Península Mitre es uno de las territorios más inhóspitas de nuestro país. Se trata de una región que alberga una gran variedad de recursos naturales, patrimonio histórico y arqueológico. Lo que poca gente sabe es que también es el hogar de la escultura más austral de nuestro país. Se trata de la obra “El Alma del Mundo”, del escultor español Rafael Trénor. EL ROMPEHIELOS dialogó con el artista europeo en el décimo aniversario de la creación del vértice de Bahía Aguirre.

Foto: Sergio Anselmino

 

Quien se aventure a recorrer las costas del sur de la isla de Tierra del Fuego, a la altura de Bahía Aguirre, quizás se sorprenda al descubrir emergiendo de la arena una pirámide perfecta que mira hacia el mar. Pocas personas comprenderán de qué se trata, mientras que para la gran mayoría resultará un misterio a descubrir al regresar a la civilización. La singular construcción emplazada en la playa, entre unas rocas, es parte de una obra bautizada “El Alma del Mundo”, del artista español Rafael Trénor. No se trata de cualquier obra, si no de la escultura más grande del mundo. En palabras de su autor, se trata de “un monumento a la Tierra. A la Tierra en su generosa, perfecta y planetaria manifestación. En esa dimensión global e inmensa ante la que conceptos tales como nación, raza, fronteras o especies pierden por completo su significado”. La escultura está formada por dos elementos fundamentales: la Esfera de la Tierra y un Cubo inmenso supuestamente inscrito en su interior. “Ocho vértices del cubo salen por tierra firme, de la esfera de la Tierra”, explica Trénor. “La escultura incluye el supuesto cubo en su interior y la esfera de la Tierra. Al estar integrado el cubo con la esfera, esto la convierte en la escultura más grande del mundo”, agrega.

El trabajo en esta escultura ha llevado al artista a recorrer rincones inhóspitos de nuestro planeta. Desde Siberia hasta las costas fueguinas, el arte de Trénor emerge desde la Tierra y nos invita a reflexionar sobre las dimensiones de nuestra existencia y a cuestionar las fronteras auto impuestas por la humanidad. En su sitio web, Trénor explica las raíces filosóficas que inspiran la obra. “El Alma del Mundo, idea filosófica de origen remoto, ha sido largamente conocida en culturas y lugares que jamás tuvieron contacto entre sí. A través de los siglos y con formas diversas, aparece en muchos de los mejores fragmentos del pensamiento humano. La presente propuesta es, sin duda, un nuevo reflejo de esta poderosa idea que nos permite que el Mundo es un ser vivo, un animal inmenso, y que fue compuesto por su Creador no solo de materia elemental, sino también de alma”.

Foto: Sergio Anselmino

Parece cosa del destino que, dada la configuración de la obra, uno de los vértices se encuentre en un sitio tan significativo para el ambiente natural como lo es Península Mitre. “Que uno de los vértices esté presente en un lugar tan remoto, en el cual solo unas pocas personas pueden verlo, va mucho con el espíritu de la escultura”, reflexiona Trénor. Pocas regiones del mundo se conservan en el estado de dicho territorio, el cual representa uno de los reservorios más importantes de patrimonio natural y cultural de nuestro país. Que El Alma del Mundo emerja en sus costas es un mensaje que nos llama la atención sobre el futuro de tan valiosa región. “Se trata de un sitio que parece recién creado, un territorio demasiado fuerte, sobre el cual el hombre no tiene que hacer otra cosa más que respetarlo”, explica Trénor y agrega que “es un sitio donde las características de los posibles espectadores son particulares. Se trata de gente que tiene una relación profunda con la naturaleza y que seguramente perciben El Alma del Mundo con bastante facilidad a lo largo de su vida”. Para el escultor, construir el vértice de Bahía Aguirre “fue una experiencia maravillosa y casi inenarrable”. Durante la búsqueda de un sitio apropiado para el emplazamiento del vértice, Trénor se puso en contacto con Federico Gargiulo, quien a su vez le presentó a Sergio Anselmino y Perla Bollo, quienes fueron importantes colaboradores para concreción de la obra. “Llegar a Bahía Aguirre es dificultoso y requiere trasladar a pié todo el equipo y los víveres, cosa que yo ya no puede hacer, por ello comenzamos con la planificación para conseguir un barco y los permisos”, relata el artista. “Para diciembre de 2008 ya estaba todo resuelto. A partir de allí comenzó una aventura que requiere mucho espacio para relatarla, en la cual surgió todo lo mejor que puede surgir. La amistad, la creatividad, la suerte… quizás sea una de las aventuras más extraordinarias de mi vida”.

El vértice de Bahía Aguirre cumple una década. Se trata de la escultura más austral de Argentina y una de las más meridionales del mundo. “La persistencia del vértice es la constatación de que todo lo que tiene un contenido duradero, dura, valga la redundancia”, reflexiona Trénor. “Si algún día desaparece, El Alma del Mundo será perceptible, aunque no visible. El arte es darle forma a algo que no tiene forma, que está más allá, se trata de algo esencial”, concluye el artista.

 

Abel Sberna

 

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