La estepa patagónica no solo es rica en fauna. Su flora encierra una diversidad que es admirada por expertos y visitantes de todo el mundo. Crece el interés de los habitantes del noroeste santacruceño para descubrirla y disfrutarla.

Muchas veces pensamos a la estepa como una inmensidad marrón, polvorienta, con algunas matas achaparradas a lo lejos. Sin embargo, la estepa guarda un montón de tesoros para quienes estén dispuestos a mirar de nuevo, con otros ojos. Así descubrirán el universo de su flora, lleno de colores, tamaños y aromas. 

En la Argentina viven unas 11 mil especies, incluidos todos los tipos de vegetación, de las cuales solo 1070 son introducidas.

“Como la Patagonia tiene la fama de ser solo un sitio inhóspito y ventoso, la gente piensa que no hay tantas especies de plantas y sin embargo, en la estepa patagónica hay aproximadamente 2500 especies, lo que representaría casi un cuarto de todas las especies que hay en el país” explica Marcela Ferreyra, Licenciada en Cs. Biológicas, autora de Guías de reconocimiento de especies de guías de Flora de la Patagonia.“El 60 % de todas esas especies está en los sitios áridos, es decir en la estepa y en el monte y no como suele pensar la gente en el bosque o en la selva”, agrega.

En la región abundan el neneo, la leña de piedra o yareta, la melosa, la topa topa o zapatito, la petunia y la mata negra además de la tortilla de huevos, el té pampa o tomillo y el cuye colorado o rosado, entre otras. Todas estas variedades poseen alguna propiedad utilizada en la medicina ancestral, además de sus propiedades ornamentales o como forraje.

A modo de ejercicio, Ferreyra nos invita a “imaginar un rectángulo de una hectárea en un sitio cualquiera de la estepa”. Ahí “podríamos apreciar una gran diversidad de especies. Si lo moviéramos a distintos sitios de la estepa, las condiciones cambiarían muchísimo, porque de pronto te encontrás con un curso de agua, o tenés napas corriendo cerca de la superficie donde puede desarrollarse un mallín (tierras bajas inundables), con un tipo de flora completamente diferente al que podés encontrar en un lugar arenoso árido o en un sitio rocoso”, detalla.

La flora, aparte de estar condicionada por los factores geográficos y climáticos, también lo está por los biológicos. Así es como la mayoría de las especies dependen de la fauna -por ejemplo- para la polinización y la dispersión de semillas.

“La estepa es sumamente rica en polinizadores, como mariposas, abejas, y hasta aves como la agachona que poliniza la Calceolaria uniflora (zapatitos de la virgen). Entre los dispersores de semillas se cuentan numerosas especies de aves y hasta mamíferos como el zorro y diversos roedores, que al  comer los frutos, van dispersando las semillas. De esta manera colaboran  con la dispersión de especies que a su vez les ofrecen alimento y refugio” explica la científica.

En Santa Cruz hay una nutrida historia de viajeros, especialmente extranjeros, que llegan a observar la flora específica y endémica de la montaña o la estepa: “Tenemos plantas extrañisimas y a ellos les fascina, tanto eso como la inmensidad del paisaje”, afirma la bióloga.


En los últimos tiempos son cada vez más los visitantes locales atraídos por la biodiversidad de la estepa patagónica: “Una vez que uno los ayuda a ver el puntapié inicial, a descubrirlo, a mirar de nuevo, la apertura de esa ventana es irreversible y contagia. Empiezan a disfrutar de otra manera y encuentran que la naturaleza es una increíble fuente de disfrute al alcance de la mano y gratis”.

La flora del Parque Patagonia, “es digna de una exploración exhaustiva de porque es muy heterogénea”, afirma la científica. “Si un turista sale de la zona de Los Antiguos, y llega hasta la meseta o sube al Zeballos, es increíble la diversidad de plantas que va a encontrar de acuerdo a las condiciones de relieve y climáticas que van variando con la altitud y la exposición de las laderas. Por ejemplo, entre las dos rutas, la Ruta Escénica 41 hacia Lago Posadas y la 43 que va al Perito Moreno, es increíble la variación ambiental que hay, y por lo tanto florística”.


Como parte de los hallazgos, en sus innumerables recorridos, los expertos han encontrado en la cima de la meseta del Lago Buenos Aires, en cercanías de la laguna El Sello, plantas que son de alta montaña, con una diversidad enorme. “Si pensamos que ese monte, que está aislado de la línea cordillerana tiene plantas de alta montaña que están aisladas ahí desde hace miles de años, es muy factible que existan especies endémicas que todavía no han sido descritas” sostiene la bióloga.

