Fue Lucas Bridges quien relató “Domingo, Octubre 12. Un hermoso día de brisa. Hoy tuvo lugar la inauguración de la subprefectura. Gracias a la cortesía del Coro Lasserre, nosotros (los funcionarios de la S.A.M.S.) fuimos amablemente invitados a ser partícipes de la ceremonia. En nombre de la Misión, prometí cordial ayuda al gobierno y expresé de parte de los nativos su deseo de ley y protección y su propósito de adaptarse a las leyes. Ellos también se reunieron en masa en la orilla para expresar su simpatía en esta toma formal de ellos por el gobierno argentino bajo su protección. Lanzaron hurras después de la salva de veintiún cañonazos y fueron oídos a bordo de la ‘Paraná’. Después de la salva, acompañaron al coronel en tierra donde fue leída la declaración de la inauguración de la subprefectura y el coronel hizo un discurso en el cual, más adelante, declaró su voluntad y la de su gobierno. Hubo una grata reunión de oficiales que firmaron con sus nombres y después de esto se tomó una foto de todo el conjunto reunido ante la subprefectura. Después hubo una fiesta de ‘asado con cuero’ (en castellano en el original) y todo bien ordenado y exitoso. Acompañados por el subprefecto y el capitán Méndez volvimos a la Estación (misionera), siendo remolcados por la lancha“.
Cuenta Arnoldo Canclini en Historia Política que el 12 de Octubre es hoy el “Día de Ushuaia“. Esta decisión puso fin a una polémica de poco vuelo sobre cuál era la fecha de la “fundación” de la ciudad más austral del mundo.
Un decreto de 1959 declaró que era el 4 de octubre, el día en que no ocurrió nada especial, como si la historia se definiera de esa manera. En 1972, otra disposición del gobierno territorial determinó que la “fecha real” (sic) era el 12 de Octubre.
Como es obvio que ese día no hubo acto alguno de fundación, ya que sólo se estableció una pequeña instalación militar en las proximidades de una población preexistente de unas trescientas personas, a nadie se le hubiera ocurrido entonces pensar que se estaba realizando un acto de creación de una ciudad. Por eso, también ha habido quien dijera que debe recordarse el 27 de junio de 1885, cuando Ushuaia fue declarada capital del territorio.
Parece obvio que detrás de esta pequeña polémica lugareña hay posturas nacionalistas, que no logran modificar el curso que ya es historia, como fue el espíritu de los protagonistas.
La decisión de declarar “Día de Ushuaia” a esa fecha fue sabia, ya que reconoce que es un momento clave cuando la bandera nacional ondeó oficialmente por primera vez; de paso, también son absurdas las acusaciones de que los misioneros usaban la británica. Señalemos que, al llegar el año 1984, se celebró oficialmente el “centenario de Ushuaia”, pero no se usó el término “fundación”. La propuesta de declarar ese “Día” fue del Primer Congreso de Ciencias Históricas Fueguinas.
Pero Ushuaia tiene magia propia, más allá de cualquier discusión historiográfica. Tiene el relato forjado por sus propios habitantes. Los de ayer, los de hoy y los que -a pesar de todo- seguirán viniendo mañana.
Allá, donde es el fin del mundo. Acá, en el principio de todo. Custodiada por Doña Olivia y Doña Susana, abre los brazos como una madre protectora. Recibe a los que vienen de visita y a los que, turisteando, descubrieron que nunca más podrían vivir en otro sitio.
La pionera, la que hace el puntito en el mapa y la que resalta ante los sueños de cualquiera. El deseo de los que viajan por el mundo. La meta para los que buscan empezar desde su propio inicio.
Las interminables vueltas de la calesita en la plaza Piedrabuena. Las noches largas de patinaje sobre hielo. La aventura de ver volar la guinda entre las montañas majestuosas, o dejar rodar la pelota que siempre irá calle abajo.
Se deja cobijar por las heladas aguas del Beagle, el Martial se erige como su corona. El verde, el blanco, la playa, los enormes barcos y los pequeños veleros. La tierra de la que Fuegia Basket y James Button pretendieron ser arrancados. Todo. Y algo más, es Ushuaia.
134 años pasaron desde que fue fundada aquel 12 de octubre de 1884 por Augusto Lasserre, en el Fuerte Ushuaia, sobre el solar del Convento de San Uriel Arcángel de los Gloriosos Vientos Australes.
Gloriosos. Como su bosque, como sus lagos, como su gente.
María Fernanda Rossi