Un debate interminable que no deja a los fueguinos afuera, pero que puede decir mucho sobre quiénes somos y de dónde venimos. La provincia más joven, el crisol de culturas y cuántos adjetivos más que usamos sobre la identidad fueguina ¿se puede definir? Haremos el intento en la siguiente nota.
Entrar a la casa de doña Barrientos era un traslado sensorial a la imagen más cercana de Chile que pudiera tener. El piso de madera crujía a cada paso mientras el olor de la cocina de leña inundaba todo el ambiente que combinaban con los patines tejidos para evitar rallar el brillante suelo encerado
La casa de doña Barrientos era cazuela de cordero con luche, calzones rotos y once. Era “Cachureos” en la señal internacional de TV Chile en un televisor de tubo con una perilla dura que hacía ruido al girarse para buscar otro canal. Era Chile, pero en Río Grande.
Pero Río Grande también fue mate cocido con leche en el desayuno y empanadas árabes caseras en el almuerzo. El pororó, que en casa de doña Barrientos se llamaba “palomitas” pero que era exactamente lo mismo.
¿Quién es el auténtico Fueguino?
¿Qué nos convierte en fueguinos? ¿Existen expresiones, palabras o modismos que nos hagan tales? ¿Es para todos igual? En un estudio, Peter Van Aert, Mariano Hermida y Mariano Malizia pensaron y analizaron desde la valoración empírica el tema en profundidad: ¿Quién es fueguino? O, más específicamente, ¿Quién es, o puede ser, considerado “fueguino” y quién no? se preguntaron en un estudio titulado “Migración e identidad: el caso de Tierra del Fuego” del año 2016.
Hay una diferenciación entre ser y parecer, que se vuelve difusa a medida que los años pasan y el que parece termina siendo. Según el estudio la proporción de personas que se consideran ‘fueguinos’ es progresiva a medida que la permanencia en la isla aumenta. Esta progresión es además pronunciada, ascendiendo de 25% para los recién llegados a 93% para los que se radicaron antes del 1972.
“Se evidencia que cuanto mayor es el tiempo de residencia, mayor es la propensión en la población migrante a considerarse “fueguina”, sin especificar todavía cuál es el contenido que se le atribuye a dicha categoría”, agrega el trabajo. Es decir que el fueguino no es el que nace, sino el que ha estado el tiempo suficiente para ser tal y en números una persona con 8 años de permanencia en la provincia suele considerarse fueguina.
Esto no es caprichoso: hacia 2010 Tierra del Fuego era la provincia argentina con menor proporción de nacidos entre su población residente, seguida por Santa Cruz, cuenta el informe. A su vez presentaba la característica de encontrarse entre las cinco provincias en las que sus nacidos más emigran hacia el resto del país. Sólo un 74,6% de los nacidos vivían en Tierra del Fuego en 2010, lo que arroja un 25,4% de emigrantes.
Es decir, los fueguinos Nacidos y Criados tampoco tendían a ser parte de la sociedad fueguina. Un porcentaje importante se iban a estudiar sin pasaje de vuelta. Hoy, cerca de dos tercios de su población es “no nativa”.
Galletitas o masitas
Fue el punto de inflexión para intentar “identificar” cuál es el modismo que utiliza un fueguino. Cómo se supone que les decimos los fueguinos a esa masa dulce, horneada y a veces rellena con la que acompañamos los mates. La que distingue a los Santafesinos de los Porteños, o de algunas zonas de la provincia de Buenos Aires donde en vez de ir dónde, “van dé”.
— ¿Vos le seguís diciendo masitas o te adaptaste?
— Acá se dice galletitas…cuando decía masitas se me cagaban de risa — admite Lalo mientras conversamos por Facebook— y tuve que transar.
— ¿Hace cuánto ya que estás en la provincia? ¿A qué edad llegaste?
—Desde el 2002, 28 años creo que tenía —cuenta quien es oriundo de la provincia del Chaco pero reside desde entonces en Ushuaia.
— ¿Y te sentís fueguino?
— Los famosos NyC (nacidos y criados), son cabezas de termo. Creen que tienen un derecho adquirido y denostan a todos “los del norte”— opina— y esa especie de “sangre azul” está avalada institucionalmente; por ejemplo…para acceder a una vivienda, si sos “nacido” tenés puntos extra. Inconstitucional por donde lo mires, pero está aceptado como si fuera legal.
La verdad es que según rescata el informe de Van Aert, Hermida y Malizia, el artículo 1810 de la ordenanza 2025 de la Municipalidad de Ushuaia del año 1999 manifiesta que las personas que podrán beneficiarse en la venta de predios municipales deben, entre otros requisitos, “tener dos o más años de residencia en la ciudad al momento de la adjudicación”, estableciendo así el piso para la vigencia de la aplicación a un terreno a dos años de permanencia.
