Desde la infancia, el hombre encontró por medio del juego y los juguetes sinergias idóneas para relacionarse con su entorno, sus semejantes e incluso consigo mismo. A través de esta actividad, el ser humano llega a la felicidad por la vía corta, porque en ésta siempre estarán presentes la emoción, la expresión, la comunicación, el movimiento y la actividad inteligente. Sin embargo, de acuerdo a los convencionalismos impuestos por sociedades como en la que vivimos, se establece que el ser humano se convierte en adulto y debe olvidarse de todo tipo de juegos y enfocarse en las responsabilidades inherentes a la edad madura.

 Lo cierto es que hombres y mujeres, desde que nacemos, en el núcleo familiar en el que nos tocó vivir se nos educa para afrontar la vida adulta de manera distinta. Mientras a las niñas se les inserta el chip de que cuando crezcan “sí o sí” tienen que ser amas de casa y madres de familia, y sus juegos infantiles giran en torno a esa actividad; para los niños es diferente, porque a ellos se les permite desarrollar actividades lúdicas que tienen que ver más con la fantasía que con la realidad. O, ¿acaso alguien recuerda a un niño jugando a los abogados o a los contadores?

Paola, una docente de 30 años, se reconoce fanática de los Legos y le cuenta a EL ROMPEHIELOS: “Los compro porque me encantan. Desde chiquita amo los Legos, nunca pasan de moda y ocupan poco espacio. Además, los uso como materiales didácticos en enseñanza y para hacer fotos”.

Respecto a las reacciones de su entorno ante tal cantidad de piezas para armar, afirma que “la gente que sabe lo toma re bien. A la mayoría le gustan los Legos, entonces no les sorprende que los compre”.

 No sé porque nos cuesta tanto admitir a los adultos que compramos juguetes para nuestro goce y disfrute, me refiero a todos esos gadgets que compramos como “inversión”o “porque necesitamos” pero en realidad solo nos entretienen.

Cada vez hay más adultos que se refugian en su pasado para no crecer. Son coleccionistas de muñecos de series animadas, lectores de comics y adictos a los juegos electrónicos. Aunque no hay estadísticas sobre este síntoma, crecen las comiquerías y sus clientes.

A los 35 años, Cristián es un gran coleccionista de “sicamente todo lo que tenga que ver con cine, libros, anime, manga, comics, etc.”, y detalla: “Muchos libros, revistas, infinidad de pelis en DVD y VHS. Figuras de acción, cartas de Magic The Gatering, Rock y Metal en todas sus variantes. Mis géneros favoritos son el de fantasía, ciencia ficción y horror, pero no me limito solo a eso”.

Me gusta la política y tengo muñequitos de Cristina, Néstor, etc. Al ser diseñador gráfico también me gusta cualquier envase o etiqueta y también me gusta conservarlos”, agrega.

Cristián, con total convencimiento, asegura que lo hace porque le gusta: “Es cultura. Mucho es cultura pop, pero está bueno. Me atrapa, imagino cuestiones, me recuerdan historias que he disfrutado durante mi vida, ya sean películas, libros, recuerdo amigos y cosas compartidas. También da muchas posibilidades de charlas sobre todo ello y creo que en parte rodearme de todo eso me resulta también muchas veces como una vía de escape un poco del estrés diario; además, visualmente el entorno se vuelve mucho más bonito y lúdico”.

En cuanto a las reacciones hay de todo. Desde mis viejos, que siempre me han dicho que no gaste en esas cosas, gente que no lo entiende y reacciona con las mas variadas posiciones, ya sea risas o lo que sea, parejas que les gusta y comparten mismos gustos, amigos que hacen lo mismo y se emocionan cuando algo nuevo aparece en la colección de cualquiera de nosotros”, revela. 

Peter Pan es un personaje literario que está condenado a ser joven por siempre. Lo que puede ser un don dentro de un cuento infantil, pierde su inocencia en el mundo de los adultos. Ese universo, alejado del país de “Nunca Jamás”, es un síndrome de negación a la adultez.

En 1983, el psicólogo estadounidense Dan Kiley publicó “El síndrome de Peter Pan”, al que describió como el conjunto de características que tiene una persona que no sabe o no quiere renunciar a ser un hijo.

