Luego de los comicios se calman las aguas, se acallan los festejos, se silencia la bronca, se tranquiliza la esperanza, baja la ansiedad, surge la reflexión y el pensamiento viaja a través de los próximos meses de transición y aún más lejos hacia los destinos de Argentina en los próximos 4 años.
Ganaron Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner con un porcentaje que les dio la victoria en primera vuelta. Un porcentaje que colocó a Mauricio Macri como el único presidente electo democráticamente que intentó renovar su mandato y no lo consiguió. Un porcentaje que otorga al Frente de Todes la primera minoría en el Congreso Nacional. Por porcentaje que no alcanzó las expectativas, un poco amargo. Siempre con la aclaración de hablar de los números del recuento provisorio de votos. La fórmula presidencial Fernández-Fernández obtuvo 48,10% de los votos. Mientras que el binomio Macri-Pichetto alcanzó el 40,37%.
Hay que decir que la campaña de Juntos por el Cambio, desde las PASO hasta ahora fue casi heróica, teniendo en cuenta que al comparar los resultados, se observa un crecimiento bastante interesante: 33,1% fue el resultado provisorio el 11 de agosto. Hay que decir, también, que estos números arrojan otra ganadora más: la política. Porque la campaña de Mauricio Macri recorriendo el país con el #SíSePuede, se basó en actos políticos a lo largo de Argentina, con gente en la calle, con movilización. Eso que durante tanto tiempo denostaron. El frente Juntos por el Cambio, tenía dos objetivos: el primero, consolidar el espacio opositor para los próximos 4 años de cara un cambio de gestión. El segundo, aumentar el porcentaje de participación para achicar la diferencia con el Frente de Todes. Y lo lograron.
En ese marco, Alberto Fernández y su equipo se prepara para tomar la gestión de una Argentina bastante compleja: retracción del consumo interno, alta volatilidad del dólar, poca capacidad exportadora, pymes en crisis, altos índices de inflación, endeudamiento en dólares con vencimientos a la vuelta de la esquina y una relación que se avisora difícil con uno de nuestros principales socios comerciales de la región: Brasil. Todo ese escenario monitoreado atentamente -otra vez- por el Fondo Monetario Internacional. Una papita caliente, dicen algunos.
Todo esto con un poder político no tan amplio que el esperado, ya que de confirmarse el resultado provisorio, el 10 de diciembre el espacio que hoy conduce -no sabemos hasta cuando- Mauricio Macri, tendrá 120 bancas en Diputados, contra 129 del Frente de Todos, aliados y alianzas. Mientras que en la Cámara de Senadores se eligieron 24 nuevos parlamentarios de Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A partir del recambio, el Frente de Todes tendrá 38 bancas, mientras que Juntos por el Cambio tendrá 28. Si bien la balanza se inclina favorablemente hacia Alberto Fernández, el margen es acotado.
En la órbita provincial la sorpresa la dio Mabel Caparrós que entró como diputada del frente “Vamos Todos Juntos a Vivir Mejor”, del riñón del gobernador electo Gustavo Melella. Esto fortalece la posición del actual intendente para negociar en el Congreso Nacional, teniendo en cuenta que muy probablemente busque renovar su mandato en 2023. Y esto debilita las pretensiones del Frente de Todes de recuperar la gestión provincial ese mismo año.
En Tierra del Fuego hubo un importante corte de boleta, pero esta vez no se tradujeron en votos en blanco o nulos. Para el estamento presidencial los fueguinos se inclinaron por la fórmula Fernández-Fernández con 56,99% de los votos, sin embargo ese porcentaje no se replicó en los otros estamentos, ya que en senadores obtuvo 41,10% y en diputados 38,7%. De los resultados también se desprende que el frente liderado por Melella tiene base en Río Grande, cuya cantidad de electores es superior a la de Ushuaia en donde pareciera que está más consolidado la alianza cambiemita.
A todo esto, el dólar ilegal sigue subiendo, mientras que el Banco Central endurece las medidas para la compra de divisas estadounidenses, en un intento de controlar la escalada del dólar. Mauricio y Alberto ya desayunaron y prometen una transición ordenada. En rigor, Mauricio Macri asumió en 2015 prometiendo pobreza cero, terminar con la inflación y eliminar el cepo cambiario. En 2019 el mismo Mauricio Macri se va, con un índice de la pobreza de 35,4%, una inflación anual 53,5% y una restricción muy dura para la compra de dólares. Todos datos oficiales, porque eso sí, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos es un relojito suizo.
Luz Scarpati
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