El lunes 10 de diciembre se realizó en el Centro Sociocultural Walter Buscemi de la ciudad de Río Grande, una charla abierta con el escritor español José Luis Alonso Marchante. Estos son algunos fragmentos de lo conversado.

Cuarta y última parte

Críticas

La crítica más potente que he tenido por ¨Menéndez, rey de la Patagonia¨, negativa me refiero, porque por suerte, una de las cosas más bonitas que tiene escribir un libro son las devoluciones, cuando la gente te habla, fue la crítica que me hizo Mateo Mártinic que es una crítica bastante demoledora. Hay que tener en cuenta que él escribió un libro que se llama ¨Menéndez-Braun, prohombres patagónicos¨. El título no está hecho con ironía. En ese libro el habla de la historia contada de arriba abajo, donde estas personas fueron dadoras de riquezas. Es decir, todo lo que ustedes tienen aquí es gracias a ellos. Cuando el desarrollo económico de estas regiones podría hacer sido completamente diferente. No digo mejor, digo diferente. Él me reconoció que mi trabajo y documentación fue monumental, porque fueron muchos años investigando, y además leí absolutamente todos sus libros.

Recuerdo una vez que en el aeropuerto de Barajas me paró la policía, abrió la valija y se encontraron con que tenía más de cien libros distintos. Como vieron que no había droga entre medio ni nada parecido, me preguntaron qué iba a hacer con eso libros. Yo les dije que iba a leerlos, a investigarlos. Y les sorprendió bastante.

Para mí Mateo Mártinic es el historiador con más categoría de la región, pero también pienso que su visión, mi opinión personal, y no solamente mía sino de mucha más gente, es que esa visión está un poco desfasada. Esa ha sido la crítica más potente que he tenido, y luego he tenido un montón de críticas positivas. Una de las que más me gustó es que el Colegio Oficial de Profesores de Chile incluyó el libro en un material para hablar el profesor con los alumnos, para debatir. Que tu texto se convierta en un texto de estudio para la gente, me ha parecido algo increíble.

Los salesianos

Los salesianos deben hacer un poco de revisión, eso es lo que pienso. Tengo muy claro de que los primeros salesianos llegaron aquí conducidos por ideales muy elevados y con la intención de ayudar. Pero hay un momento en que las misiones se convierten en un instrumento para sacar del medio a los pueblos originarios. Luego, al final, los salesianos dependían mucho de estas familias. Si te pasan una asignación, si construyen tus iglesias, si te dan el predio para construir… Los historiadores que vienen después (Massa, Entreigas, Belza) van a reproducir una imagen sin tachas de esta gente. Pero esa era una imagen oficial porque, luego, en los archivos, yo me encontraba con algunas de las cartas que reproduzco en el libro, donde creo que era el Padre Belza en una discusión con Molina, donde Molina le decía cómo puedes decir que no mataron a los selk´nam si yo estaba ahí y vi los cráneos con los orificios de balas, no puedes decir eso. Y Belza decía: si, sé que pasó, pero nosotros no podemos enemistarnos con estas familias. Ahí hay una historia en la que sólo se cuenta una parte.

Los salesianos, teniendo en cuenta su influencia en Argentina, Chile o España, deberían tratar de ver qué parte es un poco responsabilidad suya o irresponsabilidad suya. Digo responsabilidad porque los jesuitas hace 400 años se dieron cuenta que cuando acogías a los pueblos indígenas y les cambiabas completamente su forma de vida, les dabas ropa y los metías en un lugar, morían. Eso ya se sabía, no era una cosa nueva. En 1900 se sabía cuál iba a ser el resultado. En el archivo salesiano me encontré con un documento estremecedor en el que ellos marcaban con una rayita cada vez que moría un niño o un adulto, y al final hay más ochocientos setenta y pico rayitas, en muy pocos años. Más de cuatrocientas de esas rayitas corresponden a niños menores de diez años. Ese tipo de cosas habría que haberlas parado en el instante. En mi opinión, esa es un poco la revisión que deberían hacer.

El acceso a los archivos es un tema muy interesante. En mi anterior libro, yo entraba a los archivos militares y decía: yo quiero consultar en los archivos judiciales la causa que llevó a la muerte a cincuenta personas. Y había resistencia. Pero era una época en la que teníamos derecho a investigar. Yo podía husmear en esos archivos; décadas antes no me hubieran dejado, como se pueden imaginar.

Para mí hay dos archivos muy importantes, yo no tuve ningún problema en ninguno de los archivos. El archivo salesiano que yo más trabajé es el archivo de Buenos Aires, pero también el de Roma. Ningún problema. En Punta Arenas trabajé el archivo de la familia Braun-Menéndez, sin ningún problema sin ninguna cortapisa. La documentación está ahí para consultar. Ayer mismo, una mujer selk´nam, me dijo que en el archivo Borgatello de Punta Arenas sabe que hay una foto de una familiar suya, porque no sé dónde lo ha visto, en un libro o algo así, entonces pidió al director del archivo una copia de esa fotografía, y no le han dicho que no, nadie se atrevería en esta época actual, pero no la ha podido ver.