Al respecto, Laura Mariani, coordinadora del “Centro Integral de Psicología Aplicada” de La Plata explica que “la persona (que padece esta psicopatología) ha quedado ligada a determinados puntos de fijación. En general cuentan con escasa capacidad de espera, conductas de apego y limitaciones para asumir responsabilidades”. 

Además, detalla que “estos adultos conservan actitudes infantiles, suelen tener dificultades en todos los aspectos de su vida de relación, dado que sus respuestas no están de acuerdo con su edad cronológica. Se comportan de manera discontinua. Es decir, si bien pueden mostrar una actitud adulta por su experiencia de vida y acopio de información, por otro lado canalizan sus frustraciones adoptando posturas regresivas”.

Es habitual ver a un niño jugando con muñecos, con autos, dibujando un mundo de fantasía, pero esa propiedad de la que los chicos hacen gala con naturalidad tiene competidores: Los Peter Pan.

Andrea 32 (psicóloga) y Gustavo 28 (administrativo) son una pareja de novios que destinan muchos recursos a la adquisición de juguetes de acción. “Mi novio es muy fan de los cómics y cuando empezamos a salir le empecé a regalar las figuras; así, sin darnos cuenta, empezamos la colección. Tenemos de Star Wars, DB, DC, Marvel, funkos de algunas películas. Todo nuestro departamento está lleno de figuras; ahora pensamos empapelar todo un cuarto con los póster de superhéroes”.

Quisimos sacar la cuenta pero Andrea reconoció que no llevan registro de cuánto dinero llevan gastado en la colección, aunque admitió que “es el único gasto/lujo que nos damos. Deben ser más de $20 mil seguro. A los amigos les encanta. A los padres les parece tirar la plata, pero realmente es una inversión. Sabemos que todo esto tendrá valor a futuro y por eso conservamos la mayoría de las cajas. Y los que vienen con revista, también”.

Leonardo Batic, dibujante platense que trabaja para Warner Bros y Disney, conserva muñecos de la “Guerra de las Galaxias” y de otras historias, aunque su colección está ligada a su actividad y no a un comportamiento impropio. Sin embargo, por su trabajo ha conocido a personas que padecen el síndrome de “niños por siempre”.

“Leo”, como se lo conoce en el ambiente, cuenta que “a una de las cosas a las que te llevan las historietas son las ferias de libros y las convenciones. La convención más importante en el mundo es la de San Diego (Estados Unidos). Ahí se encuentra a gente que vive en un mundo infantil”.

Hablan y visten como si fueran chicos. Recuerdo que en 2002 estaban por estrenar Episodio I, y había un viejito japonés, de 80 años, que se había disfrazado de Jedi… Hay un punto donde está bárbaro, y a veces se llega a un punto en donde te provoca cierto escozor”, relata.

s allá de las jugueterías, a las cuales suelen asistir mayores para comprarles regalos a los jóvenes, están las llamadas comiquerías, y cuya clientela es más abigarrada. A ellas asisten desde adolescentes hasta adultos, desde curiosos hasta coleccionistas. 

Alonso, estudiante de 17 años, colecciona dinosaurios, CD y libros: “Mi abuela empezó comprándome dinosaurios a los 4, luego continué yo; en mi colección hay dinosaurios de peluches, plástico, a pila y control remoto”.

En el 2012, no recuerdo si tenía 11 o ya había cumplido los 12, compré por primera vez un CD original -algo que en pleno siglo XXI es todo una rareza- de Selena Gomez. Hasta el día de hoy sigo comprándolos”.

Como tantos otros, Alonso reconoce no saber “cuánto he invertido, y mi familia, especialmente mi mamá, considera que es un gasto innecesario ya que todo lo que quiero está en internet de forma gratuita”.

Claro que a esta altura queda más que en evidencia que la cuestión no se trata de dinero. Comprar juguetes cuando una persona ha alcanzado la adultez está más relacionado con la posibilidad de cumplir algunos sueños olvidados o de alcanzar aquellas figuras que han sido objeto de deseo desde que eran pequeños.

No hace falta tener una charla con Freud para saber que las personas se dividen en dos grandes grupos: los que guardan los muñecos y los que juegan con ellos.

María Fernanda Rossi

Fuentes:
Publimetro.com.mx
elpesonuestro.com
eldia.com

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