Tras el fallo de la justicia estadounidense, la empresa responsable de la fabricación y comercialización del herbicida Round Up deberá indemnizar con alrededor de 300 millones de dólares a un aplicador de este agroquímico diagnosticado con cáncer terminal.

Semanas atrás informábamos en este medio sobre el histórico proceso penal que enfrentaba la empresa Monsanto tras ser acusada por un aplicador del herbicida Round Up de ser responsable de su enfermedad. Se trata del norteamericano DeWayne Johnson, un hombre de California cuyo cáncer se ha extendido a través de su cuerpo y cuyo diagnóstico le prevé tan solo uno meses más de vida. Este jardinero fue la primer persona que ha logrado llevar a juicio a Monsanto tras hacerla responsable de su enfermedad.

A pesar de que la empresa garantiza que su producto es seguro, la Justicia californiana ha considerado lo contrario y con un fallo histórico ha condenado a Monsanto a indemnizar con una suma de 280 millones de dólares al jardinero. El jurado responsabilizó a la compañía por “no advertir correctamente del riesgo para la salud que se corría al usar este producto”. La defensa de la empresa, perteneciente a la farmacéutica alemana Bayer, insiste en que el glifosato “es seguro y no cancerígeno” de acuerdo a “pruebas científicas, evaluaciones reglamentarias a escala mundial y décadas de experiencia práctica del uso” del herbicida. Según Scott Partridge, uno de los vicepresidentes de Monsanto, el fallo “no cambia el hecho de que más de 800 estudios y revisiones” de organismos como la Agencia de Protección Ambiental y el Instituto Nacional de Salud, ambos de Estados Unidos, “apoyan el hecho de que el glifosato no causa cáncer”. Más allá de las afirmaciones de la empresa, la agencia internacional de la Organización Mundial de la Salud para la investigación del cáncer (IARC) clasificó el glifosato como “probablemente carcinógeno para los humanos”.

Este fallo representa un hecho histórico para quienes luchan contra la utilización del herbicida a base de glifosato. El agroquímico es bien conocido en Argentina, ya que su uso se encuentra ampliamente generalizado. Nuestro país es un gran productor de productos agrícolas, principalmente de soja, de la cual existen vastos territorios sembrados principalmente con semilla transgénica Round Up ready. Esta polémica simiente, producida mayoritariamente por la empresa Monsanto, se encuentra modificada genéticamente para soportar al poderoso herbicida Round Up, compuesto de glifosato. Este cuestionado agroquímico de extendida utilización es tan poderoso que destruye cualquier vegetal que no cuente con la inmunidad insertada en las semillas de Monsanto. Desde el año 2011, Tierra del Fuego cuenta en su territorio con una planta industrial de producción de glifosato, instalada en la ciudad de Rio Grande, que abastece en parte al mercado nacional, por lo que nuestra provincia no queda exenta del gran debate sobre la utilización del agroquímico.

Nuestro país es uno de los que más glifosato consume en el mundo, lo que representa una grave amenaza para la salud de los habitantes del territorio nacional, principalmente de las poblaciones rurales o circundantes a zonas agrícolas, por lo que la lucha contra su aplicación se ve cada día más generalizada en todo el territorio. Sin embargo, en la puja de poder, siempre se imponen los intereses económicos, por lo que las “batallas” judiciales suelen prolongarse durante años, llegando pocas veces a resultados favorables para los damnificados. Quizás éste fallo de la justicia estadounidense sirva como herramienta para torcer un poco la balanza en favor de los más desamparados, quienes sufren día a día los efectos nocivos que los agroquímicos producen en su salud.

 

Abel Sberna

 

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