Tierra del Fuego desde afuera

Esta es una tierra que para los europeos, los norteamericanos, los japoneses, es un lugar absolutamente fascinante, y no solamente interesan la geografía y la belleza natural sino también la historia. Dentro de la historia los selk´nam y los yaganes tienen un protagonismo clave. Es importante que gente como Margarita Maldonado y Víctor Vargas sigan trabajando en esa línea de recuperar el pasado, porque para algunos hemos descubierto muchas cosas gracias a eso.

Yo he visto un cambio muy grande del 2009 al 2018 en el Museo del Fin del Mundo. Lógicamente, en aquel momento yo visité todos los museos buscando información. Ese cambio se debe no solo a que se incluyen muchas más cosas de los selk´nam y los yaganes, y están la cestería y los elementos de su cultura material. Ahí me encontré con Víctor Vargas que hace una visita guiada, y es pionero ese museo en el sentido de que es un yagán el que está contando la historia a los turistas españoles, italianos, chilenos. Para mí ese es un cambio muy importante. Y un cambio que se ha registrado justamente aquí. En Ushuaia en este caso en concreto.

Los selk´nam, los yaganes o los kaweskar en las misiones eran receptores del discurso que armaban los misioneros para la evangelización, que tenía que ver con el disciplinamiento de estas personas para que se conviertan en buenos ciudadanos y útiles, y no unos salvajes que andan cazando por ahí ovejas. Enterarme de que Víctor Vargas dio el año pasado una charla en la Misión Salesiana de Río Grande, me pareció un hecho absolutamente simbólico y relevante.

Yo tengo una autocrítica que hacer. Cuando yo hago la investigación de mi paisano Menéndez, no veo a los selk´nam ni a los yaganes de hoy. Voy con el libro de Anne Chapman que ya había decretado la extinción de los selk´nam; no hay más. Esa es mi fuente. Los documentos también hablan de extinción. Entonces yo traslado en ese momento, estamos hablando del año 2013, ese discurso de la extinción al libro, que tengo clarísimo que no se dio. Una de las ideas que tenía para este viaje era encontrarme con gente de las comunidades. Es muy difícil verlo desde lejos. Yo reproduje involuntariamente ese discurso de la extinción. Y es un tema que me gustaría abordar en futuros trabajos.

¿Hasta dónde tiene que llegar el revisionismo histórico?

El revisionismo histórico es muy importante. En España tenemos aprobada una ley de la memoria histórica, que exige es que se saquen las calles con generales de Franco. Para que nos ubiquemos un poco: sus aliados eran Hitler y Mussolini, que han provocado la mayor hecatombe de la humanidad; no ha habido otra cosa similar a esa, y toco madera para que no la haya.

Esto lo han aprobado todos los partidos políticos del arco parlamentario español, pero ha sido una ley que ha costado mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo? Franco se murió en el 75 y la ley se aprobó en el 2008 o por ahí, cualquiera puede calcularlo. Eso ha sido revisionismo histórico. Les hemos quitado las calles de los generales. ¿Todas? No. Hay algunas que hay resistencia, pero la mayoría, sí. Y ahora lo que quieren hacer es sacar a Franco del Valle de los Caídos, que es el único dictador que tiene un mausoleo que cuando uno llega a Madrid lo ve.

Insisto, estamos hablando del fascismo que fue una de esas grandes lacras, que provocó esa hecatombe humana. Entonces, ¿se puede hacer las cosas? Sí. ¿Cuestan años? Sí. Hay un proyecto que sacó un diputado de Punta Arenas, que se llama Boric, para quitarle la calle a José Menéndez y poner el nombre que tenía antes, Valdivia (por esa hermosa región de Chile). ¿Por qué no le vamos a poder poner otra vez Valdivia cuando se impuso el nombre de esa calle a través de un decreto firmado por Pinochet? Creo que hay que escuchar a la gente. Los ciudadanos pueden decidir cómo quieren que se llame la calle que tienen al lado.

En Berlín se hizo un estudio y se dieron cuenta de que sólo el 6% de las calles llevaba nombre de mujer, y un 94% eran de hombres. Y las mujeres en Berlín siempre han sido el 50% de la población, como los hombres. No es que hace mucho tiempo sólo había hombres en esa ciudad, y por eso en esa ciudad los prohombres son hombres. Al final se ha decidido que eso se tiene que compensar. Han calculado que se tardarían ciento y pico de años en compensarse con el número de calles que se abren. Con lo cual es muy difícil llegar a la igual, pero hoy en día, cuando se proponen los nombres de las calles tienen en cuenta eso. Y lo eligen los vecinos del barrio. Que le quiten la calle a Menéndez o no me da igual, al final es un personaje histórico, que lo decidan los vecinos.

El revisionismo histórico tiene que llegar hasta donde la gente, la sociedad quiera. Los políticos siempre están muy al tanto de lo que la gente pide para tratar de aprovecharse y canalizar eso en su propio provecho. Si creen que es conveniente, lo harán.

Fin de la charla.

Le agradecemos de corazón a José Luis Alonso Marchante que, en el medio de sus vacaciones, se haya tomado el tiempo para brindarnos su compañía y esta espectacular charla.
Sé que el futuro nos volverá a juntar.

 

Fede Rodríguez

 

 

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