Desde las pasarelas del Parque Nacional Los Glaciares, turistas y expertos observan con preocupación el retroceso del Perito Moreno. Entre el asombro por su majestuosidad y el temor de que las próximas generaciones no puedan conocerlo, esta maravilla natural se convierte en símbolo de la urgencia climática.
El estruendo le sigue un “guau”, pero nadie ve la caída. El glaciar Perito Moreno se desarma sin avisar. Célebre y colosal, se levanta sobre el lago Argentino, y no hay mucho que podamos hacer para ver –menos aún fotografiar o filmar– la caída de los hielos que se van. Lo descubrimos un martes cualquiera, desde las pasarelas del Parque Nacional Los Glaciares. El cielo está encapotado y hay pocos turistas porque falta un rato para la hora de cierre.
“Es posible que tus hijos no tengan la suerte que tenés vos de disfrutarlos”, le comenta –en inglés– un padre a su hijo chiquito. “Si los glaciares se siguen derritiendo, en unos años no estarán más”, acota otra mujer, que habla alemán. La urgencia por disfrutarlos se respira en el ambiente; todos temen que tal vez sea la única, además de la última vez que puedan verlos. Más allá de la preocupación, nos une un objetivo: entender esta masa de hielo y el fenómeno que representa.
Desde Japón o Canadá vuelan hasta Santa Cruz para conocer el Perito Moreno, este gigante de 250 km2 –más grande que Capital Federal–, que es apenas uno de los 48 glaciares principales que se desprenden del Campo de Hielo Patagónico Sur, así como el Upsala y el Spegazzini. No es el más grande, ni el más alto, pero sí el más famoso. ¿Por qué? Por su accesibilidad. Pocos glaciares se dejan ver tan fácil. Termina frente a la península Magallanes, enclave ideal para visitarlo y estudiarlo.
Mientras que otros obligan a trepar o navegar, al Perito Moreno se llega por la RP 11 y está a 80 kilómetros de El Calafate, que tiene su propio aeropuerto desde 2001. La majestuosidad es tal que con verlo desde las pasarelas no alcanza, y nos embarcamos en un catamarán. “El lago Argentino tiene 400 metros de profundidad –en promedio–, es el más grande del país y su lecho se formó hace miles de años, cuando el glaciar empujó las rocas.
El Perito Moreno es un glaciar dinámico. Su importancia es vital, porque integra el Campo de Hielo Patagónico Sur, que tiene 12.500 km2, y es un gran reservorio de agua dulce”, asegura Pablo Antimi, guía de turismo con más de veinte años de experiencia en El Calafate. Lo dice mientras avanzamos por el canal de los Témpanos y vemos la cara norte del glaciar, que a unos metros nos soltó un témpano que se debate entre un azul profundo y un celeste más claro, según cómo le pegue el sol.
Nos recuerda que el Parque Nacional Los Glaciares es el más grande de nuestro país, creado en 1937. Preserva y permite visitar decenas de glaciares; y cuenta con pasarelas desde 1988. “El Perito Moreno está retrocediendo mucho. Tanto que, por ahora, no pareciera que vaya a crecer y montarse de nuevo sobre la península Magallanes para que se forme el puente y se dé el rompimiento, que es fascinante. Pareciera todo lo contrario: si sigue retrocediendo, lo histórico será navegar por el frente del glaciar, un sector que nunca antes se navegó, por el peligro de los desprendimientos. Se va a poder ir del brazo Rico al canal de los Témpanos”, desliza Antimi.
Sin embargo, para seguir descifrando al Perito Moreno no basta con verlo desde la pasarela y desde el catamarán. Ahora, lo caminamos. Hielo y Aventura, empresa pionera en actividades de aventura, ofrece un mini trekking que dura una tarde. Con grampones y casco, nos subimos y andamos sobre esta tremenda masa de hielo. Se ven las grietas, sumideros y seracs, que son esos conos tipo lemmon pie que lo hacen tan único.
“Estamos caminando arriba de 40 centímetros de nieve que más abajo se compacta y forma una masa de hielo homogénea. La nieve se ve blanca, porque tiene mucho aire y se forman cristales que refractan la luz. En lo profundo, el hielo tiene menos aire, y se ve azul oscuro y violeta”, señala Paula Altamiranda, mendocina y guía de Hielo y Aventura, mientras nos propone tomar agua glaciar en un sumidero. “Integra una especie de red de cañerías que tiene el glaciar para que el agua llegue al lago. Hay que estar atentos al caminar, porque son peligrosos”, agrega.
