… tiene que levantarse muy temprano, antes de que salga el sol, cuando todavía necesita dos o tres horas más de sueño. Suena el despertador, y le taladra los tímpanos, es un ruido insolente, y grosero, que le irrumpe en los sueños… y en los nervios. Por radio ya hay algún imbécil que habla pavadas sin parar. Los párpados parecen pesas… la espalda no le responde, quiere volver a caer en el colchón… Pero se sienta en la cama, y abre los ojos… e interrumpe todo el proceso de sus sueños… para fijarse en el reloj, el lavabo, el cepillo de dientes… el desayuno, en otras palabras, el tiempo… Se mira en el espejo, se viste, traga rápido la comida, y corre al ómnibus… La rabien lo va invadiendo por tener que hacer todo eso, está malhumorado e irritable. Y el día empieza en la fábrica…

fragmento de MALDICIÓN ETERNA A QUIEN LEA ESTAS PÁGINAS de Manuel PUIG, 1981

 

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