El 7 de febrero de 1979, hace 41 años, murió Josef Mengele, médico nazi alemán.
El 7 de febrero apareció en una playa de Sao Pablo el cuerpo de Wolfgang Gerhard, un austríaco de 54 años. Este nombre fue uno de los muchos pseudónimos que Mengele usó para vivir de incógnito después de la Segunda Guerra Mundial. Antes de la derrota, a los oficiales nazis sólo les quedaban tres posibilidades: suicidio, prisión o intento de fuga.
En junio de 1949, Josef Mengele se fue a Argentina, donde cambió de identidad y se convirtió en Helmut Gregor. Cuando Alemania pidió su extradición, huyó a Uruguay. En 1959, emigró a Paraguay y dos años después a Brasil.
Dicen que Mengele fue el más sádico y cruel de todos los nazis; era el que sellaba el destino de los prisioneros que llegaban a Auschwitz. Fue acusado de haber enviado a miles de personas a la muerte en campos de concentración y de haber realizado experimentos en más de 3.000 gemelos. Tenía un grupo, en un pabellón llamado “el zoológico”, que estaba formado por enanos, discapacitados y gemelos que usaba como conejillos de indias en experimentos macabros.
Sus investigaciones, que nada contribuyeron a la ciencia, consistían, entre otras atrocidades, en probar los límites del ser humano a temperaturas altísimas o inyectar cemento líquido en los úteros de las prisioneras para evaluar los efectos de la esterilización en masa.
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