Eduardo Bonafede (Rosario, 1957). Arquitecto urbanista, dramaturgo, actor, director y docente teatral. Se radicó en Ushuaia en el año 1983.

Con sus obras “Aquellas cartas”, “Yo me quedo… vos te vas”, “Los Ángeles del espejo gris”, “Un sueño diferente”, “El exilio de los colores”, “Haruwen-Mahai”, “Musarañas”, “Luciérnagas curiosas”, “H & H”, “Partitura Géminis”, “Banderita mía”, “Punta Páramo”, “778-Pabellón Sur”, “Las goletas”, “Sabandijas y sanguijuelas”, “El velorio de la azafata”, “Impiedad”, “Como ratas por tirante” y “Magda y Lila” ha obtenido importantes premios a nivel provincial, regional, nacional e internacional.

En 1991 participó como actor en el 45.°Festival Internacional de Teatro en Avignon, Francia, con la obra ¨Pequeño Norte busca Gran Sur¨ del director francés Vincent Colin. En 1994 y 1995 fue galardonado con la Beca UNESCO-Aschberg como dramaturgo, desarrollada en el Centre National des Écritures du Spectacle – La Chartreuse, en Villeneuve lez Avignon, Francia. Obtuvo también diversas becas en el Fondo Nacional de las Artes, en el Instituto Nacional del Teatro y en la Municipalidad de Ushuaia, referentes a: actuación, narrativa, dirección teatral, dramaturgia y proxémica teatral.

Con las puestas en escena de sus obras participó en numerosas fiestas nacionales y regionales de teatro (Santa Fe, Tucumán, Paraná, Rosario, Mar del Plata, Mendoza, Rafaela, La Rioja, Resistencia, La Plata, San Juan, Salta, Neuquén, Trelew, Río Gallegos, San Martín de los Andes, Piedra Buena, Zapala, Gral. Roca, etc.), y en festivales y giras internacionales (México, Cuba, Chile, Perú y Estados Unidos).

Algunos de sus textos han sido traducidos al francés y al inglés.

Sobre su obra, cuenta Eduardo Bonafede en su libro “Soledades tangenciales”:

Indudablemente, Tierra del Fuego ha influido de manera determinante en el desarrollo de mi dramaturgia. Por su ubicación geográfica y su situación insular, Tierra del Fuego fue por siglos el lugar soñado por aventureros, religiosos, científicos, buscadores de oro, políticos, escritores y por todos aquellos que fantasearon con la idea de arribar al fin del mundo. Así arribé yo también a esta tierra al sur, más allá del sur. Un poco por aventura, otro poco por búsqueda personal y laboral, otro tanto por la extraña seducción que ejerce este espacio en todo aquel que lo desea conocer y habitar. Una atracción que proviene no solo por la fascinante historia de sus habitantes aborígenes, sino también por su belleza natural, sus magníficos cielos australes, el canal Beagle y todo el misterio que encierra un territorio sutilmente desprendido del resto del mundo.

[…]Sobre todo en la primera etapa de mi dramaturgia, la geografía de Tierra del Fuego está muy presente. Por lo cual, enfatizaba la lejanía de la Isla con respecto al resto del continente, el desarraigo, la distancia de los afectos familiares y amistosos y/o amorosos, el aislamiento insular, la soledad, la falta de horizonte (Ushuaia enmarcada totalmente por montañas, bosque y mar), la incidencia del presidio en la sociedad fueguina, el exterminio de los aborígenes, la idiosincrasia particular del pueblo fueguino, el bello paisaje, la nieve, las lloviznas, el viento, el canal Beagle, la antigua arquitectura fueguina, etc.

[…]Mis abuelos maternos y mis padres fueron las principales personas que me estimularon en todos los aspectos de mi vida, que me permitieron indagar con libertad en todo lo inherente al arte, la educación y la cultura. Mi casa fue un hogar de mucha lectura, música, juegos, tradiciones e historias familiares. Mi hermana también alentó mi imaginación y creatividad. Y mis hijos son y serán una fuente de inspiración constante.

[…]A pesar de haber crecido en una casa grande, donde había espacio propio para cada uno de los integrantes de la familia, siempre me impactaron los lugares (también presentes en mi casa), atiborrados de cosas y objetos, por ejemplo: la biblioteca con anaqueles y armarios abarrotados de libros; un depósito atestado de herramientas, fajos de periódicos y revistas, y de elementos en desuso; un pequeño sótano (donde existía una especie de bodega) al que se bajaba por medio de una estrecha escalera marinera de hierro. Todos eran lugares propicios para el escondite, la fantasía y el misterio.

Mi infancia también estuvo plagada de cine y televisión. Disfrutaba con las películas de género fantástico, terror, ciencia ficción, policial, espionaje. Fue la época de experimentar los cines expresionista y surrealista, y de conocer las obras maestras de Hitchcock, Buñuel, Kurosawa o Fritz Lang. En televisión las noches con “El muñeco maldito” de Narciso Ibáñez Menta y los episodios de “Rumbo a lo desconocido”. Un poco más adelante quedaría atrapado con la lectura de “Crimen y castigo” de Dostoievski, “La metamorfosis” de Kafka y los imaginativos libros de Agatha Christie.

Contacto: www.facebook.com/bonafededramaturgo

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