En lo que va del siglo XXI, la gran mayoría de los glaciares en el mundo perdieron masa a una velocidad jamás vista en la historia. Sin embargo, hay un pequeño número de glaciares en el mundo -varios de ellos en Sudamérica- que no se están derritiendo, sino que se encuentran “estables”, e incluso hay algunos que “crecen”.
En lo que va del siglo XXI, la gran mayoría de los glaciares en el mundo perdieron masa a una velocidad jamás vista en la historia.
Esa es la conclusión a la que llegó un grupo de científicos internacionales en un reciente informe publicado en la revista Nature. Lo que alguna vez fue hielo permanente disminuyó en volumen en casi todas partes del mundo.

Entre 2000 y 2019, los glaciares en la Tierra perdieron un total de 267 giga toneladas (mil millones de toneladas) de hielo por año en promedio, que equivale aproximadamente entre un 18% a un 23% del aumento observado del nivel del mar. Los glaciares que se derriten más rápidamente se encuentran en Alaska, Islandia y los Alpes. La situación también está teniendo un efecto profundo en los glaciares de las montañas de Pamir, el Hindu Kush y el Himalaya.
“Los glaciares son quizás el indicador más claro de lo que está pasando con el clima”, le dice a BBC Mundo, la doctora en glaciología Inés Dussaillant, que trabaja en el Servicio Mundial de Monitorización de Glaciares (WGMS, por sus siglas en inglés) y es una de las autoras del estudio “Pérdida global acelerada de masa de glaciares a principios del siglo XXI”.
Sin embargo, hay un pequeño número de glaciares en el mundo -varios de ellos en América Latina- que no se están derritiendo. Se encuentran “estables”, como se los califica. Eso quiere decir que lo que pierden de masa en el verano, lo recuperan en el invierno. Incluso hay algunos que ganan superficie, aunque los glaciólogos se encargan en subrayar que estos son la excepción a la regla.
“Fábricas de hielo”
En el mundo hay aproximadamente unos 200.000 glaciares. Si excluimos a los polos de la Tierra, la zona de la cordillera de los Andes concentra una gran cantidad de ellos.

El número total de glaciares Andinos es de 18.799 cubriendo una superficie de hielo de 29.360 km², según detalla el Inventario Global de Glaciares Randolph, el único que aborda todas las regiones del mundo. Este conteo global puede no coincidir con los informes individuales de los países, como el de Argentina cuyo inventario de glaciares solo en su territorio alcanza casi los 17.000, según cifras de 2018. Y no todos los glaciares tienen nombre. “Es que son tantos… los más conocidos tienen nombres solamente y los otros los identificamos por un número”, detalla Dussaillant.
Los glaciólogos creen que el calentamiento global no afecta, por ahora, al glaciar Perito Moreno porque tiene características especiales gracias a su ubicación y forma. Los glaciares se dividen en dos zonas: la alta que se denomina de “acumulación” y la baja que se la llama de “ablación“, que en geología significa la pérdida de hielo en el final de un glaciar.
La zona de acumulación es “de alguna manera, la fábrica de hielo donde la nieve compactada va formando sucesivas capas de hielo”, explica Luciano Bernacchi, director de Glaciarium, un centro de interpretación de glaciares ubicado cerca de El Calafate, en la sureña provincia argentina de Santa Cruz, donde se encuentran la mayor cantidad de glaciares del país, con 2.420.
La zona de ablación es donde el hielo llega para derretirse, cuyo término correcto es fusión. Por ejemplo, en aquella clase de glaciares en los cuales el frente llega a un lago o al mar, se producen desprendimientos que crean témpanos y el glaciar va perdiendo hielo de ese modo. Y en los que están en tierra, el derretimiento hace que se reduzca su tamaño dejando al descubierto un terreno árido que toma siglos en regenerarse para mostrar vegetación.
“En promedio en estos últimos 20 años, y sobre todo con una gran aceleración, los glaciares se están achicando, es decir que siempre la cuenta es negativa. Cada vez la acumulación de nieve no alcanza a compensar todo lo que se pierda en el verano, principalmente porque la temperatura del planeta sigue aumentando“, analiza el glaciólogo Lucas Ruiz, investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), en Argentina. “Eso significa que nos estamos comiendo los ahorros de agua que tenemos”, añade a BBC Mundo.
Pero en el sur de América Latina tenemos algunas excepciones a la reducción generalizada de la masa de hielo en el mundo.

Glaciares “íconos”
Existe una lista escasa e imperfecta de glaciares en la región que no siguen el patrón de derretimiento del resto causado por el calentamiento global. “Se podría decir que no les afecta porque hay factores locales que juegan un rol mayor en el equilibrio del glaciar”, explica Inés Dussaillant, que es una especialista en los glaciares de los Andes.
Si bien la tecnología avanza y brinda datos cada vez más exactos sobre nuestro planeta, los glaciólogos consultados resaltan que es muy difícil saber con exactitud el número de glaciares que están estables y los que ganan masa. “Nada es absoluto en la naturaleza y hay muchos glaciares que prácticamente ni se conocen porque están en terrenos desolados y nadie los estudió”, detalla Bernacchi. Pero sí podemos destacar algunos que son “íconos” en América Latina. Y todos ellos están ubicados en Argentina y Chile.
Entre los estables, el ejemplo más conocido es el glaciar Perito Moreno que se encuentra en el parque nacional Los Glaciares en Santa Cruz, en el sur de Argentina y que antes de la pandemia recibía casi medio millón de turistas al año. Tiene una superficie de 250 km², es decir, es más grande que toda la Ciudad de Buenos Aires que cuenta con 203 km². Tiene una longitud aproximada de 50 km, su ancho es de 4,5 km y un espesor en su pared de frente de unos 60 metros.
Y el glaciar se mueve desde su zona central hacia adelante, es decir hacia abajo. Lo hace unos 700 metros al año, entre 1,5 y 2 metros por día. También se sabe que se mueve más rápido en verano y durante el día. “Eso influye mucho porque al haber fusión el agua se escurre y lubrica el hielo para que se mueva más rápido”, explica Bernacchi.
Si bien se estudia la temperatura del Lago Argentino (donde el glaciar termina), la fusión, el movimiento, la velocidad y el espesor de hielo, entre otras variables, aún faltan muchos datos que son fundamentales para entender el comportamiento, por ejemplo, el climatológico. “Para entender el clima de un lugar hacen falta al menos 30 años de registro de temperatura, precipitación, viento y eso no existe. Recién nos estamos acercando a los 25 años en una estación meteorológica cercana al glaciar Moreno”, detalla el director de Glaciarium.
Fuente: BBC