Brasil atraviesa la peor temporada de incendios desde que se tienen registros, con más de 72000 focos declarados en lo que va de 2019. El número representa un aumento de la ocurrencia de incendios de más de un 80% con respecto al mismo periodo del año 2018.

La selva más grande del mundo se encuentra en peligro. En las últimas décadas el avance de la agricultura y la industria maderera han hecho retroceder la cobertura vegetal del Amazonas poniendo en peligro su biodiversidad. Este año el fuego está arrasando todo, con una cantidad récord de focos registrados desde enero hasta la fecha. Las políticas ambientales del actual gobierno no solo no colaboran con la conservación del ambiente brasilero sino que muchos afirman que son parte del problema.
Entre enero y agosto de este año Brasil ha registrado 72843 focos de incendio, el mayor número para el periodo en los últimos siete años. El número de incendios en lo que va del año es un 83% superior al del mismo periodo del año pasado, según indicad desde el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) que monitorea satelitalmente la región para detectar los incendios. Según los datos el 52,5% de estos incendios (alrededor de 38.000 focos) se produjeron dentro de la Amazonía, mientras que el 30,1% se registró en el Cerrado (conocido como la sabana brasilera) y un 10,9% en el bosque atlántico.

El Estado más afectado del país es el Mato Grosso que contabiliza 13.641 focos de incendio. En total los incendios han afectado 68 reservas naturales o indígenas. El Parque Nacional de la Chapada dos Guimaraes perdió 12% de su vegetación mientras que la reserva indígena Parque do Araguaia ha sido completamente destruida por las llamas. Desde hace 17 días la situación es alarmante en todo el territorio y el personal disponible para el combate de los incendios no da abasto.
Las críticas apuntan directamente al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien desde su asunción ha trabajado en pos de desarrollar la minería y la agricultura en la región amazónica y, según sus detractores, el primer mandatario mantendría vínculos con terratenientes, ganaderos y agricultores de Brasil. Según Bolsonaro, los incendios están relacionados con la estación seca y con la costumbre de los agricultores de limpiar las tierras con el fuego. Sin embargo desde el INPE aseguran que esta estación no se diferencia en nada a las de años anteriores, sugiriendo que el incremento de los incendios respondería a causas intencionales. Para la ONG Pesquisa Ambiental de la Amazonía el aumento de los incendios se debe a la deforestación promovida por hacendados, agricultores y criadores de ganado.

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Según los ambientalistas los incendios son provocados para despejar grandes extensiones de territorio para su posterior aprovechamiento para el pastoreo o la siembra. La realidad es que desde la asunción de Bolsonaro la deforestación en Brasil se ha incrementado en un 273%. En diferentes oportunidades, el presidente anunció que durante su gobierno no habrá más demarcación de tierras indígenas y que pretende enviar un proyecto de ley para permitir la minería dentro de los territorios ancestrales.
Frente a las críticas de las ONGs, el presidente decidió contraatacar sugiriendo que los incendios eran responsabilidad de estas organizaciones.
“Puede estar ocurriendo, es una posibilidad, no lo estoy afirmando, una acción criminal de esas ONG ambientalistas para llamar la atención contra mi persona, contra el gobierno de Brasil; esa es la guerra que enfrentamos”, dijo Bolsonaro en declaraciones públicas. Consultado sobre si tenía pruebas de que las ONG estaban detrás de los incendios, Bolsonaro dijo que carecía de ellas, pero acusó a las entidades ambientalistas de “hacer campaña contra Brasil”.

La realidad es que en estos momentos la selva amazónica se encuentra en llamas y el daño ambiental irreversible que se está provocando acarrea graves consecuencias para la vida en todo el planeta, el cual se encuentra atravesando una crisis ambiental y depende de sus bosques para evitar futuras catástrofes.
Abel Sberna
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