“Desde todo punto de vista, ese parque es un tesoro en el medio de la estepa. Me produce mucha emoción recorrerla especialmente esos días de viento y ver lo increíble de la adaptación de esas especies para vivir en un ambiente tan desfavorable y apropiárselo y tener ese éxito”.


Florecer en la adversidad

“Las plantas de esos ambientes encuentran la solución a todos los problemas, ya sea adoptando formas achaparradas, viviendo dentro de otras matas, perdiendo la parte aérea cuando las condiciones se vuelven desfavorables, o transformando las hojas en espinas, hasta asociándose con otros animales. Logran colonizar esos ambientes.
Para mí, cuando una persona logra descubrir eso, no hay vuelta atrás
 

Las floraciones se van escalonando. Algunas comienzan en noviembre y se extienden hasta fines de febrero, donde  podemos llegar a encontrar distintas flores. “Las plantas después entran en reposo, entonces muchas estructuras aéreas desaparecen o adoptan solo una estructura subterránea y es ahí donde vemos la estepa un poco marrón o amarilla, pero está toda esa vida en reserva porque están las semillas que están esperando para brotar en la temporada siguiente. La vida sigue, pero no es tan aparente como en la época de mayor floración”.

“Hay que caminarla a la estepa, con tiempo y en la época indicada”, recomienda Ferreyra. A la distancia solo podrán distinguir los coirones, los neneos y las malezas que están en las banquinas que fueron removidas, “pero si uno se interna en la estepa, hay un mundo increíble de formas, colores, de aromas y de texturas”.

“Siempre le digo a las personas que hay que cambiar la mirada cuando uno va a la estepa porque tiene un montón de tesoros, pero que se ofrecen a quienes se dan el tiempo a un ritmo diferente. Para conocer la belleza de la estepa, primero hay que bajarse del auto”. 


Daniella Mancilla Provoste
Crédito de fotos: Lic. Marcela Ferreyra


Anexo: información sobre algunas especies

  • Neneo (Azorella prolifera ex Mulinum spinosum)
    Es una especie forrajera, aunque confiere gusto amargo a la carne. Se le atribuyen propiedades analgésicas, urinarias y digestivas. En medicina popular se emplea como depurativo, para tratar problemas de riñones y pulmones, eliminar las verrugas, combatir el dolor de muelas, cataratas y otras afecciones de la vista. Potencial ornamental para jardines; se reproduce por semillas. Importante en los ecosistemas por su función de nodriza. 
  • Leña de piedra, yareta  (Azorella monantha)
    Usos: Las partes tiernas de las raíces eran comidas por los pueblos originarios. La resina es estimulante, estomacal y vulneraria. En el campo se la utiliza para iniciar el fuego. 

  • Melosa (Grindelia chiloensis:
    Como ornamental para canteros en jardines áridos, con cierto parecido a la caléndula; se reproduce fácilmente por semillas; se recomienda podarla al final del verano. Las flores son recolectadas para arreglos florales. En medicina popular se usa internamente como antifebril y refrescante, y externamente para tratar dolores de cuerpo, torceduras, quebraduras, reumatismo, dolor de riñores, eczemas y verrugas. La resina que cubre la planta es similar a la de coníferas que se utilizan para fabricar lacas, gomas y barnices por lo que resulta un recurso potencial. Melífera.
  • Zapatito o Topa topa (Calceolaria uniflora)
    Excelente ornamental, cultivada en diversas partes del mundo para jardines de roca. En la parte inferior muestran un diseño de puntuaciones castaño- rojizas. Florecen desde noviembre a diciembre. Esta planta es polinizada por un ave (Thinocorus rumicivorus) conocida vulgarmente como “agachona”, que al picotear el cuerpo alimenticio, deposita el polen en su cabeza y así lo traslada de flor en flor.
  • Té pampa, tomillo (Clinopodium darwinii)
    Medicinal, digestivo. Se usa para tratar dolores de estómago y úlceras. Potencial ornamental para jardines de roca. 
    Las hojas son muy pequeñas. Las flores son de color violeta rosado. Florece de Noviembre a Diciembre
  • Cuye colorado, cuye rosado (Oxalis adenophylla)
    Excelente ornamental; se reproduce por semillas y división de rizomas. En medicina popular se emplea como antitusiva, para bajar la fiebre, como emenagogo y abortivo. Los rizomas son muy tiernos y se pueden comer crudos o cocidos. 


Deja tu comentario