Nuevos documentos revelan que el ARA San Juan no debería haber zarpado de la base Naval Mar del Plata el 30 de octubre de 2017. Ahora se conoce que los auditores de la Armada, en el sumario interno que realizaron por expresa orden del ministro de Defensa, Oscar Aguad, y que lleva el número 29443595, establecieron que el submarino “en sus últimas comunicaciones develan la existencia de anomalías por ingreso de agua al ARA San Juan que son similares a las que ya habían acontecido en la navegación del 1 al 19 de julio. El Ara San Juan navegó con múltiples desperfectos, evidenciando una situación funcional ostensiblemente anómala, y por ende, continente de un palmario riesgo para el Personal y para la Unidad Naval”.

Esta aseveración y otras que se irán enumerando en esta investigación; sumadas a las declaraciones testimoniales que constan en la causa que en Caleta Olivia instruye la jueza federal Marta Yáñez, y que hablan de ingreso de agua a través del snorkel, no sólo en la última navegación, sino también en la que transcurrió entre el 1 y el 19 de julio; se contraponen a las supuestas conclusiones que habrían arribado los tres expertos de la comisión investigadora que creó el Ministerio de Defensa y que, según publicó el diario La Nación el viernes pasado, “el submarino estaba en condiciones de navegar sumergido con seguridad” y “no presentó ninguna falla ni en la navegación de julio ni en los 20 días de iniciada la misión hasta el 15 de noviembre”.

Siempre según ese artículo, los tres integrantes de la comisión, los contraalmirantes Adolfo Trama y Alejandro Kenny, y el capitán de navío Jorge Bergallo, padre de Jorge Ignacio Bergallo, uno de los 44 tripulantes del ARA San Juan desaparecido el 15 de noviembre de 2017, “descartaron como causal del hundimiento fallas de mantenimiento”.

Si estas conclusiones son veraces, sería algo muy parecido a sostener que la responsabilidad podría recaer sólo en quienes estaban a bordo, que fallecieron, y no se pueden defender. Indignante.

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