Ubicado a solo 28 kilómetros de Camarones, Chubut, el Área Natural Protegida Cabo Dos Bahías es una joya de la naturaleza patagónica que invita a sumergirse en un entorno salvaje y único.

Acantilados escarpados, caletas que se abren a playas de aguas azules y una abundante fauna silvestre se conjugan para ofrecer una experiencia de conexión profunda con el entorno. La reserva, que forma parte de las 17 áreas naturales protegidas de la provincia, es especialmente conocida por albergar una de las colonias de pingüinos de Magallanes más singulares de la región.

La particular vida de los pingüinos de Magallanes

Los pingüinos de Magallanes son el gran atractivo del Cabo Dos Bahías, y la temporada para verlos en su esplendor comienza en septiembre, cuando los primeros machos llegan a la costa para reacondicionar los nidos después del invierno. Como explica Marisa Arriagada, guardafauna jefa del Área Natural Protegida Cabo Dos Bahías, “los machos vienen a reparar los nidos que, tras un invierno lluvioso como el de este año, quedaron bastante deteriorados.” El trabajo de estos pingüinos no es menor, ya que deben preparar el hogar perfecto para la llegada de las hembras, que los acompañan poco después.

El cortejo y la preparación del nido es todo un ritual. Las parejas, que suelen ser fieles a lo largo de su vida, trabajan juntas para embellecer el nido con pequeñas plantas y plumas, dejándolo listo para la puesta de huevos. Cada pareja pone dos huevos, y tanto el macho como la hembra se encargan de incubarlos, compartiendo la tarea durante 40 días. Para finales de noviembre, se da el emocionante momento de la eclosión, cuando los primeros pichones asoman al mundo. Sin embargo, estos primeros días son de mucha cautela; los adultos protegen a sus crías de posibles depredadores, y es raro ver a los pequeños fuera del nido.

La verdadera temporada de avistaje comienza en pleno verano, entre diciembre y enero, cuando los pichones ya crecieron lo suficiente como para salir y explorar el mundo. Es común ver “guarderías” de pingüinos, donde varios pichones permanecen fuera del nido bajo la vigilancia de un adulto, mientras los padres buscan alimento en el mar. Esta es la época más vibrante en la colonia, ya que los juveniles también regresan, completando un espectáculo que parece salido de un documental.

Marisa destaca que “en verano, las primeras horas de la mañana son las mejores para observar a los pingüinos en actividad, ya que el calor del mediodía los lleva a refugiarse en la sombra.” El ciclo anual de los pingüinos concluye en febrero, cuando los pichones cambian su plumaje y se preparan para el mar, mientras que los adultos completan su muda en marzo y abril, para luego partir hacia el océano. El proceso, que dura aproximadamente de septiembre a abril, convierte al Cabo Dos Bahías en un destino ideal para ver de cerca a estos carismáticos animales.

Un paseo entre pingüinos, lobos marinos y mucho más

El sendero elevado de 400 metros que atraviesa la colonia es una característica única de la reserva. La pasarela permite a los visitantes observar a los pingüinos sin perturbar su hábitat natural, garantizando una experiencia respetuosa con la fauna. Además de los pingüinos de Magallanes, el área alberga una variada fauna autóctona que incluye guanacos, choiques, maras y peludos, que deambulan libremente por la estepa patagónica. “El entorno es tan tranquilo que los animales no se sienten amenazados por la presencia humana,” señala Marisa, lo que convierte al Cabo Dos Bahías en un paraíso para los amantes de la naturaleza.

Otro de los grandes atractivos de la reserva es la posibilidad de avistar lobos marinos. En el extremo del Cabo, los visitantes pueden encontrarse con un apostadero de lobos marinos de dos pelos. Desde un mirador costero, es posible observar a estos mamíferos marinos descansando.

Diversidad de aves y caletas escondidas

Para los entusiastas de la ornitología, el Cabo Dos Bahías ofrece una abundante variedad de aves, tanto permanentes como migratorias. Es posible avistar especies emblemáticas como el quetro cabeza blanca, los petreles gigantes y los cormoranes, así como aves estacionales como el pico de plata o el yal. Además, el recorrido por la reserva permite explorar caletas solitarias y escarpadas, como Caleta Sara, donde se puede disfrutar de la tranquilidad del paisaje. Cualquier sector del Cabo Dos Bahías es el sitio perfecto para ver el atardecer, cuando los colores del cielo se reflejan en las aguas de la bahía y la calma se apodera de todo.

Explorar la reserva es recorrer senderos que se integran con el entorno natural, donde los sonidos del viento y el canto de los pájaros acompañan cada paso. Uno de los senderos destacados es el de 3,5 kilómetros que lleva hasta el apostadero de los lobos marinos, un recorrido que puede hacerse a pie o en bicicleta, y que garantiza una experiencia de conexión profunda con la naturaleza.

Un viaje al fin del mundo

El acceso al Cabo Dos Bahías se realiza a través de la Ruta Provincial 1, que bordea la costa y conecta con Camarones. El camino de ripio es parte de la experiencia, ya que permite observar la transición del paisaje y sentir el espíritu agreste de la Patagonia. Durante la visita, es esencial respetar las normas de la reserva, como los horarios de ingreso y la distancia mínima recomendada para la observación de la fauna.

Cabo Dos Bahías es un destino donde la naturaleza se revela en todo su esplendor, con los pingüinos de Magallanes como protagonistas indiscutibles. La experiencia de ver a estos animales en su hábitat natural, escuchando el sonido del viento y el mar, es una oportunidad única para reconectar con lo esencial y dejarse maravillar por el poder de la vida salvaje.

Por Diego Crova para Noticias Ambientales Chubut

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