El caso de Milagros Lescano, la niña fueguina de 11 años internada en el Sanatorio de la Trinidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y que a causa de un virus que a afectado su condición, necesita transfusiones cada 12 horas, ha encendido todas las luces de alerta dentro de la población. Muchas preguntas sobre la donación voluntaria y regular de sangre fueron surgiendo y la idea de esta nota es poder ir evacuando las más comunes.

Pocas cosas se repiten tanto en redes sociales como los pedidos de donantes de sangre. Todos los días, en todas las redes, en todos los medios, en todas las provincias. Siempre hay alguien que pide, siempre hay alguien que necesita. Siendo un acto tan sencillo y tan seguro resulta llamativo que sea tan poca la gente que se sienta en el sillón y presta su brazo para que le hagan una extracción que, así de simple, puede salvar una o más vidas.

En nuestro país, cada año, unas 400.000 personas requieren la transfusión de alguno de los componentes de la sangre, según revelan las estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación. Eso representa nada menos que unas 1.100 personas que, diariamente, necesitarán ser transfundidas.

Actualmente se identifican al menos seis fobias comunes que tienen que ver con el acto de la donación de sangre, miedos sin fundamento que normalmente provocan un absurdo impedimento.

Miedo a las agujas: Las agujas que se emplean en la donación de sangre no son los arpones que quienes les tienen fobia piensan que son. Generalmente los donantes sienten un pinchazo, muy similar al de una vacuna. La donación se puede comparar con la inyección contra la gripe, pero le ofrece la posibilidad de ayudar a por lo menos tres personas con una sola donación de sangre.

Miedo de ver la sangre: Uno no tiene que ver la sangre. Depende el lugar donde se haga la donación, uno se puede encontrar con cualquier tipo de distracción como por ejemplo un televisor y, sino, con mirar para el lado contrario, es suficiente.

Miedo a desmayarse: Los centros de donación toman medidas para evitar los desmayos. Son pocas las personas que se desmayan y las investigaciones revelan que el hecho de que ocurra tan solo una vez, no significa que volverá a suceder. Continuamente se buscan maneras de evitar que eso ocurra.

Miedo a la náusea: Esto es fácil de evitar -y de paso ayudamos a destruir el mito del ayuno obligatorio- uno debe comer un desayuno sano o una buena comida (sin lácteos y sin grasas) y mantenerse hidratado antes de ir a donar sangre, sin ni siquiera pensar en que la aguja es grande o en la ansiedad. Posiblemente sea bueno pensar en música que nos guste, ver algún programa en la televisión o hacer algo que nos guste, porque la distracción es la clave para que la donación tenga éxito. A pesar de que es importante comer antes de donar sangre, lo mejor es evitar las comidas grasas, como las hamburguesas, las papas fritas y los batidos de leche, porque pueden cambiar la apariencia del plasma. El plasma normalmente es transparente, con una apariencia similar a la del caldo de pollo, y una comida grasosa lo convierte en algo más similar a una salsa. El plasma está bien y es normal, pero a veces es estéticamente desagradable; por ello, no deseamos plasma lleno de moléculas grasas.

Miedo a que si dona una vez, el centro lo acosará hasta que vuelva a hacerlo: Los bancos de sangre suelen respetar la privacidad de los donantes y la frecuencia con la desean que se los llame.

Miedo a que la donación de sangre conduzca a un problema médico: Se realizan detecciones en los posibles donantes para garantizar que se encuentran lo suficientemente sanos para donar sangre. En la mayoría de casos, para una persona sana probablemente sea provechoso donar sangre porque básicamente recuperará sangre nueva.

A fin de evitar la dispersión del VIH, la hepatitis u otras enfermedades, se utilizan agujas e implementos descartables para la donación, que son individuales para cada persona y luego se desechan, comenta el Dr. Gandhi*: “De manera que es imposible contraer un virus transmitido por la sangre porque uno nunca entra en contacto con la sangre de otra persona”, añade.

