Silencio. A lo lejos parpadean luces. Luces azules y rojas, quizás alguna verde. Mientras tanto, la oscuridad es total, apenas asoma aquel reflejo. La mente está confusa, no percibe qué está pasando.

A 50 metros una zapatilla relata un escenario descarnado. Un bombero se acerca a paso firme, todo es hierros retorcidos y de fondo solo se escucha algún quejido.

Solamente hay dos cosas de las que me arrepiento en toda mi vida, una es no haberle dicho suficientes veces a mi vieja todo lo que la quería y otra haber manejado borracho esa noche”, dice M -inicial ficticia que pidió que usáramos para proteger su identidad.

En el accidente de M no hubo, afortunadamente y casi por milagro, ninguna víctima fatal. Pero las marcas y los dolores le recuerdan cada día que podría haber muerto y, peor aún, haber matado a alguien.

Como todo pibe me creía Superman, uno siempre está convencido que estas cosas le pasan a los demás, no medís consecuencias, jamás creés que el de la foto en el diario del lunes vas a ser vos. O tus amigos. Esas cosas le pasan a los boludos que no saben tomar. Y te das cuenta después, de la peor manera, que el boludo siempre fue uno”.

Yo no quiero ocultar quién soy por miedo o algo así, pasaron muchos años desde mi accidente, bah, mi irresponsabilidad, pero todavía siento una profunda vergüenza. Me vuelvo a sentir un estúpido y no puedo dejar de pensar en que podría haber matado a otra persona, eso me va a acompañar para siempre”.

Hace más de una década que hace terapia, y tardó casi el mismo tiempo en empezar. M dice que no creía en los psicólogos, pero después de años sin dormir y con el apoyo de su pareja, finalmente dio el paso: “fue la primera vez en mil años que me sentí aliviado”.

¿Sabés que es lo peor?, estoy totalmente seguro que lo que estamos haciendo ahora no va a servir para nada. Yo cuando era pibe jamás le di bola a las campañas de prevención, a las notas, a nada. No concebía una juntada con amigos si no había alcohol, para mí era la única forma de divertirme. Yo era un excelente conductor. Los demás eran tarados, pollerudos, nenes de papá. Esto no va a servir para nada”. Prende un cigarrillo, se lo nota enojado.

En Tierra del Fuego cada fin de semana son secuestrados decenas de vehículos a causa de conductores con alcoholemia positiva. Las multas suben, las penas cada vez son más altas. Nada resulta. “En lugar de bajar, cada vez hay más secuestros por alcoholemia”, decía hace apenas unas semanas José Díaz, el director de inspección general del municipio de Río Grande.

Las noticias de policiales se multiplican mañana, tarde y noche. Una mujer alcoholizada manejando sobre el puente general Mosconi, que une la margen norte con la margen sur del río Grande. Un suboficial de la policía, en estado de ebriedad, choca contra un poste de alumbrado público. Un borracho mata a un dirigente de un club de fútbol que viajaba con su familia a un evento deportivo.

Todos los días. A cualquier hora del día.

En octubre de 2006, un chofer con 3,1 de alcohol en sangre provocó un accidente que le costó la vida a 10 alumnos y 2 profesores de la escuela Ecos. Regresaban de una actividad solidaria cuando los sorprendió la muerte por decisión ajena.

M termina de fumar su cigarrillo. Se repone del momento de bronca y afirma: “no entiendo cómo otras personas que han pasado por una experiencia similar no escarmientan. Les secuestran el auto, les sacan el carnet, pero siguen en la misma. No me cabe en la cabeza”.

Así como te dije que hay dos cosas de las que me arrepiento, también hay dos cosas que yo no volví a hacer nunca más: tomar alcohol ni manejar. Nunca más. Y no lo digo como víctima, no tendría derecho, digo que ojalá nos diéramos cuenta antes, sin necesidad de experimentar romperte todo o matar a otro para que te caiga la ficha”.

El alcohol es uno de los factores de riesgo que mayor presencia tiene en los accidentes de tránsito. Un estudio de la Organización Panamericana de la Salud reveló que un conductor que bebe antes de conducir tiene 17 veces más riesgo de tener un accidente fatal.

“El 60% de los jóvenes muere en accidentes de tránsito, el consumo episódico de los fines de semana es altísimo en la Argentina. Ningún programa preventivo funcionará si no trabajamos primero el alcohol”, sostenía en 2016 el titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), Roberto Moro.

El alcohol está implicado en el 50% de los accidentes de tránsito que provocan muertes o incapacidades definitivas y en algunos países en ciertas franjas etarias (adolescencia y primera juventud) este porcentaje se eleva hasta el 65%.

Por cada muerto de los 8.107 registrados por Luchemos por la Vida en Argentina, hay 5 accidentados que quedan con incapacidades definitivas, es decir aproximadamente 40.500 con secuelas e incapacidades graves.

Hasta julio de este año, en la ciudad de Río Grande se habían secuestrado 330 vehículos por alcoholemia positiva. Y sigue habiendo secuestros cada fin de semana.

¿Por qué alguien que está borracho agarra un auto?

En una encuesta nacional realizada por Safe Roads 4 Youth y la Cruz Roja Argentina entre 2012 y 2015, el 29% de los 11.000 jóvenes entrevistados reconoció haber conducido bajo los efectos del alcohol. En tanto, el 38% sostuvo que había sido acompañante de un conductor alcoholizado en los 3 meses anteriores.

