Cinco chicos y chicas de distintas edades y una docente que, desde hace tres años recorre 150 kilómetros de lunes a viernes, son los protagonistas del ciclo lectivo 2021 en la población más al sur del territorio continental argentino.
Por su ubicación frente al Canal Beagle, los habitantes de la localidad fueguina de Almanza vieron pasar el 8 de noviembre de 2017 el Submarino ARA “San Juan”, en lo que después sería su último y fatal viaje. Es así que, cuando un año después se inauguraba el anexo de la escuela provincial nº 6 en ese pueblo pesquero, no dudaron en qué nombre llevaría.

Liliana del Carmen Juliá es salteña criada en Formosa, donde se recibió de maestra rural. “Tengo muchas experiencias para contar pero lo más importante y valioso para mí es haber trabajado en una escuela de modalidad aborigen ya que fue un gran desafío”, recuerda. En 2005 llegó a Ushuaia con su familia y desde el inicio del ciclo lectivo 2018 es “la seño” de Almanza. “Me enteré que ofrecían el cargo en esta escuela y como tenía mucha posibilidad de tomarlo no dudé en hacerlo”, recuerda.
De lunes a viernes se tiene que levantar a las 5 de la mañana, y en la sede del Ministerio de Educación provincial toma el transporte que la lleva hasta su escuela. “El viaje dura una hora y dependiendo del estado de la ruta (RP J). En épocas de invierno, un poco más. Llegamos e izamos la bandera y comenzamos con el dictado de clases. A las 15 hs emprendemos el regreso”.
La Escuela nº 6 de Puerto Almanza “44 Héroes del Submarino ARA San Juan” es de jornada completa en el nivel primario, y de jornada simple en el nivel inicial. La matrícula actual cuenta con cinco alumnos: “Pedro en 5º grado y Luca en 2º grado. Keyla en sala de 5, Benjamin y Facundo en sala de 4”, dice con seguridad la maestra.
El “plurigrado” siempre es una complejidad, ya que los alumnos y alumnas comparten el mismo aula en el mismo momento. “Los niños se adaptan a todo, al principio cuesta un poco pero con el tiempo todos entienden sus roles. Son niños que están muy bien estimulados en casa y eso se vuelca a la escuela. Vienen con agrado y muchas ganas, pueden socializar. Tienen la particularidad de que todos son hijos únicos. Se sienten contenidos y aprenden. Además la escuela está bien equipada con tecnología (televisión, computadoras, internet, cable) y eso les hace sentir más a gusto. Estuvieron un año aislados en todo sentido, en sus casas y en un lugar lejano a la ciudad”, explica Juliá sobre cómo enfrentaron los alumnos y alumnas las restricciones en 2020.
El ciclo lectivo 2021 se inició con normalidad a pesar de la pandemia. Solo se registró un caso de coronavirus entre los pobladores, que resultó fatal. Los 75 kilómetros que la separan de Ushuaia vienen siendo un reaseguro para la población más austral de la Argentina. Esto le exige a la única docente del establecimiento extremar su protocolo sanitario. Cada nivel está separado y con horario reducido: primario de 8:10 hs a 11:10 hs y de 12 hs a 15 hs el nivel inicial, respetando el estricto protocolo dispuesto por el Ministerio. Durante el tiempo intermedio que queda entre cada turno, el personal de maestranza realiza la desinfección.
Algunas de las familias que integran la comunidad educativa tienen emprendimientos turísticos, otras se dedican a la pesca artesanal y -por temporadas- a las dos cosas. “La realidad social de los alumnos es buena, tranquila y segura. Creo que la comunidad ve la escuela como un gran logro porque siempre están dispuestos para lo que se necesita y eso me hace pensar que valoran el trabajo escolar y sienten la escuela como parte importante del lugar donde viven además de ser el punto de encuentro para todo tipo de actividades comunitarias que allí se realizan”, dice Liliana.

Foto de Manuel Fernández Arroyo – Érase una vez la costa del Beagle
La escuela además de lo educativo, tiene un rol netamente comunitario. Allí funciona el centro de salud, es el SUM de las reuniones de la comisión vecinal, etc. Al momento de producir esta nota, se realizaba la primera jornada de 2021 del programa “Gobierno en tu Barrio”.
“También creo que tiene hasta un rol turístico te diría, es el paso obligado para toda persona que visite el lugar y la escuela más austral de Argentina dentro del continente. Realmente se ha convertido en algo muy especial y tal vez sea por el nombre que lleva y el lugar estratégico”, cree la educadora. Los familiares de los tripulantes del submarino hundido honraron la elección del nombre del establecimiento con una numerosa y emotiva visita a finales de 2018.
La “señorita” tiene una premisa: “Que al ser escuela rural y pequeña no sientan que son menos que la escuela de la ciudad. Darles las mismas oportunidades de aprender y conocer”. Por la pandemia debieron suspender sus viajes y salidas educativas. “En años anteriores hemos realizado un viaje de estudio con alumnos de la Escuela 6 de Lago Escondido a la provincia de Entre Ríos, visitas al Parque Nacional, museos, campamentos con otras escuelas, etc.” Este año quieren comenzar con una huerta escolar: “Es una tarea que permite trabajar y transversalizar todas las áreas. Aunque la mayoría tiene en la casa una, cuento con el apoyo de sus familias”.

Cuando le consultamos a Juliá sobre cuál es la diferencia con la educación en una escuela de una urbe, no dudó que es “en todo sentido”. La paz no tiene precio. Llegas a conocer tanto a tus alumnos que ya lo sentís parte de tu familia, compartimos muchas horas diarias. Tengo la libertad de organizar mis clases de acuerdo a las necesidades que van surgiendo, por supuesto siempre dentro de lo que me corresponde hacer”.
“Se puede disfrutar mucho de la naturaleza. Por darte un ejemplo: con solo hacer unos pasos fuera de la escuela o caminar hasta el Canal podés trabajar límites, relieves, climas, estados del agua, flora, fauna, etc. Creo que somos privilegiados”.
Daniella Mancilla Provoste
Las fotos de Manuel Fernández Arroyo, pertenecen a la serie de publicaciones ÉRASE UNA VEZ LA COSTA DEL BEAGLE (click en el título para ver)
