Florencia González Cabañas, integrante de la Selección de básquetbol adaptado, llevó la llama Olímpica de la juventud con ayuda de su novio y protagonizó un momento inolvidable.
A los 18 años hacía gimnasia en telas, hasta que sufrió un accidente y le causó una lesión en la médula espinal, que la obligó a estar seis meses internada. Sin embargo, Florencia González Cabañas nunca se dio por vencida y el sábado fue protagonista del Tour de la Antorcha, en su Corrientes natal.
Ahora con 23 años, ella participó del relevo de la llama Olímpica de la juventud y representó a la Selección nacional de básquetbol adaptado, su actual deporte. Pero no lo hizo sola: tuvo la ayuda de su novio Herbert, que empujó la silla de ruedas y la acompañó en un momento inolvidable.
“Es la mejor imagen que vamos a tener de nuestra relación. Compartimos el honor de llevar la llama Olímpica. Desde el primer día, mi novio me acompaña, me cuida y me empuja. Nos conocimos en un aeropuerto, nos buscamos en las redes y nos enamoramos enseguida”, le contó González Cabañas a buenosaires2018.com.
Después del accidente, mientras estaba en una clínica en Buenos Aires, un amigo la invitó a jugar al básquet en Corrientes y Flor empezó a conocer un nuevo mundo: “Ese día sentí que nunca más me iba a bajar de la silla de básquet. Me encantó el deporte y se transformó en mi pasión”.
Todo pasó muy rápido, llegó la convocatoria a la Selección, se calzó la camiseta 20 como su ídolo Manu Ginóbili y se ganó un lugar en los Juegos Paralímpicos Rio 2016. Hasta fue la primera argentina en jugar al básquet adaptado en Estados Unidos gracias al pase a las Liberty de Nueva York.
“El básquet me dio sueños, una familia y mi pareja. No imaginaba que iba a conocer a tantas personas. Ni tener tantos viajes… La vida me llevó a demostrarme a mí misma que podía, a reinventarme como persona y salir adelante luego del accidente”, dijo.
El mensaje de González Cabañas sirve como ejemplo: “No hay que preguntarse por qué pasan las cosas. Yo además perdí a mis padres, pero debés continuar, superar la traba del miedo y no quedarte como víctima. No es fácil que la vida te cambie de esa manera. El deporte me dio una esperanza”.
El sábado, como penúltima relevista del Tour de la Antorcha de Buenos Aires 2018, la correntina siguió con esa mentalidad y vivió otro momento de alegría junto con su novio. El fuego sagrado, testigo de historias conmovedoras, iluminó su camino y la llenó de motivación.
Esto recién empieza para una luchadora como Flor: “Haber llevado la antorcha me genera mucho orgullo. Jamás pensé que iba a suceder, estando en una silla de ruedas, pero cumplí otro sueño y sumé un logro deportivo. Con mi novio vamos por más. Y siempre juntos”.
Fuente: TV Pública Argentina