Despuntaban los 80 y María Moreno era Susy Kawasaki, Mariana Imas, Virgina García o Juan González Carvalho, una especie de feminista invertido que inflamaba a las amigas de la autora quienes le rogaban conocerlo. El tono de cada una y todas ellas juntas son el “coro de urracas” que se resume en “A tontas y a locas”, la columna con la que el diario Tiempo Argentino vendía 40 mil ejemplares más cada vez que salía.
Esa summa de aguafuertes con la que la autora de Black out arengaba a las mujeres a entregarse a la bebida, a desflecar el estereotipo de varón (el pendejo, el casado, el morocho argentino) o a enderezar el Diccionario Feminista de Victoria Sau para comprender el ancho y brutal espectro machista que nos subsume en categorías enloquecedoras y contradictorias siempre (vestirse de puta pero no tanto, estar disponible pero no siempre, ser, en definitiva, sinónimo de bruja, hagamos lo que hagamos) lleva 35 años de vitalidad y el filo de las palabras intacto.
A tontas y a locas se reedita hoy en formato libro con una actualidad pasmosa y el espaldarazo de una que pensaba antes que nosotras que se podía hilar feminismo y humor hincándole el diente al enemigo patriarcal con la elegancia de una vampiresa etílica, un poco tonta, un poco loca pero nada callada.
Querida mía: Por lo que sé de ti últimamente quisieras ser la feliz poseedora de una conciencia (. . . ) Ahora ambicionas el trono y el altar, interrumpir la economía universal y la cincha de las grandes potencias con tu realismo propio del doctorado doméstico, con tu infantil sentido de la equidad que consiste en preservar del progreso y su necesaria ley de transformación los reinos que te son más familiares: el animal y el vegetal. (. . . ) Voy a recordarte qué es lo que quiero: Quiero que te vistas siempre así, como una prostituta, pero no cuando vas al médico (. . . )