Se trata del primer fósil articulado de un ofiuroideo sudamericano correspondiente al período Jurásico. Científicos y científicas del CONICET protagonizaron el hallazgo y la descripción del fósil.
Un equipo de científicos y científicas del CONICET halló en la cuenca neuquina un fósil articulado de una estrella frágil que vivió en los mares sudamericanos hace unos 193 millones de años.
Las estrellas frágiles u ofiuroideos son una clase dentro del grupo de los equinodermos, al que también pertenecen, entre otros, las estrellas de mar, los erizos de mar, los dólares de arena, los lirios de mar y los pepinos de mar.
El espécimen hallado en marzo del 2020 en la localidad neuquina de Arroyo Lapa, en la Formación Sierra Chacaicó, es el registro más antiguo de una estrella frágil para la Era Mesozoica (que tiene una antigüedad de entre 66 y 251 millones de años) en América del Sur y el único del subcontinente reportado hasta el momento para el Período Jurásico (de entre 152 y 201 millones de años de antigüedad). Los registros fósiles de estrellas frágiles articuladas previamente conocidos pertenecían a la Era Paleozoica y a la Era Cenozoica, que representan períodos de tiempo geológicos anteriores y posteriores al Mesozoico, respectivamente.
“El hallazgo fue fortuito, ya que nosotros buscábamos obtener muestras de roca para la realización de análisis geoquímicos y secciones delgadas para observar en el microscopio. Mientras realizábamos el procesamiento de las mismas vimos una laja que contenía el fósil, así que nos contactamos con Evangelina Palópolo, que trabaja con equinodermos, para que nos orientara sobre el descubrimiento”, comenta Maximiliano Rodríguez, becario doctoral del CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN) y coautor del trabajo en el que se presenta el descubrimiento.
Por su parte, Evangelina Palópolo, becaria postdoctoral del CONICET en el IIPG, asegura que “este descubrimiento nos permite ampliar la investigación sobre las estrellas frágiles para la región, ya que nos encontramos con el primer ejemplar del género Sinosura fuera de Europa”.
El fósil descubierto data del del piso Pliensbachiano de Jurásico Inferior, que tiene una antigüedad aproximada de entre 184 y 193 millones de años. “La estrella frágil descubierta se encontraba en posición de vida y prácticamente completa. No existen registros de organismos articulados de esta familia (Ophioleucidae) para otros períodos geológicos en Argentina ni en Sudamérica. A su vez, es el más antiguo de la cuenca neuquina, por lo tanto, nos permite ampliar el registro de esta clase para la región. El hecho de encontrar el fósil en posición de vida y de poder observar su preservación nos permite sacar conclusiones sobre el ambiente en el que vivía, las causas de su muerte y los motivos por los cuales se preservó tan bien”, explica Palópolo.
“Las estrellas frágiles del genero Sinosura son originarias de Europa y se creía que solo habían vivido en los mares de ese continente. Es un género muy bien diferenciado del resto, con ejemplares pequeños y características muy particulares. No sabemos a ciencia cierta si este género habitaba en todo el mundo ya que no hay suficientes registros del período estudiado. Este descubrimiento genera una nueva incógnita que solo podremos responder si hay más hallazgos de este tipo en Sudamérica y otros continentes”, asegura la becaria.
Características de la estrella frágil encontrada
El fósil hallado tiene casi dos centímetros de radio -es la distancia entre el centro del disco y la punta del brazo-, su disco central es muy pequeño, con una longitud de dos milímetros de radio y sus brazos de aproximadamente dos centímetros de largo. Es un ejemplar muy pequeño que debió ser estudiado con lupa y microscopio electrónico.
Las estrellas frágiles son, en general, organismos depredadores o carroñeros que se desplazan sobre sus brazos en el fondo del mar. Generalmente viven en ambientes pacíficos, directamente sobre el fondo, o en ambientes costeros con más energía, debajo de rocas o sujetos a las algas. Son exclusivamente marinos, no viven en lagos ni ríos, ya que no pueden regular las sales dentro del cuerpo y, además, son muy sensibles a los cambios de temperatura, energía y salinidad del ambiente.
Al ser tan frágiles y tener tantas piezas en su esqueleto, cuando mueren, esas piezas se separan en más o menos 24 horas, con lo que el registro fósil de este grupo se conoce mayormente por osículos aislados o por ejemplares que son enterrados cuando aún estaban vivos.
“Lo que podemos ver a través de este estudio es que la posición del ejemplar nos indica que estuvo escapando en medio del sustrato donde se encontraba. Este animal vivía muy bien, en un entorno más o menos tranquilo de la costa, que de vez en cuando era afectado por descargas de agua y sedimentos de ríos cercanos. Suponemos que se encontraba en el fondo marino cuando fue tapado por sedimentos y restos vegetales de una de esas descargas. Cuando el sedimento los tapa, los ofiuroideos tienden a escapar levantando solo un brazo para ejercer la fuerza y así poder elevar el disco, mientras que sus otros cuatro brazos se mantienen colgando. Si no logran llegar a la superficie, porque la capa de sedimento es muy gruesa o se le tapan los orificios por donde entra el agua que usan para respirar, mueren y quedan en posición de vida”, señala Palópolo, y además comenta que “en nuestro caso, lo encontramos articulado porque no hubo ningún evento que lo desenterrara después de su muerte, por eso quedó tapado y con mucha materia orgánica. Eso evitó que se descompusieran sus partes blandas y se desarticulara”.
Fuente: CONICET