Fideos y Marco Polo
por Renata Lerina Ferreira

Las guerras por territorios, el hambre o la curiosidad, llevó a la humanidad a estar en constante movimiento por toda nuestra larga historia. Primero los primitivos nómades cazadores y recolectores, después los desplazamientos humanos entre los continentes, por fin el comercio o el turismo. Somos naturalmente inquietos. Estos movimientos incesantes son responsables de una serie de eventos que favorecen el descubrimiento y el desarrollo de técnicas y hábitos culturales. Hoy nos puede parecer muy raro que alguien se sienta asombrado con el intercambio cultural ya que con un simple click en la computadora podemos informarnos sobre cualquier cosa del mundo, pero no siempre fue así.

En los siglos XII, XIII y XIV, los años que van del 1101 al 1400, Europa estaba pasando por un proceso de ampliación comercial y avance del sistema económico local llamado mercantilismo. Para tanto era necesario diversificar productos y abrir nuevos mercados consumidores. Para esto, los reyes locales financiaban viajes al oriente, que era una región exótica y con bastantes avances tecnológicos y culturales. Muchos eran los aventureros que se arriesgaron en estos viajes, pero una familia quedó registrada en la historia mundial por la variedad de productos desconocidos que llevó de Asia hasta Europa: los Polo. Dos hermanos, Niccolo y Matteo, y el hijo de uno de ellos y el más conocido, Marco Polo, pasaron sus vidas viajando entre estos dos continentes. Según el libro que cuenta las supuestas memorias de Marco Polo, él fue gobernador en China, mercader en Venecia, se enfrentó en combates navales, estuvo preso, pero, principalmente, fue un ávido descubridor de un mundo distinto y exótico, el oriente. Están los que no creen que las cosas hayan sido como dice su libro; incluso algunos hasta cuestionan su existencia.

Verdad histórica o mito popular, lo que sabemos es que de algún modo, ciertos hábitos alimentarios actualmente comunes en varias regiones del planeta, que no lo eran hace casi mil años, llegaron a Europa y de allí a las mesas de nuestras casas.

Las antiguas rutas entre Europa y Asia

Algunos de estos hábitos son el consumo del té, la preparación de fideos (el corte fino y largo de la pasta, común en China pero desconocido en Europa), el ruibarbo, o el uso de especias cómo la canela, el hinojo o el anís estrellado.

Lo que necesitamos entender es que las prácticas que caracterizan a los pueblos en la actualidad se originaron de la transmisión y adopción de diferentes características, que viajaron de un lado a otro por el mundo y pasaron a integrar, sin que nos demos cuenta, las costumbres culturales de los diferentes pueblos.

Una de las elaboraciones culinarias más conocidas en la contemporaneidad por todo el mundo son los fideos al tuco. Como un muy buen ejemplo, podemos analizar los ingredientes y las técnicas aplicados en esta receta multicontinental: la pasta de los fideos ya se conocía entre griegos y romanos, pero su forma (en hilos alargados) es probablemente china; los tomates y el morrón son americanos; el aceite de oliva es mediterráneo; el ajo ya se consumía en Sumeria y en Egipto desde hace muchos miles de años; la cebolla es considerada, junto a las papas y al trigo, como uno de los primeros alimentos a ser cultivados y su origen se estima haber sido en el Mediterráneo; la zanahoria en el Afganistán; y los condimentos, así como el hinojo, son originarios de China. Y si no fuera esta natural curiosidad humana, que nos empuja hacia lo desconocido, hoy no podríamos disfrutar de ricas comidas como ésta… Ni de la pizza, el asado, las papas fritas, el helado…

Renata Lerina Ferreira, master en historia por la PUC de Rio Grande do Sul, docente de la UNTDF, maestra en el colegio ¨Los cauquenes¨ de Río Grande.

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