En las costas de Patagonia Azul, en el litoral de Chubut, uno de los componentes más importantes en el ecosistema marino son las algas, que varían desde microscópicas hasta macro-algas de más de 20 metros de largo que forman extensas praderas subacuáticas.
Además de ser hogar para miles de especies marinas que las utilizan como refugio, las algas de Patagonia Azul también fueron un importante recurso económico para la zona. En particular, la especie Gracilaria gracilis, un alga roja que fue cosechada de las costas chubutenses desde la década de 1950 para la extracción del agar agar, un gelificante natural utilizado en la industria gastronómica y como espesante en la cosmética.
Al inicio de la actividad alguera, los fragmentos que arribaban naturalmente a la costa —llamados arribazones— eran cosechados manualmente y aprovechados por distintas empresas. Años más tarde, al disminuir el volumen de los arribazones, se comenzó a colectar el alga directamente en el mar, capturando las que estaban desprendidas con redes remolcadas por pequeñas embarcaciones. Con el pasar del tiempo, las poblaciones de Gracilaria disminuyeron significativamente y la actividad extractiva perdió rentabilidad: hace 20 años que la especie no se cosecha en Patagonia Azul.
Pero además de la sobre-explotación, suelen mencionarse otros eventos que podrían estar relacionados a la disminución en la abundancia de la Gracilaria. Uno es un derrame de petróleo provocado en 1982 por barcos transportadores. El petróleo llegó a las costas y contaminó las praderas, y aún hoy se observan vestigios del evento.
Diecisiete años más tarde, la llegada de una especie de alga exótica de gran potencial invasivo, Undaria pinnatifida, a las costas del Golfo San Jorge causó una dramática disminución en la riqueza y diversidad de las algas nativas. La especie ha logrado extenderse progresivamente hacia el sur, llegando hasta la ría de Puerto Deseado y hacia el norte hasta Mar del Plata.
Otros dos factores se asocian a la disminución de la Gracilaria son el aumento de turbidez del agua como producto del lavado de los sedimentos de los campos que presentan alguna condición de sobrepastoreo y la pesquería de arrastre, una industria que ha impactado profundamente los fondos marinos y probablemente afectado las comunidades de algas arraigadas.
Gracilaria gracilis. Foto: Lucas Beltramino.
Restauración de Gracilaria en Patagonia Azul
En 2021, en Fundación Rewilding Argentina comenzamos un proyecto experimental de restauración de praderas de Gracilaria para recuperar su rol en el ecosistema marino de Patagonia Azul. La primera etapa consistió en plantar una hectárea dentro de una bahía cerrada llamada Bahía Arredondo, en la costa del Portal Isla Leones.
Para obtener las algas que luego se van a plantar en el sitio seleccionado, nuestro equipo de rewilding en Patagonia Azul realiza un buceo laborioso en las praderas madre, donde es posible recolectar parte del alga que todavía crece naturalmente. Es importante que la pradera madre no se dañe, para ello nunca arrancamos el individuo completo sino solo una parte.
Luego de transportarlas, la plantación se realiza tomando un trozo del alga que, con ayuda de una herramienta con forma de tenedor, se va insertando en el sustrato, blando y arenoso, que permite que el alga se ancle fácilmente y crezca sin ser arrancada por las corrientes de agua.
Durante el mismo año monitoreamos su crecimiento y el aumento de cobertura. Usamos dos métodos para realizar este monitoreo; esencialmente se realiza un conteo del número de algas arraigadas y el crecimiento de la plantación. El monitoreo de la evolución de las praderas de Gracilaria es un aspecto esencial del proyecto, pues permite analizar el éxito de la plantación y obtener aprendizajes para la siguiente.
Tras el éxito de la primera hectárea, se plantaron dos hectáreas más dentro de la misma Bahía. Nuestro equipo ya observa cómo el alga Gracilaria comienza a cubrir el fondo, generando un nuevo ambiente donde la acción de las olas disminuye que permite que allí se asienten otras especies de algas y animales. Pequeños peces, caracoles, cangrejos y estrellas de mar que van ocupando estos sitios.
En Patagonia Azul, las algas plantadas se arraigaron y están recolonizando su hábitat en Bahía Arredondo. Con ellas, crece también la posibilidad de contribuir, mediante el rewilding de la Gracilaria, a la regeneración de un ecosistema completo y funcional donde la vida—incluyendo la humana—prospera.
Fuente: Rewilding Argentina