La inmensidad de un mar profundo, distante, con sus grandes bloques de hielo a la deriva, el viento que canta una melodía eterna y esa visión que calma tempestades y aterriza emociones, es parte del entorno en el cual desarrollan sus actividades las personas que durante el año, meses o días, se alojan en las bases del continente blanco, pero ¿hay una forma de ser y habitar la Antártida? “Como dijo el director técnico de Argentina hace unos días: nadie viene por la plata”, resume Hernán Mazzieri, suboficial principal que del Comando Conjunto Antártico (CoCoAntar).

Con una población militar que representa a las tres fuerzas bajo el Comando Conjunto Antártico (CoCoAntar) en cada base, incluida la de Petrel que tras su incendio está en vías de ser la más moderna hacia 2025, los científicos, los niños y adolescentes y docentes, la presencia Argentina mantiene la neutralidad destacada en el Tratado Antártico vigente desde 1959, donde se estipulan los fines pacíficos de los asentamientos.

“En base a mi experiencia, ninguno va a la Antártida por una ambición económica, haciendo una analogía con lo que dijo hace unos días Scaloni, el director técnico de Argentina, nadie viene por la plata”, sintetiza Mazzieri.

“Nosotros sentimos que estamos en una especie de selección, no de fútbol en este caso, pero sí que tiene el privilegio de ir a Antártida, obviamente hay un sentido de vocación, porque las cosas por ahí son un poco más difíciles en cuanto a convivencia y vida que en una ciudad, pero ninguno de nosotros está obligado a hacerlo, lo hacemos con el mayor cariño, con el mayor amor, no solamente por la naturaleza, sino en particular por nuestro país, para que las próximas generaciones tengan las mismas o más posibilidades de habitar Antártida que nosotros”, reflexiona.

Y esto es algo que también se refleja en parte de la actual dotación, que explica la oportunidad de servir en la Antártida como algo único.

En el marco de una geopolítica siempre dinámica y una disputa territorial por la soberanía y los recursos, el suboficial indica que “si bien el Tratado Antártico dice que los países no pueden hacer ejercicios de soberanía puntual, Argentina si mantiene los reclamos de soberanía tanto por la historia como por la posición geográfica que ocupa y porque fue pionera en muchos puntos. Hoy nos toca a nosotros mantener eso que se hizo e incrementarlo, siempre de manera pacífica, con fines científicos que es lo que buscamos”.

Y más allá del reclamo de Malvinas, que está muy presente sobre todo en Tierra del Fuego, en Ushuaia que conmemora cada aniversario, “esto es otra cosa porque de cierta manera nos sentimos medio astronautas”, explica y se explaya sobre la hermosa experiencia que este año tuvieron los chicos de Base Esperanza al contactar con la Estación Espacial Internacional cuando “hablaron con los astronautas directamente, y se sorprendieron al enterarse que había chicos en una escuela en la Antártida. Es información de que hay argentinos en la Antártida y va a seguir habiendo, no tengo ninguna duda”.

“Otros saben que hay una comunidad argentina, como en todas las bases, pero puntualmente en Esperanza -fundada en 1952- que desde 1978 ya hay familias, que nacieron antárticas, argentinos nacidos en la Antártida, y que esa base en particular tiene todo lo que necesita un pueblo: una emisora de radio, una usina, una enfermería con quirófano, ciertas prácticas médicas, odontología, una capilla, un museo, como si fuera un pueblo chiquito patagónico trasladado a la Antártida”, describe.

Marambio y Esperanza tienen radio base de 4G provistas por Telefónica -los ingenieros estuvieron de paso- que funciona sin inconvenientes, por lo cual “uno tiene telefonía celular como en el resto del país”, una empresa que desde la década de 1980 acompaña la actividad antártica, explica el experto en comunicaciones y señala la intención desde el CocoAntar de que la empresa lo instale en todas las bases del Norte, para que cuando pasen los buques con turistas vean en su celular, Roming Argentina. “Es poner la bandera nuestra de todas las formas posibles más allá de brindar un servicio”, pero por supuesto se trata de instalaciones costosas para el número de usuarios, concluye.

Fuente: Agencia Télam

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