La investigación, que abarcó a chicos de entre 15 y 25 años, fue realizada por el psicólogo francés Jean Pascal Assailly, especialista en el tema y autor del libro “Por qué toman los jóvenes”, en conjunto con la Cruz Roja Argentina, e investigadores del Conicet en la Universidad de Mar del Plata.

Otro de los datos que relevó el informe es que el 23% de los entrevistados estuvo involucrado en un accidente de tránsito en los últimos 3 años.

El mensaje más importante es prevenir antes de llorar porque después te tocan el timbre de tu casa y te avisan que un ser querido murió. Por eso estamos acá, para que los diputados y senadores se pongan a trabajar”, dijo la presidenta de madres del dolor, Vivian Perrone.

Vivian Perrone es la mamá de Kevin Sedano, atropellado el 1º de mayo de 2002 frente a la quinta residencial de Olivos, en Buenos Aires.

El alcohol no solo afecta las facultades físicas de las personas sino que también produce ciertos efectos psicológicos.

Entre los efectos del alcohol en cuanto a lo físico hay una importante disminución de los reflejos, se altera el campo visual, afecta los oídos disminuyendo la audición, disminuye la resistencia física y aumenta la fatiga y el sueño.

Por otro lado, provoca ciertos efectos psicológicos: aumenta la desinhibición y disminuye el autocontrol, anula la capacidad autocrítica, transforma a la persona en prepotentes y desafiantes. Se pierde la aceptación de las normas de conducta y de respeto a los otros. También se pierde la valoración del riesgo y del peligro. Distorsiona lo que perciben los sentidos, aumenta la irritabilidad, intolerancia y la agresividad. La persona se siente invulnerable y poderosa, a la vez que tiene dificultades para tomar decisiones adecuadas.

Los efectos del alcohol y la responsabilidad no recaen solo en la persona que maneja sino en todos, ya que, aun sin haber bebido, uno puede cruzarse con cualquier persona que no está en condiciones de manejar un automóvil.

Los efectos del alcohol en la conducción son innumerables: además de los destacados anteriormente, debemos agregar algunos efectos como el cambio que produce en el campo visual, el ángulo de visión se hace mucho más pequeño o cerrado, lo que dificulta la visibilidad cuando se llega a una esquina, por ejemplo.

También afecta el tiempo de percepción y reacción, aumentándolo. Es decir que al conductor le resultará más difícil y lo hará con más lentitud reaccionar frente a otro vehículo, frente a una curva o cualquier dificultad que atraviese en su camino. Se altera el cálculo de las distancias y se produce con mayor facilidad el encandilamiento o deslumbramiento.

El alcohol que se ingiere en pocos minutos es absorbido por el estómago y por el intestino delgado. Este se trasmite a través de los capilares del estómago ingresando rápidamente al torrente sanguíneo con lo que en pocos minutos llega al cerebro distorsionado la percepción.

También a través de la sangre llega al hígado donde se debe metabolizar, pero el hígado lo hace con ciertas limitaciones por lo que el exceso de alcohol que el órgano no puede metabolizar sigue en el torrente sanguíneo afectando más a las células nerviosas del cerebro.

El riesgo de tener un accidente si se conduce un automóvil estando alcoholizado es muy alto, sin dejar de tener en cuenta que no solo puede morir la persona que maneja sino quienes viajan con él o quienes tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino. Por eso es que es tan necesario tomar conciencia de la gran responsabilidad que se tiene al conducir y que hacerlo alcoholizado aumenta diez veces la probabilidad de tener un accidente.

En la juventud, el riesgo de tener accidentes automovilísticos a causa del alcohol se ve incrementado con respecto a los adultos. Es la segunda causa de muerte en los jóvenes entre 15 y 29 años. Lo peor de todo es que las muertes de jóvenes causadas por el alcohol al volante son evitables.

La velocidad es la primera causa de muerte por accidentes de tránsito y el alcohol la segunda. La combinación de alcohol y velocidad culmina en la gran cantidad de personas que mueren diariamente, muchos porque manejan alcoholizados y muchos (que no prueban el alcohol) y son víctimas de aquellos que sí lo hacen y manejan irresponsablemente.

Si una sola persona toma conciencia yo ya me voy a sentir feliz. No dejo de decírselo a mis amigos, a mis hijos, a los hijos de mis amigos. Un objetivo que tengo en esta vida es algún día sentirme bastante fuerte para hablar de esto en público”, sueña M.

El silencio se rompe, las luces ya están suficientemente cerca como para encandilarlo. “¿Cuántos son? ¿Están vivos?”, escucha como un eco una y otra vez. No puede contestar. La sangre le inunda la boca y en realidad todavía no entiende dónde está y cómo llegó ahí. No tiene miedo hasta que ve la herramienta hidráulica para cortar lo que queda de chapas y rescatarlo. Piensa en su mamá que va a estar preocupada. Piensa en su papá que va a estar enojado. Piensa en su novia que no se quiso subir al auto porque estaba borracho. Piensa y hace fuerza por recordarlo al día siguiente. Y todos los días de su vida. La vida que le quedó prestada. La que todavía quiere usar para que alguien más evite sentarse detrás de un volante si consumió alcohol.

“Tenés que saber una sola cosa: no. No sos Superman y a vos también te va a pasar”.

 

María Fernanda Rossi

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