Benito Guillermo Ruiz Águila (Puerto Natales, 1968). Pintor autodidacta.

Durante un breve paso por la Escuela de Arquitectura en la Universidad Católica del Norte, comienza su afición por la pintura, la cual -de regreso en su ciudad natal- comienza a desarrollar en diversos talleres junto a reconocidos pintores locales.

Inspira su trabajo en el paisaje, usando como técnica el óleo y acrílico, con el anhelo de plasmar el extraordinario entorno natural de la Patagonia Chileno-Argentina; estos trabajos le llevan a participar de variados talleres y exposiciones colectivas junto a otros artistas.

En los últimos años, su interés por el paisaje urbano le ha conducido a descubrir la riqueza del patrimonio arquitectónico de la región, buscando revelar el encanto de añosos edificios que han sido parte de la historia social, económica y, por sobretodo familiar, de la ciudad de Puerto Natales. Usando como técnica la acuarela su intención ha sido la de generar el rescate de la vida y las historias ligadas a las construcciones y calles de la localidad, para originar el dialogo y el recuerdo de las historias familiares que se tejen al interior de la comunidad.

En la actualidad -a través de un proyecto adjudicado en el Ministerio de la Cultura y las Artes- está enfocado en plasmar, con acrílico sobre tela, la vida y la historia de las estancias retratando puestos y galpones de esquila que han marcado la crónica de buena parte de la provincia.

Su constante trabajo le ha valido el reconocimiento de su comunidad y le ha permitido exponer su trabajo en reiteradas ocasiones, tanto en Puerto Natales como en Punta Arenas y participar junto a otros reconocidos pintores chilenos en instancias como el II Simposio de Pintura en la Patagonia -en enero de 2019- lo que ha contribuido a su crecimiento personal y cimentado su propósito de encontrar a través del arte la expresión de su visión de la comunidad y del rescate patrimonial de un entorno natural y cultural único.

En exclusiva, para las amigas y los amigos de EL ROMPEHIELOS, Benito Guillermo Ruiz Águila nos cuenta sobre su historia y sus trabajos:

Siempre tuve la habilidad pero el gusto comenzó cuando estudiaba arquitectura, trabajar los espacios, la luz, esa libertad para crear, me atraía mucho, era muy feliz en esa carrera pero como estamos en Chile, si no tienes dinero no puedes seguir estudiando y hasta ahí llegue, con el tiempo al menos pude retomar la pintura, pero mi pasión por el arte comenzó ahí.

Mi primera pintura como formal, fue una naturaleza muerta, no quedó tan mal, tengo la foto por ahí, pero mi primer trabajo, recuerdo que fue cuanto estaba estudiando. Teníamos un profesor que nos pedía cosas locas y entre esas fue imaginar la ciudad de noche y sobrevolándola. No habían drones, ni google maps, así que hubo que utilizar la imaginación y en la amanecida, de la nada salió un muy lindo trabajo, que cualquiera que lo veía sabía que era la ciudad de Antofagasta. Más que el resultado me gustó esa sensación de estar tirando pinceladas locas con la idea en la cabeza pero con la limitante de las manos que a veces no siempre le hacen caso al cerebro y esa es una lucha muy linda, entonces eso de que logras dar una forma usando colores, me encantó.

Lo mejor de ser artista en Puerto Natales es que vivo entre montañas que en distintas horas del día producen un abanico de colores que inspiran en forma natural. Lo peor es que en nuestra condición de pueblo, sumado al poco apoyo al arte de parte de las autoridades, hace que la gente no entienda lo que puede costar una obra. Creo que como ciudad estamos al debe en área cultural. Cuando el populismo genera dividendos se cae en lo trivial y en este plano el arte siempre es el perjudicado.

Varios son los artistas que me inspiran. Me gusta el realismo y en ese ámbito admiro mucho el trabajo del pintor chileno Claudio Bravo (que no es el arquero). También admiro mucho a Dalí. En lo cercano hay dos que admiro mucho, Mauricio Valencia y Andrea Araneda. Aunque Andrea no hace el realismo de Mauricio, tiene una imaginación y es de las que hace las cosas que a uno nunca se le ocurre pero después uno las ve y dice “yo podría hacerlo”, pero lo hizo ella, por eso la admiro mucho.

Para mí, el arte siempre ha sido la expresión de una sociedad y en ese sentido tenemos la labor de encontrar a través de manchas en una tela, en una escultura, en la música o en la poesía, las cosas que el ser humano quiere ver o expresar pero no tiene la habilidad para hacerlo. Por lo tanto, es una bella presión y para ello no podemos estar en una burbuja y desde allí mostrar nuestras obras. Todo lo contrario, debemos ir de la mano de lo coyuntural para así de mejor forma ser un intérprete del sentir de mucha gente. Sobre todo, en una sociedad consumista como la nuestra, el arte tiene que ser una inyección al espíritu, por eso la plusvalía que genera el arte para el pueblo es intangible pero no menos valedera.

Fede Rodríguez

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