A 45 años del secuestro del avión que tuvo a Ernesto Campos como uno de sus  valientes protagonistas, repasaremos la tensa historia de esas jornadas.

El sábado 20 de octubre de 1973, en el aeroparque de Buenos Aires, nadie sospechó de una pasajera que ingresaba a un avión con un paquete largo envuelto en papel floreado, que en su interior no contenía un regalo sino una escopeta.

Horas más tarde, en pleno vuelo, tres personas entraron a la fuerza a la cabina de un Boeing 737 y apoyaron los cañones de sus armas calibre 22 en la nuca del comandante y del copiloto. Un cuarto cómplice vigilaba afuera portando la escopeta. Por el micrófono dijeron ser ¨tupamaros¨ y que querían ir a Cuba. De ahí en más, serán dueños del destino de los pasajeros y los tripulantes. Durante largas horas, van a tener en su poder a un grupo de más de 40 de rehenes, amenazados de muerte, mientras intentarán pulsear con un gobierno que se rehusó sistemáticamente a negociar con terroristas.

Al tomar el control de la nave, impidieron que descienda en Sauce Viejo (Santa Fe), su escala estipulada, desviando el vuelo a Tucumán, donde se las autoridades se negaron a darles combustible. Siguieron viaje a Salta y la respuesta fue la misma.

El avión desapareció por el aire y los piratas aéreos estaban cada vez más enojados.

Los madrugadores de Yacuiba (Bolivia) vieron pasar sobre sus cabezas una aeronave volando lento y a baja altura, sin imaginar la terrible situación que se estaba viviendo en su interior; vieron un avión que descendió de manera extraña en dirección a la pequeña pista de tierra ubicada al lado del precario edificio del aeródromo; un avión que pasó al ras de una hilera de árboles, que golpeó de panza el suelo y aplicó en retroceso las turbinas, levantando piedras que salieron volando para todos lados como si se tratara de un tiroteo. Afortunadamente el piloto llegó a frenar la nave en 900 metros. En cuanto el avión se detuvo, los pasajeros empezaron a aplaudir para celebrar el éxito de esta complicada maniobra. Pese a la situación que estaban viviendo, ni los hombres ni las mujeres ni los niños parecían demasiado asustados.

La noticia se esparció por todo el país como la peste.

Los secuestradores pidieron al gobierno de Bolivia una aeronave más pequeña para seguir viaje a la Habana. Les respondieron que no tenían aeroplanos a mano. Los secuestradores exigieron combustible para el Boeing. ¨Tampoco hay eso por aquí¨, escucharon como respuesta.

250 soldados bolivianos estuvieron a punto de ingresar al avión por la fuerza, pero la posible carnicería se detuvo al entrar en contacto Banzer con Perón, los mandatarios de ambas naciones.

El tiempo pasaba lento mientras el sol y el calor agobiaban a secuestradores y rehenes. Un grupo de periodistas se ofreció a cambió de las mujeres y los niños del vuelo; los guerrilleros se negaron.

Por la tarde, el calor superaba los 47º y se abrieron las puertas del avión para ventilarlo.

Pidieron agua y comida a la torre de control, pero no hubo respuesta.

A la noche los secuestraron liberaron 39 pasajeros de los 42 que había en la nómina completa. Quedaron como rehenes el físico francés Jean Lorenzo y los diputados argentinos Carlos Álvarez y Ernesto Campos, además del comandante de la nave Antonio Guelli y el copiloto, Enrique Imaz. Ernesto Campos, diputado por Tierra del Fuego, se había ofrecido para quedarse a bordo a cambio de que liberen al resto de la tripulación y de los pasajeros.

El domingo 21 de octubre el trato era este: o les conseguían la manera de llegar a Cuba o en 24 hs. asesinarían a los diputados y al físico francés, y en 48 hs., al comandante y al copiloto.

La espera fue larga y calurosa. Mientras se desarrollaban las negociaciones, el Capitán Campos hizo un extraño pedido a los secuestradores: que lo dejaran disfrutar del sol. Se puso su malla y se recostó tranquilo en una de las alas del avión. Todo el tiempo lo apuntaron con las armas.

Las cancillerías de ambos países tomaron a su cargo las negociaciones y se liberó a todos los rehenes. Los secuestradores fueron embarcados en un avión que los llevó a La Paz con la promesa de hacerlos volar luego a La Habana.

El miércoles 24 de octubre el diputado nacional Ernesto Campos retornó a Buenos Aires. Familiares y periodistas que lo recibieron dijeron que estaba un poco tostadito.

 

Federico Rodriguez 

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