“¡Estoy más que recontrafeliz! Desde chico miraba la Antártida en los mapas y me generaba una gran curiosidad que persistió en mí. Pero la veía muy lejana”, relató a PERFIL el nutricionista Alberto Cormillot (79) ayer en su último día en la Base Marambio.

Hoy ya estará en Tierra del Fuego para su regreso a la ciudad, pero con un sueño cumplido y con mucho por contar.

Todo comenzó a tomar forma cuando cruzó una charla sobre el tema con su compañera Natalia López, quien vivió dos años cuando era chica en la Base Esperanza –la única con familias permanentes– y le despertó la pasión adormecida sobre el continente blanco.

Tal fue el efecto que ahí mismo comenzó el viaje. “Empecé a buscar cómo venir y otra compañera, María Isabel Sánchez, me sugirió que hablara con alguien de la Fuerza Aérea así que me comuniqué con el Edificio Cóndor, les dije que quería colaborar en el tema alimentación y darle visibilidad a la Antártida porque las cosas existen cuando son visibles para la gente y todo cerró. Se habla tan poco de la Antártida que está medio en la nebulosa. Pero curiosamente cuando conté que iba a venir se despertó un interés fenomenal. Eso quiere decir que es algo que a los argentinos les da curiosidad, pero no se animan porque no conocen nada sobre la Antártida. De hecho, el 98% de lo que sé lo aprendí estos días. Antes era una ignorancia total del esfuerzo que hace la gente”.

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