi una década, Ariana comenzó a formarse en torno a los procesos fotográficos alternativos y a investigar y experimentar estas técnicas. Cuatro años más tarde, con la idea de compartir, divulgar y mantener vivas estas técnicas que datan del siglo XIX arrancó “Un cuarto vacío y dos ventanas pequeñas”, un proyecto en el que enseña y coordina talleres en la ciudad de Córdoba Capital, Río Cuarto, San Francisco, Neuquén y Río Negro. 

“En 2012, caminando por la calle, vi un flyer de un taller de cámaras estenopeicas pegado en un poste de luz y me encantó la estética de esa fotografía porque era muy diferente a lo que estaba acostumbrada a ver. Tiempo después me enteré que daban un taller de cámara estenopeica gratuito en el Centro Cultural España Córdoba y me anoté. El profesor era Jorge Martin, referente de procesos fotográficos alternativos en Córdoba”. Al año siguiente y ya cursando la carrera de fotografía, conoció las distintas técnicas que se utilizaban en el siglo XIX para tomar fotografías sin cámara, o bien, para hacer copias fotográficas artesanales, como el cianotipo, la goma bicromatada o el papel salado. Además de algunas cursos que pudo tomar con Susana Gassman o Sandra Siviero, referentes de Córdoba en la materia, Kletzel siguió investigando autodidácticamente sobre los procesos y probando diferentes soportes donde transferir imágenes.

“Las hojas aparecieron en uno de esos momentos de experimentación”, relata Ariana, y agrega: “Aproximadamente en el año 2015, comencé a probar emulsionar una hoja seca que había encontrado tirada en la calle y de la cual me gustaba la forma que tenía, pero la emulsión de cianotipia no se agarraba del soporte debido al ‘efecto loto’ de las hojas, que repelen el agua para autolimpiarse. Entonces recordé un experimento que nos hacían hacer en el primario, de retirarle la carne a la hoja y dejar solo las nervaduras. Probé con hojas de diferentes tipos de árboles, pero solo logré esqueletizar las hojas del árbol pezuña de vaca. Ya con mis soportes listos, empecé a copiar diferentes imágenes con la técnica de la cianotipia”.

La cianotipia es una técnica de impresión de negativos en monocromo, es decir, a un solo color. Creada en 1842 por el inglés John Herschel, se realiza a través de una emulsión (que contiene citrato de amonio y hierro y ferricianuro de potasio) que vuelve fotosensible cualquier soporte absorbente, permitiendo revelar en diversos tonos de azul (de allí su nombre: cyan es un color azul parecido al turquesa). La artista explica que es una técnica artesanal es sencilla, económica y súper versátil en cuanto al resultado de la imagen y a las posibilidades que brinda, al poder transferirlas a diferentes soportes y aplicarla a diferentes formatos.

EL ROMPEHIELOS

El año pasado, ese proceso tomó un rumbo contextualizado. La Covid-19 invadió las vidas y atravesó la obra de la fotógrafa, quien cuenta que retomó el trabajo pero transformó un poco el concepto: comenzó a copiar imágenes de camas que encontraba en internet y a resignificarlas para hablar de la pandemia. 

“Cuando empezó la pandemia, además del recuento de muertes y de cantidad de nuevxs contagiadxs -sumado a imágenes de cómo la pandemia afectaba a diferentes países y cuáles eran los cuidados que debíamos tener- en las redes se compartían bancos de libros y películas, y diferentes organismos y espacios de formación educativa comenzaron a dar talleres gratuitos. Creo que todo con el fin de distraernos, porque en momentos así es mejor no pensar, es mejor no parar, es mejor mantener ocupada la cabeza, cuando estábamos viviendo un momento de extrema crisis a nivel mundial. Entonces, este trabajo, que llamé ‘Habitar la pausa’, era una invitación a parar, porque parando y reflexionando acerca de por qué estábamos viviendo lo que estábamos viviendo, quizás así podamos cambiar algunas cosas para poder tener un entorno mejor”, concluye la artista.

Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Ariana Kletzel.

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