Puede que el sueño parezca un misterio imposible de desentrañar, pero la ciencia lo estudia en todas sus variantes y en todas las especies del mundo. Saber más sobre cómo duermen los distintos animales “es crucial para definir y restringir las ideas sobre para qué sirve el sueño”, afirmó la neurocientífica Chiara Cirelli, de la Universidad de Wisconsin-Madison en la revista Science.
Won Young Lee (ecólogo conductual del Instituto de Investigación Polar de Corea) cometó que estaba haciendo trabajo de campo en la Antártida cuando notó que los pingüinos cabeceaban, sin nunca permitirse períodos prolongados de sueño. Este microsueño le da a las aves la oportunidad de tener unas 11 horas de descanso al día sin dejar de vigilar sus huevos y crías.
A pesar de que los investigadores sabían que distintas subespecies de pingüinos en cautiverio suelen dormir en etapas cortas, no sabían cómo se desarrollaba este comportamiento en su hábitat natural o en qué les beneficiaba.
Para ello, lograron equipar a 14 pingüinos con dispositivos para medir su actividad cerebral y registrar sus movimientos musculares mientras filmaban su somnoliento comportamiento.
Las grabaciones de las ondas cerebrales de los animales dieron cuenta que, incluso durante estas siestas instantáneas, las aves lograban alcanzar el llamado sueño de ondas lentas, que es la fase más profunda del descanso y es fundamental para reparar las funciones entre los seres humanos. La diferencia fundamental es que nosotros no somos capaces de alcanzar esta fase del sueño en períodos tan cortos.
El estudio se realizó en la isla King George. Durante el día, los padres pinguinos protegen constantemente a sus huevos y crías de las aves marinas depredadoras, mientras sus parejas buscan comida. Allí, Lee y sus colegas también dormían poco y pasaban mucho tiempo observando.
¿Por qué duermen de esta manera?
A pesar de que se descubrieron algunos beneficios extra a la vigilancia de huevos y cría (como el tiempo de recuperación de las sinápsis y la eliminación de productos tóxicos de desecho en el cerebro), aún queda pendiente investigar qué sucede cuando los pingüinos no están anidando. Todavía no podemos saber con certeza si, en un entorno más sereno, el objetivo es descansar por períodos más largos.
P.A Libourel, neurocientífico francés involucrado en el estudio, explicó que “no todos los animales duermen como los humanos, y es probable que puedan soportar algunos patrones de sueño que nosotros no somos capaces de soportar“.
Además, las investigaciones sobre el sueño suelen hacerse en condiciones muy controladas, lo que implica cierto margen de error. Por eso, este nuevo hallazgo sobre cómo administran el sueño los “pingüinos barbijo” en su hábitat natural es (además de un dato bastante curioso) un avance en la importante tarea de arrojar luz a cómo los distintos animales adaptan el descanso y las circunstancias estresantes.
Delfina Montagna para Redacción, Periodismo Humano