El presidente de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-Un tuvo la iniciativa de negociación con su colega de Corea del Sur y el mismísimo Donald Trump.

De todos modos lo seguirán calumniando de dictador, loco y hombrecito-misil.

Emilio Marín – Kim Jong-Un es el máximo dirigente del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte y del gobierno desde 2012. Desde entonces hasta aquí los medios de comunicación que operan en sintonía con los poderes imperiales se han referido a él como a un vulgar dictador, un loco de la guerra, un peligro para la paz mundial, un militarista extremo y un asesino que ordena matar a un hermanastro en Kuala Lumpur, todo por supuesto sin pruebas.

Ahora ese poder internacional del dinero y las armas, Wall Street, la Casa Blanca y el Pentágono, están en un serio aprieto político, igual que aquellos medios de comunicación.

Es que el líder norcoreano los ha desubicado con varias jugadas políticas de excelso nivel, donde los valores positivos de apertura a una negociación pacífica de la crisis de la península coreana quedaron claramente en sus manos.

Todavía es muy temprano para saber si ese proceso de negociación podrá llegar a feliz término, con un acuerdo entre las dos Coreas y una obligación de Estados Unidos de respetar lo allí pactado, lo que debería culminar con el retiro de los 35.000 marines estacionados en la República de Corea, la devolución de sus bases militares y sacar sus manos de una Corea reunificada.

La sola enunciación de esas características futuras de una negociación, si ésta llega hasta el final, permite inferir cuán lejos se está todavía de esos objetivos deseables pero muy frágiles y por ahora utópicos.

De cualquier modo, quien tuvo la iniciativa diplomática fue el joven presidente comunista norcoreano, contra todos los pronósticos de la CNN, Fox, The New York Times y el Washington Post, más sus repetidores seriales de Argentina (Clarín, La Nación, Infobae, etc.). Un 2017 muy malo.

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