Cuenta que los glaciares de esta zona datan de hace 18.000 años, cuando ocurrió la última glaciación y casi toda la provincia estaba cubierta de hielo. “Ahora queda el Campo de Hielo Patagónico, cuyas dos terceras partes están de Chile. Es como un plato gigante donde nieva casi todos los días, que rebalsa y chorrea para que nazcan los glaciares.
La parte más alta está a 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, luego viene la pendiente y acá estamos a 200 metros”, detalla. “El Perito Moreno avanza dos metros por día, en su parte central, y solo 40 y 60 centímetros en los costados, porque hay más fricción. Cuando avanzaba más de lo que perdía, se montaba en la península Magallanes y bloqueaba el paso del agua hasta que la diferencia de presiones generaba una fisura que luego se convertía en túnel y colapsaba. Ese espectáculo maravilloso ocurría cada tanto, sin un patrón. Una vuelta, en la década del ‘50, se montó en la península y bloqueó el paso del agua, pero la fisura no aparecía, el nivel del lago subía y provocaba inundaciones que perjudicaban el bosque. Entonces los militares intentaron dinamitar el frente del glaciar, pero no pudieron romperlo. Recién unas semanas más tarde se formó el túnel, colapsó y bajó el nivel del lago. ¡La fuerza del glaciar es increíble!”, concluye.
Sin embargo, el Perito Moreno no es el único que retrocede. Llevamos varios días en El Calafate y no hay nadie que no nos haya hablado de lo mucho que se están achicando otros glaciares. Lo vimos en Estancia Helsingfors, con el glaciar Alfredo, que es pequeño y ahora cuelga de una montaña, pero hace un par de décadas caía sobre la laguna Azul. También lo observamos en Estancia Cristina, donde el Upsala –que todavía es el más grande del Lago Argentino, con 640 km2– retrocede a pasos agigantados. “Hasta 2004, el glaciar Bertacchi era tributario del Upsala. Es decir, estaba conectado y le aportaba hielo y roca, como hacen el glaciar Cono y el Murallón”, cuenta Mauricio Motyka, guía de Estancia Cristina, y dice que otro que está en retroceso el Viedma. “El Pío XI, en cambio, es uno de los pocos que crece. Mientras que el Spegazzini permanece estable, como hasta hace algunos años estaba el Perito Moreno”, aclara después de detallar que hay glaciares colgantes –de montaña o alpinos– que no hacen témpanos porque no terminan en un lago, pero se desarman en cascadas, ríos y arroyos.
Variaciones del Glaciar Perito Moreno de 1947 a 2024
Consenso científico
Fundamental, entonces, ir hasta Glaciarium, centro de interpretación insoslayable de El Calafate. Diana González es guía y, frente a una gigantografía, nos explica detalles de esta masa de hielo que ya vimos, oímos y caminamos. “En esta zona, los vientos llegan desde el océano Pacífico cargados de humedad, se topan con la cordillera de los Andes y depositan esa humedad en forma de nieve, que se acumula, se compacta y se convierte en hielo glaciar. Todo glaciar es una masa de hielo en movimiento que tiene una zona de acumulación y otra de pérdida”, repasa la guía. “El Campo de Hielo Patagónico Sur es la reserva de agua dulce más grande del Hemisferio Sur, después de la Antártida. Tiene más de 300 glaciares”, agrega. Luego confirma lo que ya sabemos y de lo que habla todo el mundo por estos lados. “Un glaciar puede estar en avance, retroceso o equilibrio. El Perito Moreno estuvo en equilibrio muchos años, pero últimamente perdió mucho hielo en los márgenes. Tiene forma de V, con una cara central, otra sur, y otra norte, que es de donde retrocedió 700 metros”, señala sobre esta mole helada que debe su nombre a Francisco Pascasio Moreno, el explorador, científico y naturalista que tanto amó la Patagonia.
“El Upsala retrocedió 14 kilómetros en 54 años. En este caso, influye mucho que buena parte está flotando y no sobre un lecho rocoso, como el Perito Moreno. Por eso el agua ingresa por las grietas que están debajo y lo perjudica. También está en retroceso el Viedma, que es el más grande de Argentina, con 972 km2”, señala González antes de que pasemos a ver un video sobre el anteúltimo rompimiento del Perito Moreno, en 2016.
