Un estudio internacional, colaborativo y de largo plazo confirma el importante rol que cumplen estos bosques en la captura de carbono a nivel mundial.

Invertir en estudios científicos de largo plazo suele ser muy arriesgado, pues los recursos humanos y económicos no sobran y hay que saber utilizarlos sabiamente. Pensar en resultados científicos a treinta o cuarenta años puede parecer a priori descabellado, pero a veces es necesario tomar riesgos y hasta “trabajar a pulmón” para empezar a obtener resultados interesantes para la ciencia y hasta beneficiosos para la sociedad. Un estudio internacional realizado por investigadores e instituciones de Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, vinculados a través de la Red de Bosques Andinos (RBA), es un claro ejemplo de este tipo de osadías.

El estudio, recientemente publicado en Nature Communications, muestra que los bosques andinos tropicales y subtropicales están actuando como sumideros de carbono y tienen el potencial de servir como importantes refugios de carbono en el futuro. Liderado por Álvaro Duque de la Universidad Nacional de Colombia y Kenneth Feeley de la Universidad de Miami, y con una destacada participación de investigadores del CONICET, es el primer estudio en mostrar las estimaciones de stock y la dinámica del carbono andino a escala continental. ¿Qué significa esto?

El carbono es el principal componente de la materia orgánica, por eso en los bosques se almacena en grandes cantidades. “Los bosques constituyen importantes reservorios de carbono del planeta. Tener en cuenta esto es primordial porque en la medida que los bosques contienen más carbono, la atmósfera posee menos, y la principal forma en la que el carbono se encuentra en la atmósfera es como dióxido de carbono (CO₂) que es el componente central del efecto invernadero, causante del calentamiento climático. Por eso, es fundamental conocer las cantidades o el stock de carbono que pueden almacenar nuestros bosques”, expresa Ricardo Grau, investigador principal del CONICET y director del Instituto de Ecología Regional (IER, CONICET-UNT), instituto que aportó casi el 40 por ciento de las parcelas de bosques que se estudiaron para este artículo.

“El establecimiento de parcelas nos permite hacer distintos tipos de estudios”, manifiesta Cecilia Blundo, también investigadora CONICET en el IER. “En este estudio en particular, queríamos ver específicamente cómo están actuando los bosques andinos como reservorios de carbono. Cada país tiene su sistema de parcelas. Nosotros, en el IER, tenemos parcelas en las yungas argentinas y los otros países las tienen hacia el norte sobre los Andes. Las parcelas sirven para investigar la dinámica de los bosques a largo plazo, es decir, cómo cambia su estructura y composición de especies”.

El estudio analizó una base de datos de 119 parcelas permanentes establecidas en los Andes tropicales y subtropicales distribuidas entre los 7.1 °N (Colombia) y 27.8 °S (Argentina), en un gradiente de elevación desde los 500 a 3500 msnm. Los resultados muestran que en los Andes hay, en promedio, un incremento neto de 0,67 toneladas de carbono por hectárea por año entre 2003 y 2014. Además, la tasa de fijación del carbono andino obtenida (1.01% anual) es incluso mayor que la de los bosques tropicales maduros de tierras bajas, como los de la Amazonia o del sudeste de Asia. Estos resultados indican que los Andes son similares a otros bosques tropicales en el sentido de que actúan como sumideros de carbono y que, inclusive, lo están asimilando a tasas mayores, debido al clima (menos cálido) y a la edad de sus árboles (más jóvenes).

La laboriosa tarea de contar y medir árboles

Para el presente estudio y gracias al trabajo de los científicos y científicas del CONICET del IER, donde también participaron Julieta CarillaOriana Osinaga Acosta y Lucio Malizia (este último de la Universidad Nacional de Jujuy), Argentina aportó el seguimiento y análisis de 46 parcelas de bosques andinos subtropicales (ecorregión conocida como Yungas); Bolivia colaboró con 26 parcelas de bosque; Perú aportó 16; Ecuador, 21 y Colombia unas 10. Pero, ¿cómo es que se realizan estos estudios de campo?