Adicionalmente, la ordenanza 317811 del año 2007 de la misma jurisdicción implementa un sistema de puntajes a través del cual se puede “evaluar, clasificar y ordenar a los inscriptos”, que permite adquirir un máximo de cincuenta puntos, donde ser nieto, hijo y nacido en Tierra del Fuego asegura por lo menos 10 puntos de base.
No todos los fueguinos son igual de fueguinos
Existe dentro de esta identificación, distintas “categorías de arraigo” y entre ellas una figura estructurante a partir de la cual se configura la organización basada en la permanencia y todas las categorías que de ella derivan: la del “Antiguo Poblador”.
Un grupo al que se le reconoce ser los pioneros o forjadores de la historia reciente de Tierra del Fuego. Los residentes que conforman este grupo pueden o no ser nacidos en la provincia; pueden o no ser ciudadanos argentinos. El límite entre “Antiguos Pobladores” y aquellos que no cuentan con este título, está constantemente en disputa.
La categoría “Venido y Quedado”, en cambio, incluiría a aquellos inmigrantes que no son considerados Antiguos Pobladores. Se refiere en general a aquellas personas que integraron las oleadas migratorias producidas fundamentalmente durante la década del 80, cuando la provincia recibió el impacto migratorio más fuerte de su historia
Para Ariel Farías, Licenciado en Sociología y docente investigador de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, parte desde la base de que el concepto de identidad “es discutido porque supone algo que no varía” como decir que los Santafesinos le dicen ‘masitas’ a las galletitas y eso es parte de su identidad, sin importar dónde hayan migrado.
En Tierra del Fuego se dan “procesos de identificación circunstanciales, no siempre iguales”, plantea Farías. Como los crecidos en los 90 que tenían más cercanía a los cordobeses porque el intendente decía “nosotros los fueguinos” cantadito, que patinaban en hielo y sabían que el Offen Plaza era una suerte de shopping hoy devenido en escuela privada; contra los de la década anterior que tuvieron más afinidad con las costumbres chilenas, aprendieron a patinar en pistas naturales de hielo porque no había una dónde hacerla y de ahí construyeron su identidad fueguina. Aunque ambos casos son particulares y tampoco se puede generalizar.
Samuel nació en Capital Federal, pero al año ya el viento y el frío le curtían la piel.
— ¿Vos te presentas como fueguino? ¿Te sentís como tal?
— ¡Obvio que me siento Fueguino! Me presento como fueguino. Nacer en Capital Federal fue solo una circunstancia.
— ¿Qué te pasa con los que tienen menos tiempo de fueguino que vos y se auto denominan “fueguinos”?
— No sé si me pasa algo, quizá lo que puedo sentir es el hecho de ser demandantes inmediatos ¿Cómo explicarte? Bajaste del avión y ya pedís tener trabajo efectivo, casa, vacaciones pagas y demás. Quizá con derecho, pero el hecho de no sentir apego a la isla y solamente usufructuar un beneficio económico.
— ¿Te parece justo o cuánto tendrían que esperar para ser “fueguinos”?
— Yo creo que llamarse fueguino, es cuando queres arraigarte acá. Decir: quiero que mis hijos y nietos se desarrollen acá. Que vivan la vida, viajen, conozcan y se recreen en otros lugares, pero que siempre este pendiente ese “necesito estar en TDF”.
— ¿Y los NYC? ¿Tienen más o menos ventaja?
— Los NYC corren con iguales condiciones. El gran problema es que el NYC cree tener más derechos que los demás. El problema es que el NYC piensa que los que vienen después, solo vienen por el beneficio económico, pero que siempre tienen y añoran su “hermosa Córdoba”.
Algo que sí se puede decir de estas “categorías sociales” que menciona el estudio citado anteriormente, es que “sirven para mantener relaciones de desigualdad” opina Farías. Tierra del Fuego es por lejos “la sociedad más en mutación, más rápida que en todas las provincias”. Pasamos de ser una sociedad “casi campesina a una urbana” en razón de pocos años.
El otro fenómeno que hay que tener en cuenta, según Farías, y que hoy es palpable, es el de “los que vuelven. Los nacidos en los 80 que se fueron a estudiar y volvieron” y hoy ocupan un lugar preponderante en la sociedad.
La provincia es una isla, y la construcción de identidad no escapa a esa característica insular. No es estática porque la composición social tampoco lo es, no hay una regla instaurada, ni quien tenga el “manual” del fueguino debajo del brazo, o esté por la calle con un “fueguinómetro” midiendo qué tan fueguino es uno o el otro. Esto quizás, puede llegar a ser un rasgo de tal identidad: una que no tiene una definición.
Pablo Riffo