“El último fue en 2018, pero nadie lo vio porque fue de noche. Había venido gente de todo el mundo para verlo… Pero nadie puede predecir exactamente cuándo va a ocurrir. Pasan varios días entre que se monta sobre la Península Magallanes, se filtra el agua, se forma el túnel y finalmente cae. Antes había ocurrido en 2012, 2008, 2004, pero no pasaba desde la década del ‘80”, comenta la guía y asegura que, por ahora, no pareciera volver a ocurrir. “El retroceso es notorio y por diversos factores. Claro que hay períodos de glaciaciones y desglaciaciones, pero ¿a esta velocidad?… Eso es lo que no es normal. Acá se nota el cambio climático”, concluye frente a la preocupación de los turistas por no verlo nunca más, y que no lo lleguen a ver sus hijos, ni sus nietos.
Más enfático es Luciano Bernacchi, director de Glaciarium, al referirse al Upsala y las complicaciones que presenta por dónde está ubicado. “Llega al norte del lago Argentino, donde la profundidad del lago es de más de 700 metros. Por cuestiones físicas, cuando un glaciar llega a un lago tan profundo, mayor es la tasa de desprendimiento”, señala. Luego comparte un informe de Pedro Skvarca, director científico del museo, que lleva décadas estudiando glaciares. Aclara que para conocer el clima de un lugar se deben realizar como mínimo treinta años de observaciones continuas.
“La estación meteorológica instalada a fines de 1995 en la margen sur del Glaciar Perito Moreno registra datos que evidencian el calentamiento atmosférico en la región. Mientras que, el clima global resulta del promedio de datos provistos de miles de estaciones meteorológicas en todo el mundo. El año 2023 ha sido el más cálido desde el inicio de los registros, con una temperatura promedio global de 1.45 ± 0.12 °C sobre los niveles preindustriales (Organización Meteorológica Mundial), y coincide con el récord de emisiones de gases de efecto invernadero”, señala el informe de Skvarca que se terminó en marzo de este año.
En relación con el adelgazamiento del glaciar, el estudio expone: “A fines de 1990 comenzamos a medir la elevación de la superficie glaciar a 4 km del frente.
En el período 1990-2023 el replanteo, que consiste en reubicar cada vez los mismos puntos con equipos GPS en modo diferencial, se realizó 20 veces, siempre a fines del año. Se observó que desde 1990 hasta 2018 la elevación promedio en la sección S-N (perfil medio) varió en un rango de 9 metros, pero luego comenzó a bajar drásticamente hasta el año 2023. Entre 2018 y 2022 el glaciar adelgazó a una tasa de 4.3 m/año, la cual se duplicó a casi 8 m/año en el año 2023. Desde 2018, el Perito Moreno adelgazó en esa zona un total de 25 metros. El calentamiento atmosférico y el desacople del glaciar de la morena frontal –descubierta a inicios del año 2023 en el canal de los Témpanos–, explican el aumento de la velocidad del flujo de hielo durante el año 2023 (aún en proceso de análisis), como causa del fuerte adelgazamiento”.
El hielo que regula todo
Por su parte, Lucas Ruiz, doctor en geología, glaciólogo e investigador adjunto del Conicet en IANIGLA (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales), también es taxativo. “El Perito Moreno está en retroceso. El frente está cada vez más atrás porque está perdiendo masa. Hasta ahora, en los últimos 80 años se mantenía prácticamente estable, y la posición del frente no cambiaba. Es decir que el balance de masa que ganaba por la nieve que se acumulaba, contrarrestaba lo que perdía por derretimiento en forma de témpanos. Sin embargo, estos últimos cuatro años se notó un fuerte retroceso, sobre todo en la margen norte”, señala Ruiz y aclara que esto no tiene por qué ser así para siempre.
“Si bien en los últimos 40 años hubo períodos de ganancia y de pérdida, el contexto de cambio climático nos dice que las probabilidades de que se recupere el Perito Moreno son pocas”, apunta. Entonces, ¿cuánto influye el cambio climático? “Me gusta ser muy enfático en este sentido. El retroceso del glaciar en las últimas décadas es inequívocamente culpa del cambio climático de origen antrópico. Es decir, por la quema de combustibles fósiles de la actividad humana. Hay muchos estudios que sustentan que es anormal la taza en la que están retrocediendo los glaciares”, asegura el glaciólogo e invita a repasar la importancia del Campo de Hielo Patagónico Sur. “Ofrece beneficios en la disponibilidad y calidad de agua, pero, además, influye en el nivel del mar a escala global. Cuando los glaciares se derriten como se están derritiendo ahora, el nivel del mar aumenta en las costas de Nueva York y Miami”, sentencia Ruiz. Y así explica porqué es posible que en unos años no solo nos quedemos sin poder visitar los glaciares, sino además suframos inundaciones y catástrofes.
Texto de Ana van Gelderen para La Nación
Fotos de Jade Sívori