“Este estudio comienza a sintetizar información que solo se obtiene yendo al campo a medir los árboles a lo largo de mucho tiempo”, afirma la investigadora Agustina Malizia, otra de las autoras del trabajo. “Nosotros tenemos un sistema de más de 70 parcelas en las Yungas desde hace casi 30 años. Una parcela mide una hectárea aproximadamente. ¿Qué hacemos? Vamos a las parcelas de bosques y medimos los árboles de manera sistemática cada cinco años: medimos el diámetro de los árboles, contamos cuántos nuevos ejemplares se han incorporado, cuántos se han muerto, entre otros registros”. Con estos datos, los investigadores estiman cuánta madera se ha acumulado o perdido, teniendo en cuenta que la mayor parte del carbono aboveground (por encima del suelo) se encuentra en forma de madera. Por debajo del suelo (belowground), el carbono se encuentra en forma de raíces, humus, hojarasca, etc., pero en mucha menor cantidad. “Nosotros medidos básicamente lo que está arriba de la superficie”, señala Malizia.

“Al establecer las parcelas se trata de cubrir los distintos tipos de bosque ーañade Blundoー. Las Yungas son bosques de montaña que varían en su estructura y composición de especies desde las partes bajas hasta las altas, por eso la idea es tener representados los distintos pisos”. Algunas parcelas se encuentran en áreas protegidas; otras en propiedad privada, por eso, en cada caso, se deben gestionar los permisos pertinentes, ya que se necesita que las parcelas perduren en el tiempo para poder volverlas a medir cada cinco años. “Hacer las mediciones es un trabajo laborioso y complicado”ーagrega Grauー. Como son estudios de largo plazo, el esfuerzo que se hizo hace casi 30 años está ahora recién dando sus frutos. El gran capital que tenemos como instituto y que nos permite participar de estos estudios internacionales es que venimos remidiendo estos bosques desde hace mucho tiempo”.

El clima del futuro es una gran preocupación para la humanidad. Entonces, conocer cuánto van a aportar los bosques a ese balance de carbono es importante para el desarrollo de estrategias de conservación y manejo sustentable. “Los bosques andinos están contribuyendo a mitigar el cambio climático ーafirma Maliziaー. Obviamente, no van a cambiar el balance grueso de carbono del planeta, pero sí están contribuyendo de manera confiable. Además, sirven para conservar la biodiversidad, las cuencas y todo el ecosistema donde viven miles de especies y organismos”.

EL ROMPEHIELOS

Para Blundo, este estudio internacional latinoamericano ejemplifica la importancia de los esfuerzos por mantener estos sistemas de medición en el tiempo, “un trabajo para distintas generaciones de investigadores y becarios”. Además resalta lo enriquecedor del intercambio entre científicos de distintos países. Por su parte, Grau destaca: “Para mí, cabe resaltar la importancia de los estudios de largo plazo. Se invirtieron muchos recursos y esfuerzo en estos sistemas de parcelas a lo largo del tiempo cuya importancia inicial era difícil de ver. Uno puede obtener buena información mediante imágenes satelitales, pero para que esta información adquiera sentido, debe ser relacionada con la información tomada a campo, la cual es laboriosa y adquiere más valor a lo largo del tiempo”.

El Instituto de Ecología Regional (IER, CONICET-UNT) se ocupa de mantener la Red Subtropical de Parcelas Permanentes (RedSPP) que cuenta con 79 parcelas (71.24 hectáreas) distribuidas por las Yungas en las provincias de Tucumán, Jujuy y Salta. Las primeras parcelas fueron establecidas en 1991 y, desde entonces, fueron remedidas entre tres y seis veces en los últimos 30 años. La base de datos de la RedSPP cuenta con más de 40 000 árboles identificados y medidos. Contribuye así al estudio de los factores y procesos que condicionan la estructura y dinámica de estos bosques, así como su respuesta futura a los cambios globales (cambio climático, cambios en el uso de la tierra, invasión de especies exóticas).

Fuente: CONICET

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