Después de la donación, se solicita a los donantes que permanezcan 15 a 30 minutos en la sala para comer y beber algo y que eviten realizar ejercicio arduo o levantar peso durante las primeras 6 a 24 horas; pero, por lo demás, pueden retomar todas sus actividades normales.

No importa el tipo al que pertenezca nuestra sangre, ésta corre por igual en el cuerpo a través de las venas y todos la necesitamos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), con una sola unidad de sangre donada se pueden salvar hasta tres vidas.

Cuando se decide donar sangre se pueden salvar:

-Vidas de mujeres con complicaciones obstétricas (hemorragias antes, durante y después del embarazo, embarazos ectópicos).

-Personas con cáncer: por ejemplo, un paciente con leucemia puede llegar a marcar niveles de plaquetas extremadamente bajos, un nivel de plaquetas preestablecido es necesario antes de realizar sesiones de quimioterapias, por eso es muy necesario que las personas donen voluntariamente para ayudar a pacientes que sufren este tipo de enfermedades.

-Niños con anemia, personas que presentan traumatismos por algún accidente y personas sometidas a intervenciones quirúrgicas se suman a lista de vidas beneficiadas.

Pero no solo es beneficioso para terceros, sino también para uno mismo. Según la doctora Nor Ashikin Mokhtar, tocóloga e integrante del Real Colegio de Tocólogos y Ginecólogos del Reino Unido, donar sangre libera el hierro que se acumula en exceso en la sangre, algo positivo para la salud. De acuerdo a la especialista, mucho hierro en la sangre ha sido ligado a mayores riesgos de presentar alguna cardiopatía.

El Centro Sanguíneo Miller-Keystone indica que la donación de sangre se relaciona con menores riesgos de presentar cáncer, tales como cáncer de colon, estómago, pulmón o garganta (los bajos niveles de riesgo, dependen de la frecuencia con que se done).

La Cruz Roja Internacional ha marcado algunos requisitos obligatorios para poder convertirse en donante de sangre:

-Ser mayor de 18 años y pesar mínimo 50 Kg.

-Gozar de buena salud en general, no padecer, o haber padecido, epilepsia, hepatitis, sífilis, paludismo, cáncer, sida o enfermedades severas del corazón.

-En el último año no haberse realizado tatuaje, perforación o acupuntura, no haber sido vacunado contra hepatitis o rabia.

-No consumir drogas, así como presentarse a donar sin haber ingerido bebidas alcohólicas en las últimas 48 horas.

En Tierra del Fuego, ¿Dónde se puede donar?

Básicamente, los hospitales públicos reciben donantes durante todo el año. En las clínicas privadas es más factible que solo puedas donar para casos específicos, pues no todas tiene un banco.

Las unidades son derivadas a los Servicios de Hemoterapia de los Hospitales donde se llevarán a cabo todos los procedimientos que por Ley Nacional de Sangre y sus Normas se les debe realizar a todas las unidades donadas: Ingreso a los Libros Reglamentarios, investigación de grupos sanguíneos y de anticuerpos contra otros grupos sanguíneos de importancia clínica, estudios para detectar las infecciones que se transmiten por transfusión como HIV, virus de Hepatitis B y C, HTLV I-II, Chagas, Sífilis y Brucelosis. A partir del año 2013 son testeadas con pruebas de biología molecular, lo que aumenta la seguridad transfusional de los componentes sanguíneos transfundidos.

Las unidades de sangre son procesadas para separarlas en sus diferentes componentes: Glóbulos Rojos – Plaquetas – Plasma.

Las unidades que resultaron ser aptas son conservadas a las temperaturas reglamentarias para cada componente y a la espera de ser transfundidas.

 

 

*Dr. Manish Gandhi, director médico del Centro de Mayo Clinic para Donación de Sangre (en declaraciones a Televisa)

María Fernanda Rossi

 

Deja tu comentario